lunes, 29 de enero de 2018

Lenny Skutnik

Que el Presidente utilice el discurso sobre el estado de la Unión para homenajear a héroes anónimos es la norma desde que Ronald Reagan inició la costumbre en su alocución del 26 de enero de 1982.

"Lenny Skutnik era un funcionario que dos semanas antes se había tirado al helado río Potomac para rescatar a una mujer que se ahogaba", explica Ted Widmer (The Wasington Post) en su repaso a los grandes momentos de los discursos presidenciales. "La multitud se puso en pie para ovacionarlo. Desde entonces, uno de los momentos más vibrantes de cualquier discurso sobre el estado de la Unión ocurre cuando las cámaras enfocan el palco presidencial para ver a los héroes del año, ahora conocidos como "los Lenny Skutnik"".



Reagan utilizó el heroísmo de Skutnik para ilustrar el coraje americano e instar al pueblo ("héroes silenciosos de todos los días", dijo) a armarse de valor para afrontar los drásticos ajustes económicos que su gobierno estaba aplicando. Skutnik se convirtió así en el involuntario catalizador de una técnica desde entonces habitual en la oratoria presidencial.

El Presidente George W. Bush llevó ese uso de los héroes a su mayor elevación en la edición de 2002, cuatro meses después del 11-S.

Siete State of the Union históricos de los últimos cuarenta años (I y II).

domingo, 28 de enero de 2018

"Su país le necesita"


El Gobernador Chris Christie comparece ante los reporteros en una sala del capitolio de Trenton, New Jersey para anunciar que no buscará la nominación presidencial republicana, el 4 de octubre de 2011. (Foto: Mel Evans/AP)


Collision 2012, del veterano periodista de The Washington Post Dan Balz, es un repaso a la campaña presidencial de 2012 que incluye entrevistas con los protagonistas. Uno de sus platos fuertes es el capítulo dedicado exclusivamente a los esfuerzos del establishment político, industrial y financiero republicano por convencer a Chris Christie de que se tenía que presentar a las elecciones.

Un pasaje:

"Una vez que Mitch Daniels y Haley Barbour decidieron no presentarse, la presión empezó a aumentar una vez más sobre Christie. "Una locura", recuerda. "Llamadas telefónicas no solicitadas de personas de todo el país". Una de ellas fue de Henry Kissinger, quien pidió a Christie que se reuniera con él en su despacho de Nueva York. Christie se había encontrado con Kissinger por primera vez en 2010 en el palco de George Steinbrenner en el Yankee Stadium: "Entré y vi a Henry Kissinger con una chaqueta de satén de entrenamiento de los Yankees, y nunca pensé que vería a Henry Kissinger con una chaqueta de satén de entrenamiento de los Yankees, pero allí estaba con una chaqueta de satén de entrenamiento...

""Cuando me convocó en su despacho, me dijo, 'El país necesita un cambio y usted conecta con la gente como ningún político que haya visto en mucho tiempo y necesita pensar en esto'. Yo le dije, 'Eso es muy halagador, pero no creo que vaya a hacerlo. Creo que necesito ser gobernador, me encanta el trabajo que tengo y no lo veo'. Él dijo que me equivocaba y que había conocido a diez u once Presidentes, no recuerdo el número exacto, pero dijo, 'Usted puede hacer esto'. Yo le dije, 'Ni siquiera he pensado a fondo en la política exterior'. Él me dijo, 'No se preocupe por eso, podemos trabajar con usted en eso'. Dijo, 'La política exterior es instinto, es carácter, eso es la política exterior. Es el instinto y el carácter lo que determina quiénes son los grandes Presidentes de la política exterior y quiénes no'. Yo simplemente dije, 'Ha sido genial hablar con usted, gracias'". Dice que Kissincer le volvió a llamar e invitó a él y a Mary Pat a cenar. Cuando llegaron, entre los invitados estaban los presidentes ejecutivos de varias grandes corporaciones, algunos de los cuales le instaron a presentarse.

