jueves, 1 de febrero de 2018

De "Mack el amable" al "secretario de las mierdas"


 (Foto: Sharon Farmer/AFP)

The Gatekeepers: How the White House Chiefs of Staff Define Every Presidency (Los guardianes: cómo los jefes de personal de la Casa Blanca definen cada Presidencia), un libro de Chris Whipple, nos acerca a una veintena de jefes de gabinete de la Casa Blanca y nos detalla los servicios prestados por estos hombres a ocho Presidentes.

En la foto de arriba vemos al Presidente Bill Clinton apurando sus últimas horas de trabajo en el Despacho Oval ante la atenta mirada de su cuarto y último jefe de gabinete, John Podesta, en la mañana del 20 de enero de 2001. Antes y después de acceder al puesto de jefe de gabinete o jefe de personal, a Podesta le tocó ser el "secretario de las mierdas" encargado de dar respuesta al Escándalo Lewinsky.

Un pasaje del libro nos lleva a aquellos días:

"El lugarteniente de [el jefe de gabinete] Erskine BowlesJohn Podesta, fue el primero en recibir las informaciones, alarmantes por su sordidez y espantosamente específicas: una joven becaria de la Casa Blanca aseguraba haber tenido sexo con el Presidente, y el fiscal especial Kenneth Starr tenía evidencias para demostrarlo. Nadie sabía a dónde podía conducir su investigación. "Recibí la primera llamada telefónica de un reportero del Washington Post, a quien habían avisado de que esto iba a salir", recuerda Podesta. "Y esas primeras veinticuatro horas había indudablemente una sensación zozobrante de '¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? No tenemos ni idea de lo que está pasando aquí'. Y ese tipo de pérdida de control puede fastidiarte. Te sientes como si estuvieras cayendo y no hubiera fondo".

"Podesta pidió al consejero legal Lanny Davis que lo mirase. Davis volvió a llamar más tarde. Como relató en unas memorias:


""John, el Post saca una historia con tres hechos clave confirmados y quieren nuestra opinión", empecé.


""¿De qué se trata?"


""Primero, han confirmado que una becaria de la Casa Blanca llamada Monica Lewinsky asegura haver mantenido una aventura con el Presidente, y esto lo corroboran las grabaciones entre la señorita Lewinsky y una amiga".


"Se escuchó una inspiración.


""Segundo, han confirmado que Ken Starr consiguió las grabaciones, fue a la fiscal general y ha recibido la autorización de un panel de tres jueces para investigar el papel del Presidente, que posiblemente incluye perjurio, instigación a cometer perjurio y obstrucción a la justicia".


"Se escuchó otra inspiración más fuerte.


""Finalmente, han confirmado que como resultado de las sospechas sobre esta aventura alguien de la Casa Blanca hizo que la señorita Lewinsky fuese trasladada a un empleo en el Pentágono".


"Un largo silencio seguido de otra inspiración más silenciosa y luego... un suspiro.


""Será mejor que bajes aquí inmediatamente", dijo Podesta en voz baja.


"Para Podesta, el escándalo de Monica Lewinsky era Realpolitik, nada personal. "No aprobaba lo que hizo el Presidente, pero no era de eso de lo que se trataba", dice. "No se trataba de si tenía una relación con una joven; se trataba de que sus oponentes estaban intentando impedir que hiciera lo que quería hacer porque ellos querían hacer las cosas de forma diferente".


"Pero para Bowles, las noticias sobre la conducta de Clinton fueron devastadoras. "Estaba tan afectado que no asistía a las reuniones sobre esto", dice Peter Baker, el reportero que llamó a Podesta aquella noche y autor de 'The Breach', una crónica sobre el 'impeachment' de Clinton. "En un momento dado, Erskine simplemente estalló: 'No quiero saber una maldita cosa sobre ello. ¡No me habléis de ello!'" Bowles estaba tan asqueado por la aventura que literalmente enfermó. Durante una reunión, soltó, "Creo que voy a echar la pota". Huyó de la sala y nunca volvió.


"Bill Clinton salió adelante compartimentando, gobernando y gestionando el escándalo alternativamente. En 'Mi Vida', el Presidente escribió: "Me vi obligado como nunca antes a vivir dos vidas paralelas, salvo que esta vez la parte más oscura de mi vida interior estaba a plena vista". Pregunté a Bowles sobre esas vidas paralelas. "Bueno, nadie lo compartimenta todo, vale", dice. "Tiene un gran efecto en ti. Sin duda, yo sabía cuándo era más difícil y cuándo no para él. Mi trabajo era conocer a mi cliente, comprenderlo, y también asegurarme de que no perdiera su atención en su agenda. Pero tenía que asegurarme de dejarle el tiempo suficiente para ocuparse de ese otro asunto".


"Hasta el día de hoy, Bowles apenas puede hablar sobre "ese otro asunto". En aquel momento, lo superó trazando una estrategia de contención, levantando un muro con el escándalo para que otros se ocupasen de ello. "Fue difícil para el Presidente y fue difícil para el personal de la Casa Blanca", dice. "Y tuve que resolver cómo ejecutar sus objetivos mientras lidiaba aparte con esa otra crisis. Tomé la decisión -la historia juzgará si fue la correcta o no- de aislarlo en células particulares de la Casa Blanca con personas que se ocuparían de eso y solamente de eso".


"El adjunto de Bowles, Podesta, se hizo cargo de gestionar las "células" Lewinsky -dotadas de abogados, gente de comunicación y otros- mientras Bowles mantenía a Clinton concentrado en gobernar. "John supervisó toda esa operación. Pensé que tenía un talento increíble en áreas en las que yo era increíblemente poco talentoso", dice Bowles. "A mí no me gustaba ocuparme de las investigaciones; lo odiaba. Y John era genial en eso". Podesta -quien se refería a sí mismo como "el secretario de las mierdas"- fue el responsable de intentar impedir el 'impeachment' y la condena del Presidente de los Estados Unidos".

Clinton había iniciado su etapa en la Casa Blanca en 1993 nombrando como jefe de gabinete a un hombre totalmente diferente a Podesta; Mack McLarty, alias "Mack el amable".

Con el bueno de Mack, un amigo de la infancia del Presidente (la pandilla de Arkansas), al frente del Ala Oeste, los primeros días de Clinton en el Despacho Oval eran como "la escena del camarote de los Hermanos Marx en 'Una noche en la ópera'", escribe Whipple. "Las reuniones de diez minutos se alargaban horas, dejándose caer casi cualquiera que quisiera participar. El personal se despatarraba en los sofás y en el suelo. Las cajas de café y donuts se amontonaban".

Whipple concluye que el jefe de gabinete debe ser "el guardián (o portero) que decide quién ve al Presidente" y tiene que "estar casi siempre en la sala para evitar las tácticas evasivas de personas que buscan impulsar sus propios planes" ante el Presidente.

Se puede leer el libro aquí.

3 comentarios:

  1. https://qcodefag.github.io

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  2. Gracias Anónimo. Desde que adelantó la purga saudí y pasó toda la movida de Las Vegas intento seguirlo cuando puedo, aunque este mes estoy más desconectado. Podría decirse que lo teníamos todo delande nuestras narices desde hace años. "Play the game", "Who was the handler of Bin Laden?", etc... Quizás debimos prestar más atención a Ron Paul hace una década...

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  3. https://www.reddit.com/r/CBTS_Stream/comments/7wphri/private_clowns_clowns_clowns_expand_your_thinking/

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