viernes, 12 de enero de 2018

"¿No puedo conseguir a Ritchie?"


Franklin Delano Roosevelt escucha por la radio las votaciones de la convención demócrata de Chicago desde su casa de Hyde Park, Nueva York, el 1 de julio de 1932. (Foto: NARA)


Electing FDR (Elegir a FDR) de Donald Ritchie fue el primer libro que examinó en su totalidad las elecciones presidenciales de 1932 que marcaron el inicio del New Deal.

Un pasaje del libro que nos sitúa en las negociaciones para debsloquear la convención demócrata:

"La última esperanza de Franklin Roosevelt de ganar la nominación estaba en manos de John Nance Garner y sus delegaciones de Texas y California, lo que significaba tener que convencer a William Randolph Hearst para que liberase a esas delegaciones. Joseph P. Kennedy, un financiero de Boston con conexiones con Hearst en Hollywood y uno de los más generosos contribuyentes de Roosevelt, hizo una llamada a Hearst a San Simeon, su finca palaciega de la costa de California. "W.R., ¿quieres a Baker?", le preguntó Kennedy sin rodeos, explicándole que si no ganaba Roosevelt, Newton Baker conseguiría la nominación. Hearst desconfiaba de Baker por ser un 'wilsoniano' y preguntó, "¿No puedo conseguir a [Albert] Ritchie?" Pero Kennedy insistió en que Baker sería el candidato de compromiso. Hearst escuchó una advertencia similar del Alcalde de Boston, Curley, y, sorprendentemente, de la Casa Blanca.

"Al Presidente Hoover le preocupaba que Baker emergiera como el candidato demócrata si la convención se bloqueaba. "Nuestra salvación depende en gran medida de su nominación", dijo Hoover sobre Roosevelt. "Baker me da miedo". Calculando que Hearst tenía la llave de la nominación, Hoover ordenó a Larry Richey que llamase al jefe de la Metro-Goldwyn-Mayer, Louis Mayer, para hacer que este rogase a Hearst que se pusiera las pilas si quería parar a Baker (la Metro tenía contratada a la novia de Hearst, la estrella de cine Marion Davies).

"En Washington esperaba el corresponsal de Hearst, George Rothwell Brown, que había renunciado a asistir a la convención -la única que se perdió entre 1908 y su muerte en la convención republicana de 1960- para estar disponible para cualquier trato con el Speaker Garner. El 1 de julio, Brown recibió un telegrama de la Organización Hearst: DILE A GARNER QUE EL JEFE CREE QUE LO ÚNICO QUE PUEDE SALVAR AL PAÍS AHORA ES QUE LE DÉ SUS VOTOS AL GOBERNADOR ROOSEVELT. A las 11 de esa mañana, Brown visitó al Speaker en el Capitolio y le pasó la información. Garner acordó renunciar a sus delegados. Esa tarde, el 'Chicago American' de Hearst dio un vuelco a su línea editorial y escribió de forma favorable sobre la candidatura de Roosevelt.

"Garner esperó hasta las 3 de esa tarde para llamar a Sam Rayburn y decirle que era el momento de "desarticular esta cosa" [su campaña]. El Speaker dijo que Roosevelt era la elección de la convención y debería recibir la nominación. Rayburn le respondió que no podía mover Texas a favor de Roosevelt salvo que Garner acordara ir como Vicepresidente: la intransigente delegación de Texas no aceptaría menos. "Está bien", dijo Garner, "libera a mis delegados y mira lo que puedes hacer. Carajo, haré cualquier cosa por ver a los demócratas ganar unas elecciones nacionales". Se dio cuenta demasiado tarde de que su aventura en las elecciones presidenciales significaba dejar uno de los puestos más poderosos de Washington, el de Speaker de la Cámara de Representantes, por uno de los menos poderosos, el de oficial encargado de presidir el Senado. 

"A las 6 de la tarde, ante la delegación de Texas, Rayburn anunció la retirada de Garner, una revelación que provocó lágrimas, gritos de protesta y acusaciones de que él y otros estaban abandonando al Speaker. No estaban abandonando a Garner, rebatió Rayburn, porque no quería la Presidencia. Aun así, la delegación votó a favor de apoyar a Roosevelt por solo 54 contra 51. En Washington, un reportero preguntó al Speaker Garner si era cierto que se había pasado al bando de Roosevelt. "Soy un poco más viejo que tú, hijo", dijo el Speaker. "Y la política es rara".

"Al enterarse de que Garner había liberado a la delegación de Texas, William G. McAdoo reunió rápidamente a la delegación de California en el mismo hotel. Jim Farley les solicitó con lágrimas en los ojos. "Chicos, Roosevelt está perdido si California no se viene esta tarde", suplicó. Pero según la ley de California, solo el ganador de la primaria, el Speaker Garner, podía liberar a sus delegados. McAdoo se presentó ante la delegación de California y anunció la retirada de Garner. Dado que los delegados estaban divididos y enfadados, descartó sondearlos y creó un comité de dirección para determinar a qué candidato apoyarían. McAdoo contactó con Hearst e hizo un esfuerzo interesado de última hora para convencer al editor de que le apoyara a él para Presidente o, si eso fallaba, para Vicepresidente. Hearst tuvo que recordarle que el candidato presidencial era quien hacía la selección del Vicepresidente.

"A las 5:20 de esa tarde, justo antes de las reuniones de las delegaciones de Texas y California, Franklin Roosevelt llamó a Newton Baker. La convención de Chicago estaba en un lío, dijo FDR, y parecía que los delegados se volverían hacia Baker. "Haré todo lo que pueda para propiciar eso si tú quieres", manifestó. Baker le dio las gracias pero no pidió el apoyo de Roosevelt porque todavía no quería "forzar la mano del destino". Aceptaba ser reclutado pero no lo perseguía. Posiblemente, Roosevelt había previsto la respuesta de Baker. Ralph Hayes, el principal defensor de Baker en Chicago, dijo que se había enterado del trato con Garner más de una hora antes de la llamada de Roosevelt. Tanto si FDR era sincero como si simplemente estaba intentando apuntalar su apoyo, Baker sintió "una profunda sensación de libertad y alivio" cuando perdió la nominación.

"Esa noche, los delegados volvieron al estadio descansados y preparados para otro maratón de votaciones. Las fuerzas que querían parar a Roosevelt esperaban que Mississippi rompiera con Roosevelt e iniciara una avalancha en su contra. Antes de que eso pudiera ocurrir, McAdoo caminó con pasos largos hacia el estrado. El enorme pabellón enmudeció. "California vino aquí a nominar a un Presidente de los Estados Unidos..."".

Se puede leer el libro aquí.

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