"Christie dice que siguió recibiendo llamadas de ánimo durante el verano, de cargos electos de Washington, de personas con conexiones políticas en todo el país, de algunos de los otros gobernadores. Comparó notas con Paul Ryan, quien también estaba siendo animado por alguna de la misma gente para que se presentase. Lo que hacía notable el interés en Christie era que estaba ocurriendo mientras la carrera por la nominación republicana ya estaba en marcha. Mitt Romney era un candidato anunciado, y aun así muchas de las personas que rogaban a Christie que considerase presentarse eran donantes que podían o deberían estar con Romney pero que todavía se mantenían al margen. Que continuaran presionando abiertamente al gobernador de New Jersey a pesar de su declarada falta de interés era una muestra de su falta de confianza en el supuesto favorito. Ken Langone, un rico neoyorquino que ayudó a fundar Home Depot, empezó a aplicar una presión más seria en sus reuniones privadas con Christie. En julio, invitó a Christie a desayunar al Rocker Club de Manhattan. "Me lo vendió como que aquello iba a ser un pequeño grupo de personas que se iban a sentar e iban a hablar conmigo de por qué necesitaba hacer esto por el país, y ese fue el gran argumento promocional de Ken", dice Christie.

"Christie llegó aquella mañana acompañado de su mujer; su hijo Andrew; Mike DuHaime, su principal estratega político; y Maria Comella, su directora de comunicación. Lo que vieron y escucharon les dejó estupefactos. "Fue para quedarse boquiabiertos", dice DuHaime. En vez de unas pocas personas, había docenas. Christie calculó que era un grupo de sesenta. En vez de un marco íntimo, la sala fue dispuesta de manera formal, con las sillas de los invitados alineadas mirando a un par de sillas al lado de una pequeña mesa. Había un teléfono en la mesa. "Así que nos sentamos y Langone se puso de pie y dijo, 'Gobernador, todas estas personas están hoy aquí por una razón. Si está dispuesto a anunciar que se presenta a Presidente de los Estados Unidos, nosotros estamos con usted, y todos en esta sala se han comprometido a eso y todos en esta sala recaudarán todos los dólares que necesite recaudar para tener una campaña exitosa. No tendrá que preocuparse de recaudar dinero'". Dice que después Langone anunció que varias personas no habían podido asistir porque estaban fuera del país. Christie describe lo que ocurrió entonces. "De repente, escucho a John Mack [ex presidente de Morgan Stanley] al teléfono. Langone dijo, 'David Koch está fuera del país. David, ¿estás ahí?' Sí. David empieza a hablar". Después de que varios más le presentaran sus agrgumentos para que se presentase, dice Christie, Langone pidió a Kissinger que les hablase a todos. "Así que Kissinger ha cogido el bastón y se levanta, camina hasta el centro de la sala", dice Christie, "y dice, 'He conocido a X número de Presidentes. Ser un buen Presidente depende de dos cosas, coraje y carácter. Usted tiene ambas y su país le necesita'". Entonces se dio la vuelta y se volvió a sentar. Todos aplaudieron.

"Christie dice que en ese momento se quedó sin palabras: "Básicamente dije, 'Escuchen, no quiero engañarles, creo que lo más probable es que no haga esto, pero no puedo salir de una sala como esta después de que personas como ustedes me hayan pedido que lo considere y decirles que no lo consideraré. Así que me tomaré un tiempo y Mary Pat y yo vamos a discutir sobre ello por primera vez y volveremos a hablar con ustedes. No les haré esperar mucho tiempo, volveré con una respuesta para ustedes lo antes posible"".

Christie prefirió esperar a 2016 y el resto es historia...

Se puede leer el libro aquí.

Otra crónica de las elecciones de 2012 es Double Down de Mark Halperin y John Heilemann (leer aquí). Es menos profunda que Collision 2012 pero entretenida y rica en chismes y cotilleos.

miércoles, 24 de enero de 2018

"No me molestes más; me voy a la cama; no me llames más"


El Presidente Harry Truman y el Vicepresidente Alben Barkley vuelven victoriosos a Washington en noviembre de 1948. (Foto: Getty)


1948: Harry Truman's Improbable Victory and the Year that Transformed America (1948: la improbable victoria de Harry Truman y el año que transformó a América) de David Pietrusza nos traslada a la trastienda de la inesperada victoria electoral del Presidente Truman en medio de grandes turbulencias en el exterior (los primeros actos de la Guerra Fría) y en el interior (las luchas por los derechos civiles y el anticomunismo).

