martes, 5 de diciembre de 2017

La dura hora de la retirada (III)

12 de febrero de 1988. Alexander Haig anuncia su retirada de la carrera presidencial republicana cuando falta menos de una semana para la primaria de New Hampshire, y decide apoyar a Bob Dole. El objetivo del ex secretario de Estado y General retirado de cuatro estrellas es impedir que el Vicepresidente George Bush, con el que ha tenido importantes desencuentros, llegue al Despacho Oval.

"A mi juicio, el Senador Robert Dole es el candidato más capaz para liderar nuestro país en la entrada a los años noventa", dice Haig desde Manchester, New Hampshire. "Desde mi punto de vista, Bob Dole está muy por encima de George Bush".

"¿Por qué he hecho esto?", pregunta al explicar su decisión. "Por doloroso que resulte para mí personalmente, pensé que si podía conseguir que mis partidarios apoyen a Bob Dole, haría la diferencia".

Haig no pasaba del 2 por ciento en los sondeos republicanos.




18 de febrero de 1988. Dos días después de quedar en cuarto lugar en la primaria republicana de New Hampshire habiendo contado con el apoyo del Union Leader, el periódico de mayor tirada del estado de granito, Pete du Pont comunica su decisión de dar por concluida su aventura presidencial.

"En América no prometemos que todos ganan, solo que todos tienen la oportunidad de intentarlo", dice el ex gobernador de Delaware, quien entró en campaña antes que nadie, en septiembre de 1986. "Vosotros me habéis dado la oportunidad".

Miembro de la poderosa familia de la industria química que financió las superproducciones de Samuel Bronston en tierras españolas, el elegante du Pont está considerado un iconoclasta político con raíces en el establishment y ha apostado por un ideario radical en esta campaña.

Proponía establecer un sistema de jubilaciones alternativo, eliminar gradualmente los subsidios a los granjeros, obligar a trabajar a las personas que se benefician de prestaciones sociales y proveer ayuda económica a los padres para que envíen a sus hijos a la escuela que ellos quieran.

"Hemos puesto esos desafíos en el centro del debate; son urgentes, son reales y no desaparecerán", pronostica du Pont.

El ex gobernador rechaza la idea de ir como número dos en el ticket republicano en noviembre.

"Nuestra campaña ha sido una campaña de cambio", dice. "El único cargo en todo Estados Unidos en el que por definición no puedes cambiar nada en absoluto es la Vicepresidencia".




9 de marzo de 1988. Jack Kemp se retira de la contienda presidencial tras quedar por detrás de George Bush, Bob Dole y Pat Robertson en dieciséis de los diecisiete estados que votaron el Súper Martes y hacerse con solo cuatro de los 716 delegados en juego ese día.

"El éxito nunca es el final. El fracaso nunca es fatal. Es el coraje lo que cuenta", dice el congresista por Nueva York y antiguo quarterback de la NFL parafraseando a Winston Churchill.

Hace unas semanas, Kemp dijo que la nominación de Bush o Dole supondría "el final de la agenda de Reagan"; ahora rectifica y declara que "Bush se ha presentado con éxito con la agenda de Reagan. Competíamos por el ala de Reagan del Partido Republicano y él ha ganado".

El congresista preferido del Presidente Ronald Reagan, de 52 años, empezó la carrera como el candidato más carismático y uno de los favoritos, pero pronto vio que tendría que repartirse el voto de los conservadores fiscales más ortodoxos con Pete du Pont y el de los republicanos clásicos más leales a Reagan con el Vicepresidente Bush, quien cuenta con importantes ventajas institucionales.

El columnista de The Washington Post Sidney Blumenthal resume lo ocurrido a Kemp de la siguiente manera:

"Creyó que el Gran Viejo Partido (Grand Old Party, GOP) era una cáscara moribunda que sería sustituida por un "Gran Nuevo Partido"; que ese Partido Republicano actualizado, en cuyo corazón estaba el movimiento conservador, se movería de manera sincronizada detrás de su estandarte; que las ideas avanzadas primero por Ronald Reagan eran irresistibles y superarían a los recursos financieros e institucionales superiores de sus adversarios; que la historia de Reagan era simplemente un prólogo de la suya.

"En su inocencia, Kemp pensó que, por su adherencia a la fe conservadora, sería visto de forma natural como el heredero de Reagan. Uno de sus asesores, Jude Wanniski, el gurú de la economía de la oferta, pintó a Reagan como Filipo de Macedonia y a Kemp como Alejandro Magno. El padre conquistó América con el poder de la economía de la oferta; el hijo cubriría todo el globo. Pero Kemp debe convivir con un movimiento conservador que, anticipándose a la salida de Reagan, se ha visto sepultado por las guerras tribales. Unos creyentes se han puesto en contra de otros creyentes, con Kemp como el objetivo de muchas flechas".




29 de marzo de 1988. En una sala del Senado abarrotada de colegas, empleados de su campaña, familiares y amigos, Bob Dole se declara "tocado pero indoblegable" al anunciar su decisión de retirarse de la carrera presidencial y ponerse al servicio de su hasta ahora rival, George Bush.

El senador por Kansas ha gastado 18 millones de dólares, ha hecho campaña incansablemente en los últimos dos años, cosechando victorias en cinco estados, incluida Iowa, y recibiendo más de dos millones de votos. Pero las encuestas que muestran a Bush ganando fácilmente en la primaria de Wisconsin le han hecho tomar la decisión de cerrar su campaña.

"Una cosa que aprendes a hacer bien en nuestro negocio es contar", dice el Senador Dole. "Llegas a confiar en tu instinto que te dice que se ha acabado. En mi corazón sé que ahora es el momento. Felicito a George Bush y le deseo lo mejor en noviembre".

El rival más fuerte de Bush habla sin rencor del Vicepresidente, dejando de lado las asperezas de la campaña, que han sido muchas.

"Vuelvo al Senado como el líder de los republicanos, ansioso por dedicarme allí a los problemas a los que se enfrenta América y preparado para hacer todo lo que pueda para elegir republicanos en noviembre",  dice. "Y para hacer todo lo que pueda por nuestro nominado, George Bush".

"Mis amigos saben que soy un luchador",  dice Dole, quien fue herido de gravedad en la Segunda Guerra Mundial. "No me gusta perder. No pido perdón por ello. Simplemente soy así. También saben que soy un optimista. Si no lo fuera, hoy no estaría aquí. Me han golpeado antes, y no hay duda de que lo volverán a hacer. Pero nunca he sido derrotado y nunca lo seré".



Con la retirada de Dole, Pat Robertson es el último adversario de Bush que queda en pie. Desde marzo, el pastor y fenómeno de la televisión no tiene posibilidades realistas de ganar la nominación, pero ha decidido permanecer en la carrera con un personal limitado porque "estamos poniendo las bases para una gran victoria en esta nación. Puede que no sea en 1988, pero no pienso dejarlo".

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