miércoles, 18 de octubre de 2017

El populista espiritual

Última semana de mayo de 1976. Se celebran primarias demócratas en seis estados pero solo la de Oregon está disputada. Jerry Brown llega al estado del castor con el objetivo de alcanzar una cuarta parte de los votos para seguir poniendo en duda la nominación del favorito Jimmy Carter.


Miles de personas esperan al candidato más singular del momento. "Hemos soportado a los ricos durante 200 años. ¡Que se bajen de nuestra chepa!", puede leerse en una pancarta. El gobernador de California hace acto de presencia con algo de retraso.


"Lo que me ha retrasado esta mañana es la firma de una ley en California que por primera vez en la historia de nuestro estado establece una deducción fiscal del 10 por ciento para cualquiera que instale un panel solar", explica Brown.


¿Qué tiene que ofrecer, o intentar ofrecer, Brown a sus seguidores oregonianos? "En primer lugar, restaurar la honestidad en Washington. En segundo lugar, colocar a ocho millones de americanos que ahora están relegados a la parte de atrás de esta sociedad y reconstruir las ciudades de América".


No importa cuántos misiles tenga EEUU si "carecemos de la fuerza colectiva y la voluntad política para defender nada, y es ahí donde creo que deberíamos poner nuestro mayor énfasis".




El antiguo seminarista jesuita, de 38 años, lleva menos de año y medio gobernando California pero ya es una figura política nacional original que fusiona el populismo con la retórica antigobierno y el liberalismo urbano. Quiere proteger el medioambiente y defiende la austeridad presupuestaria.


Su entrada tardía en la campaña le obliga a competir en Oregon como
candidato por inserción escrita (los que quieran votarle tienen que escribir a mano su nombre porque no aparece en las papeletas).


La primera gran prueba para Brown llegó en
Maryland, donde el 18 de mayo obtuvo una sonora victoria de doce puntos sobre Carter. Contó con el apoyo del Gobernador Marvin Mandel y de varios líderes locales. Brown recorrió el estado y se convirtió en la atracción preferida de unos medios de comunicación fascinados con su estilo de vida frugal (vive en un apartamento en vez de en la mansión del gobernador y practica el budismo zen).


Aquella misma noche, el casi descartado Mo Udall estuvo a punto de derrotar a Carter en la primaria de Michigan. Una semana antes, el Senador Frank Church, otra incorporación tardía a la carrera electoral, derrotó a Carter en la primaria de Nebraska. Church es el favorito en Oregon.
Carter empieza a ser vulnerable. Aunque es matemáticamente casi imposible que pierda la nominación, los medios destacan que el ex gobernador de Georgia es incapaz de ganar primarias en los estados del Oeste. Y el protagonismo de Brown y su "espiritualidad populista" aumenta a nivel nacional.


"Me gustaría intentar un enfoque ético diferente"
, dice Brown en todos los lugares que visita.


El gobernador de California aplica
un estilo desenfadado a su campaña. Algunos sospechan que es porque realmente no busca ser Presidente. Un reportero que cubre la campaña de Brown señala que el candidato "no es del todo serio" sino que "se burla de la retórica política" y obtiene "placer y aplausos por burlarse de la política".


La suya es una actitud irónica de "no hacer promesas" porque cree que los políticos y el gobierno, en su forma actual, no tienen capacidad de cumplir las promesas. Es un candidato de pensar, no de hacer. Para él el liderazgo no consiste en "cuántas cosas haces" sino en "tu transparencia a la hora de exponer alternativas" porque América ha alcanzado un punto en el que hay que volver a someter a debate todo lo aceptado. Le gusta hablar de sus propias limitaciones y admite que no tiene claro casi nada.

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