Un pasaje del libro que nos sitúa en la noche electoral: 

"Tom Evans, el viejo amigo y tesorero de la campaña de Harry Truman, telefoneaba regularmente a Truman desde el Hotel Muehlebach para informarle de los resultados. A Truman le molestaba que interrumpiera su sueño con datos incompletos. "Me dijo que no le llamara hasta que él me llamase a mí. No sé qué hora era", recordaba Evans. "Imagino que eran entre las diez y media y las once de la noche cuando hablé con él. Se había llevado un par de estados que no esperaba y se rió. 'Bueno, vamos a ganar'. Luego se hizo muy tarde y recuerdo haber hablado con él. Le dije: 'Bueno, señor Presidente, está en una posición en la que necesita llevarse Ohio, Illinois o California'".

""Eso es bueno", respondió Truman. "No me molestes más; me voy a la cama; no me llames más".

""¿Qué diablos quiere decir con que se va a la cama?", exclamó Evans. "¡No puede irse a la cama hasta que se lleve uno de esos estados!"

""Oh, ya sabes, yo estaba gritando", recuerda Evans, "Yo estaba agotado y excitado, naturalmente".

""¿Por qué?", respondió Truman tranquilamente, "Me voy a llevar los tres".

""Oh cielos", fue todo lo que Evans pudo responder, "Yo me conformaría con uno".

Justo antes de medianoche, hora de Kansas City, los hombres del Servicio Secreto de Harry Truman también recibieron una llamada del Hotel Muehlebach informándoles de que su jefe se había llevado Massachusetts. El agente Nicholson vio que Truman estaba durmiendo y que una pulgada de whisky americano había desaparecido de la botella que había en la mesa de noche de Truman. Lo despertó de todas formas.

""Nick, deja de preocuparte", respondió Truman. "Todo ha terminado. Idos todos a dormir y nos levantaremos temprano".

"Y cuando se levantó...

""Oh, sí", rememoraría Truman, "hacia la medianoche encendí la pequeña radio que había allí y el viejo H.V. Kaltenborn seguía hablando de cómo, a pesar de que yo iba por delante, no veía posible que yo pudiera ganar".

"Pero aun así se volvió a dormir".

Se puede leer el libro aquí.

Antes de convertirse en el histórico 33º Presidente de los Estados Unidos, Truman fue el irrelevante 34º Vicepresidente de los Estados Unidos durante menos de tres meses. Catorce hombres han sido Vicepresidentes antes de ser Presidentes. De la mayoría de los demás Vices nadie se acuerda. Para hacerles justicia, Jules Witcover dedicó un capítulo a cada uno de ellos en The American Vice Presidency: From Irrelevance to Power (La Vicepresidencia americana: de la irrelevancia al poder), una valiosa enciclopedia que nos permite estudiar las vidas y obras de todos los Vicepresidentes hasta 2014. Se puede leer aquí.

domingo, 21 de enero de 2018

Una campaña de cinco años


El Senador John F. Kennedy saluda a unos trabajadores en Medford, Massachusetts en 1958. Es una conclusión obvia que Kennedy ganará la reelección al Senado, pero quiere ganar contundentemente porque en realidad lleva tiempo haciendo campaña por la Presidencia. (Foto: JFK Library)


The Road to Camelot: Inside JFK's Five-Year Campaign (El camino a Camelot: la campaña de cinco años de JFK desde dentro) de Thomas Oliphant y Curtis Wilkie es una crónica de veintitrés episodios del viaje de John F. Kennedy hacia la Presidencia motivado por la inclemente ambición y la riqueza de su padre.

