viernes, 22 de febrero de 2019

El Presidente en la cumbre (III): Ginebra

17-21 de noviembre de 1985. Cuando faltan un par de semanas para que Regreso al futuro invada los cines europeos, el Presidente Ronald Reagan y su homólogo soviético Mijaíl Gorbachov viajan hasta Ginebra, Suiza para verse frente a frente por primera vez en una cumbre como las de antes. Es el primer encuentro entre un Presidente americano y un líder soviético desde que la invasión soviética de Afganistán, las guerras subsidiarias en Centroamérica y el rearme de EEUU reavivaron la Guerra Fría en la primera mitad de los años 80.

Reagan emprende viaje el día 16 de noviembre. Algunos líderes del Congreso, miembros del gabinete y decenas de ciudadanos despiden al Presidente mientras aborda el Marine One (el helicóptero presidencial) en el Jardín Sur de la Casa Blanca. Personas anónimas portan carteles (manufacturados y distribuidos por la propia Casa Blanca) con los lemas que interesan a la administración en ese momento ("Habla con él, Ron", "Cautívalo", "¡A por ello, señor Presidente!" o "En busca de una paz duradera").



La delegación americana llega a Ginebra el día 17, y el Presidente dedica los dos primeros días a pasear y a prepararse con sus asesores.



La cumbre como tal tiene lugar los días 19 y 20. El primer día, Reagan y Gorbachov se reúnen en el palacete de Fleur d'Eau durante dos horas sin asesores (estaba previsto que fueran solo quince minutos) y tienen un intercambio general de puntos de vista antes de que se les unan sus respectivas delegaciones; en la norteamericana, por primera vez en la historia de las cumbres, se sienta una mujer, Rozanne Ridgway, responsable de asuntos europeos del Departamento de Estado.



Reagan se lleva el primer asalto, el de la puesta en escena y las primeras impresiones de quien observa la cumbre desde fuera. Mientras que Gorbachov, todavía un desconocido en el panorama mundial (lleva solo ocho meses como secretario general del comité central del Partido Comunista soviético) llega en un anticuado Zil negro, el Presidente americano lo hace en su deslumbrante Cadillac Fleetwood negro. Gorbachov, de 54 años, viste abrigo y bufanda para protegerse del frío de Ginebra (hace un grado bajo cero); en cambio Reagan, de 74, sale a recibirlo sin abrigo.



El segundo día hablan de desarme, derechos humanos y cuestiones regionales; en especial, de evitar que los conflictos en El Salvador, Nicaragua, Afganistán o Sudáfrica desemboquen en un enfrentamiento directo entre las dos superpotencias. EEUU acusa a la URSS de apoyar a aparatos clandestinos e infiltrar fuerzas armadas regulares y masas laborales en los países de la órbita occidental y la URSS acusa a EEUU de apoyar a grupos paramilitares y emprender campañas psicológicas, políticas y económicas en los países de la órbita comunista.

La Iniciativa de Defensa Estratégica promovida por Reagan (SDI por sus siglas en inglés, bautizada por los críticos como la Guerra de las Galaxias) es el principal obstáculo en las negociaciones en lo relacionado con el control de armamentos. No se llega a ningún acuerdo y no se firma ningún documento pero la cumbre sirve para romper el hielo.



Sumando las dos jornadas, las conversaciones duran nueve horas. El día 21, los dos líderes cierran la cumbre con la lectura de dos declaraciones consensuadas. "Vine a Ginebra en busca de un nuevo comienzo para las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética y lo hemos conseguido", dice el Presidente Reagan. Habla de "conversación sincera y directa" y de que "hemos establecido un proceso para contactos más intensos". Advierte que el verdadero resultado del camino iniciado en Ginebra "no se sabrá hasta dentro de meses o incluso años".



Casualidad o no, ese mismo día, 21 de noviembre de 1985, se estrena en Los Angeles Rocky IV. En la película de Stallone, Rocky Balboa noquea al soviético Ivan Drago en un combate celebrado en Moscú ante la plana mayor del politburó, y, con la bandera de las barras y las estrellas cubriéndole el cuerpo, el boxeador de Philadelphia pronuncia un discurso de acercamiento entre los dos pueblos. O visto de otro modo, EEUU ha vencido a la URSS y ahora le tiende la mano. "Lo que intento decir es que si yo puedo cambiar y vosotros también", dice Rocky dirigiéndose al público ruso, "todos pueden cambiar", incluso los líderes políticos.

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