El primer capítulo nos sitúa en la crisis cardíaca que sufre el Presidente Dwight D. Eisenhower en otoño de 1955:

"Un hombre entre los millones de preocupados por la salud y el futuro de Eisenhower era Joseph Patrick Kennedy, quien no era un hombre corriente ni un magnate super rico corriente. Había estado durante más de veinte años en la política con mayúsculas y toda la vida en la política local de su Massachusetts natal. Ambicionando lo más alto para su segundo hijo, entonces un senador novato sin ningún prestigio nacional -pero bendecido por el nombre de su familia, su riqueza y cerca de una década de éxitos electorales-, Kennedy vio una oportunidad en el infortunio de Eisenhower. Como hombre de acciones atrevidas, a menudo temerario, tramó un plan y pretendía hacerlo realidad.

"Con el acuerdo de su hijo John Fitzgerald y el conocimiento de otros miembros de su amplia familia, Kennedy contactó con Lyndon Johnson. Conocía bien a Johnson y lo había apoyado financieramente en su ascenso a la cúspide del Senado. Para subrayar que iba en serio, Kennedy reclutó como emisario a uno de los lobistas más eficaces de Washington, Thomas G. Corcoran, cómodamente instalado en su segunda carrera después de haber servido como uno de los miembros más importantes del personal de la Casa Blanca de Franklin D. Roosevelt.

"El mensaje de Kennedy era simple y exageradamente insolente: 'Con Eisenhower hospitalizado, la arquitectura de las elecciones de 1956 ha sido alterada. Deberías presentarte a Presidente. Yo me aseguraré de que a tu campaña nunca le falte una generosa financiación. Y mi hijo será tu compañero de fórmula'.

"No hay constancia de que Johnson considerara seriamente la oferta de Kennedy, ni un argumento verosímil de que debería haberlo hecho. A Corcoran y Kennedy, Johnson simplemente les dijo que no estaba interesado, que no se presentaba. Tampoco hay constancia de que Kennedy y su hijo hicieran nada más que dejar que el asunto desapareciera discretamente, aunque según Corcoran hubo un estallido por parte del hermano pequeño, Robert Francis (todavía desarrollándose como un joven adulto pero conocido por su temperamento y su resentimiento), por el rápido rechazo de Johnson a la oferta de su padre.

"No obstante, el episodio tuvo repercusión, aunque no del modo en que Joseph Kennedy había pensado. Representó una chispa, la primera vez que un cargo nacional era objeto de algo más que ambición, expectativas y conversaciones sin forma, y prendió una misión de cinco años que culminó con la transformadora elección de Jack Kennedy como el 35º Presidente del país a la joven edad de cuarenta y tres años.

"Después de aquel octubre, cada vez que hubo una opción sobre la mesa que implicaba un cargo nacional -la Vicepresidencia en los siguientes diez meses, la Presidencia inmediatamente después-, Kennedy decidió proceder. Su campaña no fue una operación escrita sino una larga y continua persecución. Al principio fue provisional, con un Kennedy que parecía indiferente, incluso indeciso. Pero al final del verano de 1956, Kennedy sintió que la Presidencia estaba en frente de sus ojos. El Día de Acción de Gracias de ese año, se comprometió a empezar a competir".

Se puede leer el libro aquí.

(Si los links de descarga dejan de funcionar con el tiempo no es cosa mía ya que no los he creado yo. En ese caso os compráis el libro, como seguro haréis en cualquier caso.)

jueves, 18 de enero de 2018

"La televisión no es un montaje"


Una valla publicitaria de Nixon/Agnew en 1968.


Hoy es habitual ver cómo las campañas lanzan a sus candidatos como si fueran productos de muestreo. The Selling of the President (La comercialización del Presidente) de Joe McGinniss fue uno de los primeros libros que puso el foco en ese aspecto de las campañas. McGinniss escribió la crónica de cómo Richard Nixon utilizó las técnicas publicitarias para vender su candidatura (la del Nuevo Nixon) a los votantes en las elecciones de 1968.

Un pasaje del trabajo de McGinniss en el que se habla de los infomerciales con forma de town-hall meeting simulado que utilizó Nixon en su campaña:

"Una de las cosas valiosas de esta idea, desde un punto de vista electoral, era que cada programa sería visto solo por las personas que vivían en ese estado o región en particular. Esto significaba que daba igual si la declaración de Nixon -porque realmente no eran respuestas- era idéntica, frase por frase, gesto por gesto, de un estado a otro. Solo se aburriría la prensa, y ya habían dado por perdida a la prensa. Así que Nixon podía sacar adelante la campaña con una docena de respuestas cuidadosamente redactadas que cubrían todos los problemas de América en 1968.

"Y, para ser exactos, tampoco importaba si la respuesta variaba -en los matices- de un estado a otro. Nadie, salvo que viajara mucho, escucharía más que la declaración diseñada para él. De modo que, una pregunta sobre la ley y el orden podía provocar una respuesta en Nueva Inglaterra y otra ligeramente diferente en el Sur. Nada demasiado grande como para salir en los titulares, solo un giro sutil o la presencia o ausencia de un ceño fruncido o un gesto mientras pronunciaba alguna frase. Esto era la nueva política para Frank Shakespeare. E hizo todo lo que pudo por asegurarse de que la definición de Richard Nixon fuera la misma.

"Roger Ailes, el productor ejecutivo de 'The Mike Douglas Show', fue contratado para producir los programas de una hora. Ailes tenía veintiocho años. Había empezado como utillero en el programa de Douglas en 1965 y en tres años lo estaba dirigiendo. Era bueno. Cuando se fue, la audiencia de Douglas se desplomó. Pero no todos los que se cruzaron en su camino seguían siendo sus amigos. Ni siquiera Douglas.

"Richard Nixon había sido uno de los invitados del programa en otoño de 1967. Mientras esperaba para salir, empezó a conversar con Roger Ailes.

""Es una vergüenza que un hombre tenga que utilizar estos montajes para ser elegido", dijo Nixon.

""La televisión no es un montaje", dijo Ailes.

"A Richard Nixon le gustó esa forma de pensar. Le dijo a Len Garment que contratase a ese hombre.

"Ailes fue enviado a Chicago tres días antes de que Nixon iniciara la campaña de otoño [de 1968]. Tenía instrucciones de seleccionar un panel de personas que hicieran preguntas y diseñar un plató. Pero el día del programa, solo seis horas antes de que arrancara, Ailes estaba teniendo problemas.

""Esos estúpidos bastardos de escenografía han puesto cortinas turquesa en el fondo. Nixon no se vería bien salvo que llevara una cartera". Ailes ordenó quitar las cortinas y sustituirlas por tres sencillos, casi austeros, tableros de madera. "La madera tiene gamas limpias, sólidas y masculinas", dijo.

"Su mayor problema era el panel. Shakespeare, Treleaven y Garment sentían que era esencial tener un grupo "equilibrado". En primer lugar, esto significaba un negro. Un negro. No dos. Dos era ofensivo para los blancos, tal vez también para los negros. Dos era demasiado arriesgado. Uno era necesario y seguro. Un catorce por ciento de la población aplicado a un panel de seis o siete miembros equivalía a uno. Aunque en Texas sería delicado. ¿Tienes a un negro y a un mexicano-americano, o si no, a cuál de ellos?

"Aparte del negro, el panel del primer programa incluía un abogado judío, el presidente de un grupo polaco-húngaro, una ama de casa suburbana, un hombre de negocios, un representante de la clase media baja blanca y, para darle verosimilitud, dos periodistas: uno de Chicago y otro de Maine.

"Así estaba bien, dijo Roger Ailes. Pero entonces alguien llamó de Nueva York e insistió en que añadiera un granjero. Un granjero, ¡por el amor de Dios! Roger Ailes había nacido en Ohio, pero aun así sabía que uno no quiere tener a un granjero en un programa de televisión. Todo lo que hacían era hacer preguntas complicadas sobre cosas como los precios de paridad, que nadie más entendía o a nadie más le importaban. Incluido Richard Nixon. Nombraría un secretario de Agricultura cuando ganase, sí, ¿pero por qué hablar con los granjeros en directo en la televisión durante la campaña?

"Además, el granjero elevaba el número de panelistas a ocho, lo que a Ailes le parecía demasiado. A Nixon le resultaría imposible establecer relaciones interpersonales con ocho personas diferentes en una hora. Y las relaciones interpersonales eran la clave del éxito.

""Ese es el problema de que todas estas personas de la política se entrometan", dijo Ailes. "Bien, ellos consiguen que todos sus patéticos pequeños grupos estén representados, pero nosotros terminamos haciendo una gilipollez de programa".

"Iba a haber público en el plató -trescientas personas- reclutado por la organización republicana local. Con suficientes negros para que la prensa no pudiera escribir historias sobre "todo blancos" pero no los bastantes para que no pareciera calculado. Por supuesto, el público aplaudiría cada respuesta que Nixon diera, estimulando su confianza y dando al espectador la impresión de que definitivamente Nixon tenía carisma y cualquier otra cualidad que quisieran en su Presidente".

Se puede leer el libro aquí.

Os estoy dejando buenas lecturas para los próximos meses. ¡Os quejaréis!

viernes, 12 de enero de 2018

"¿No puedo conseguir a Ritchie?"


Franklin Delano Roosevelt escucha por la radio las votaciones de la convención demócrata de Chicago desde su casa de Hyde Park, Nueva York, el 1 de julio de 1932. (Foto: NARA)


Electing FDR (Elegir a FDR) de Donald Ritchie fue el primer libro que examinó en su totalidad las elecciones presidenciales de 1932 que marcaron el inicio del New Deal.

Un pasaje del libro que nos sitúa en las negociaciones para debsloquear la convención demócrata:

"La última esperanza de Franklin Roosevelt de ganar la nominación estaba en manos de John Nance Garner y sus delegaciones de Texas y California, lo que significaba tener que convencer a William Randolph Hearst para que liberase a esas delegaciones. Joseph P. Kennedy, un financiero de Boston con conexiones con Hearst en Hollywood y uno de los más generosos contribuyentes de Roosevelt, hizo una llamada a Hearst a San Simeon, su finca palaciega de la costa de California. "W.R., ¿quieres a Baker?", le preguntó Kennedy sin rodeos, explicándole que si no ganaba Roosevelt, Newton Baker conseguiría la nominación. Hearst desconfiaba de Baker por ser un 'wilsoniano' y preguntó, "¿No puedo conseguir a [Albert] Ritchie?" Pero Kennedy insistió en que Baker sería el candidato de compromiso. Hearst escuchó una advertencia similar del Alcalde de Boston, Curley, y, sorprendentemente, de la Casa Blanca.

"Al Presidente Hoover le preocupaba que Baker emergiera como el candidato demócrata si la convención se bloqueaba. "Nuestra salvación depende en gran medida de su nominación", dijo Hoover sobre Roosevelt. "Baker me da miedo". Calculando que Hearst tenía la llave de la nominación, Hoover ordenó a Larry Richey que llamase al jefe de la Metro-Goldwyn-Mayer, Louis Mayer, para hacer que este rogase a Hearst que se pusiera las pilas si quería parar a Baker (la Metro tenía contratada a la novia de Hearst, la estrella de cine Marion Davies).

"En Washington esperaba el corresponsal de Hearst, George Rothwell Brown, que había renunciado a asistir a la convención -la única que se perdió entre 1908 y su muerte en la convención republicana de 1960- para estar disponible para cualquier trato con el Speaker Garner. El 1 de julio, Brown recibió un telegrama de la Organización Hearst: DILE A GARNER QUE EL JEFE CREE QUE LO ÚNICO QUE PUEDE SALVAR AL PAÍS AHORA ES QUE LE DÉ SUS VOTOS AL GOBERNADOR ROOSEVELT. A las 11 de esa mañana, Brown visitó al Speaker en el Capitolio y le pasó la información. Garner acordó renunciar a sus delegados. Esa tarde, el 'Chicago American' de Hearst dio un vuelco a su línea editorial y escribió de forma favorable sobre la candidatura de Roosevelt.

"Garner esperó hasta las 3 de esa tarde para llamar a Sam Rayburn y decirle que era el momento de "desarticular esta cosa" [su campaña]. El Speaker dijo que Roosevelt era la elección de la convención y debería recibir la nominación. Rayburn le respondió que no podía mover Texas a favor de Roosevelt salvo que Garner acordara ir como Vicepresidente: la intransigente delegación de Texas no aceptaría menos. "Está bien", dijo Garner, "libera a mis delegados y mira lo que puedes hacer. Carajo, haré cualquier cosa por ver a los demócratas ganar unas elecciones nacionales". Se dio cuenta demasiado tarde de que su aventura en las elecciones presidenciales significaba dejar uno de los puestos más poderosos de Washington, el de Speaker de la Cámara de Representantes, por uno de los menos poderosos, el de oficial encargado de presidir el Senado. 

"A las 6 de la tarde, ante la delegación de Texas, Rayburn anunció la retirada de Garner, una revelación que provocó lágrimas, gritos de protesta y acusaciones de que él y otros estaban abandonando al Speaker. No estaban abandonando a Garner, rebatió Rayburn, porque no quería la Presidencia. Aun así, la delegación votó a favor de apoyar a Roosevelt por solo 54 contra 51. En Washington, un reportero preguntó al Speaker Garner si era cierto que se había pasado al bando de Roosevelt. "Soy un poco más viejo que tú, hijo", dijo el Speaker. "Y la política es rara".

"Al enterarse de que Garner había liberado a la delegación de Texas, William G. McAdoo reunió rápidamente a la delegación de California en el mismo hotel. Jim Farley les solicitó con lágrimas en los ojos. "Chicos, Roosevelt está perdido si California no se viene esta tarde", suplicó. Pero según la ley de California, solo el ganador de la primaria, el Speaker Garner, podía liberar a sus delegados. McAdoo se presentó ante la delegación de California y anunció la retirada de Garner. Dado que los delegados estaban divididos y enfadados, descartó sondearlos y creó un comité de dirección para determinar a qué candidato apoyarían. McAdoo contactó con Hearst e hizo un esfuerzo interesado de última hora para convencer al editor de que le apoyara a él para Presidente o, si eso fallaba, para Vicepresidente. Hearst tuvo que recordarle que el candidato presidencial era quien hacía la selección del Vicepresidente.

"A las 5:20 de esa tarde, justo antes de las reuniones de las delegaciones de Texas y California, Franklin Roosevelt llamó a Newton Baker. La convención de Chicago estaba en un lío, dijo FDR, y parecía que los delegados se volverían hacia Baker. "Haré todo lo que pueda para propiciar eso si tú quieres", manifestó. Baker le dio las gracias pero no pidió el apoyo de Roosevelt porque todavía no quería "forzar la mano del destino". Aceptaba ser reclutado pero no lo perseguía. Posiblemente, Roosevelt había previsto la respuesta de Baker. Ralph Hayes, el principal defensor de Baker en Chicago, dijo que se había enterado del trato con Garner más de una hora antes de la llamada de Roosevelt. Tanto si FDR era sincero como si simplemente estaba intentando apuntalar su apoyo, Baker sintió "una profunda sensación de libertad y alivio" cuando perdió la nominación.

"Esa noche, los delegados volvieron al estadio descansados y preparados para otro maratón de votaciones. Las fuerzas que querían parar a Roosevelt esperaban que Mississippi rompiera con Roosevelt e iniciara una avalancha en su contra. Antes de que eso pudiera ocurrir, McAdoo caminó con pasos largos hacia el estrado. El enorme pabellón enmudeció. "California vino aquí a nominar a un Presidente de los Estados Unidos..."".

Se puede leer el libro aquí.

miércoles, 10 de enero de 2018

'Reality show' en la Sala del Gabinete



"'El Ala Oeste de la Casa Blanca' confluyó con 'El Aprendiz' el martes cuando el Presidente Trump presidió una reunión extraordinaria, televisada, de legisladores de ambos partidos debatiendo sobre ideas políticas en la Sala del Gabinete. Sobre la mesa: la inmigración". (Michael D. Shear hace una disección de este episodio único de telerrealidad presidencial en The New York Times)


"Durante 55 minutos, con las cámaras rodando, el Presidente Trump se implicó en una vigorosa discusión de la inmigración con líderes del Congreso de los dos partidos en un marco habitualmente reservado a cuestiones insulsas y ocasiones fotográficas insignificantes. De hecho, el Presidente y sus visitantes abandonaron los guiones de palabrería y negociaron una posible legislación delante de la nación"
. (Peter Baker, The New York Times)