martes, 12 de diciembre de 2017

La dura hora de la retirada (VII)

26 de enero de 2000. Un pobre resultado en el caucus de Iowa lleva a Orrin Hatch a abandonar la carrera presidencial republicana y apoyar al favorito George W. Bush.

"He hecho campaña arduamente y los resultados fueron inmediatos. Un mes después de mi anuncio pasé al puesto número nueve. Unas pocas semanas después era el número ocho, y luego subí al número siete y luego, en un mes, era el número seis. Algunos criticones pueden decir que esto es porque Lamar, Liddy y Pat se retiraron, pero me gustaba la tendencia", bromea Hatch.

"Creo que el Gobernador Bush es el único que puede unir al partido y recuperar la Casa Blanca para nosotros", dice. "Pienso que tiene la capacidad para hacer eso. Ahora que yo estoy fuera, pienso que el Gobernador Bush es la única persona que puede conseguir resultados".

"Me gusta el hecho de que pueda conseguir un consenso bipartidista", destaca. "Pienso que tenemos que tener eso en este país y sin duda en nuestro partido. No podemos simplemente tomar un programa estrecho para unas pocas personas en este país. Tenemos que ser para todos".

El senador por Utah, de 66 años, nunca había manifestado ambiciones presidenciales en su cerca de un cuarto de siglo en el Senado, por lo que su entrada en la competición el año pasado fue una sorpresa para todos. Hatch explicó que pretendía ser una especie de copia de seguridad para el partido ante la falta de experiencia de Bush en la política nacional; si el gobernador de Texas perdía fuelle, argumentó Hatch, el partido necesitaría inmediatamente una alternativa creíble, y él creía ser ese hombre.

El veterano político mormón concentró su campaña en la reforma de la seguridad social y el Medicare, pero carecía de una organización o de una maquinaria para recaudar fondos y, aparte de los mormones, no tenía una base de partidarios clara.

Intentando encontrar una causa para su última posición en el caucus de Iowa, Hatch culpa a su entrada tardía en la campaña. "Entré demasiado tarde. Me arrepiento de no haber entrado antes. Creo que eso habría hecho la diferencia. Para ser honestos, la mayoría de los republicanos no estaban ya disponibles en ese momento. No creo que pueda hacerse en una campaña de seis meses. Creo que lo he demostrado".


4 de febrero de 2000. Gary Bauer anuncia su retirada de la carrera presidencial tras quedar en un humillante quinto puesto en la primaria republicana de New Hampshire (por detrás de John McCain, Bush, Steve Forbes y hasta Alan Keyes). Su tremenda caída del escenario mientras intentaba darle la vuelta a una tortita en Manchester ha sido demoledora en las urnas.

Este hijo de conserje de 53 años, experto en temas de familia y educación, que trabajó en el Ala Oeste de la Casa Blanca durante la Presidencia de Ronald Reagan, hizo de la oposición al aborto y de la reforma educativa los temas centrales de su campaña y atrajo la atención del público y de los medios por atacar a Bush en los debates presidenciales.

Bauer dice que los candidatos que quedan en la competición deberían tomar el testigo en las causas que él ha defendido.

"No voy a apoyar a nadie hasta que vea que uno de esos candidatos se acerca a los asuntos que he descrito", asegura. "Casi todos mis competidores sugieren que ellos también defienden estas ideas, pero como señalé en los debates, la trampa está en los detalles".




10 de febrero de 2000. El magnate editorial Steve Forbes da por terminada su segunda aventura presidencial tras haber invertido 66 millones de dólares de su cuenta corriente y haber dedicado años a hacer campaña. El detonante ha sido su mal resultado en la primaria de Delaware, donde en 1996 salió ganador.

A diferencia de la vez anterior, Forbes construyó esta vez una considerable organización electoral, gastando cientos de miles de dólares en la contratación de algunos de los mejores consultores y activistas del país, como Brent Bozell, Richard Viguerie, Morton Blackwell y Ken Blackwell. Empezó con un prometedor segundo puesto en el caucus de Iowa, pero pronto se hizo evidente que aquel sería el valor máximo que alcanzaría.

El candidato de la reforma fiscal y la reforma de la seguridad social cree que ha ayudado a dar forma al programa republicano del futuro a pesar de haber reunido a un grupo de seguidores muy pequeño debido a su escaso talento para hacer campaña.

"Como dijo una vez mi padre cuando perdió unas elecciones a gobernador de New Jersey: nos hemos encontrado con una goleada. Pero no me arrepiento de nada y vosotros tampoco deberíais, porque juntos hemos transformado la agenda pública, el paisaje político. Juntos hemos creado una nueva agenda conservadora y esa agenda sucederá. Recordad lo que os digo", dice Forbes en su despedida.

"Tenemos nuevamente la oportunidad de crear un ambiente aquí en casa y alrededor del mundo donde nuestros valores hundan sus raíces en un suelo que antes era estéril y hostil. Pero no va a ocurrir si las buenas personas no trabajan para hacer que ocurra", dice.

La retirada de Forbes convierte la próxima primaria, la de Carolina del Sur, en un mano a mano entre Bush y McCain.




9 de marzo de 2000. John McCain suspende su campaña presidencial y pide a la nación que continúe la cruzada que él inició para conseguir una reforma de la financiación de las campañas electorales. Con una campaña que empezó como una aventura quijotesca contra el hijo del último Presidente republicano, y que creció gracias al acceso total que concedió a la prensa, el ya ex candidato ha cosechado más de cinco millones de votos y 244 delegados.

McCain, de 63 años, ha estado las últimas 48 horas reunido con sus principales asesores analizando los resultados del Súper Martes y ha concluido que es virtualmente imposible para él ganar la nominación presidencial republicana.

El senador por Arizona perdió nueve de las trece primarias del Súper Martes, incluidas las de California, Nueva York y Ohio, estados ricos en delegados. Sus cuatro victorias en el día grande se limitaron a la región de Nueva Inglaterra: Massachusetts, Rhode Island, Connecticut y Vermont. Los expertos atribuyeron su flojo desempeño el Súper Martes a que se desvió de su tema central (la reforma electoral) y se enredó en una estéril pelea con los grupos conservadores evangélicos.

McCain explica que, por si acaso, no disolverá de forma definitiva su campaña mientras Bush no alcance los 1,034 delegados necesarios para asegurar la nominación. Pero rechaza las peticiones de algunos de sus seguidores para concurrir a las elecciones generales como candidato independiente.

"Amo a mi partido, es mi hogar", dice McCain en una declaración al aire libre en Sedona, Arizona con las rocas rojas coronadas de nieve al fondo.

"El nuestro es el partido de Lincoln, Roosevelt y Reagan", dice. "Esa es buena compañía para cualquier americano".

"Pero", añade, "también estoy dedicado a la necesaria causa de la reforma y nunca renunciaré a una lucha por lo que sé que es lo correcto y justo para nuestro país. Como dije durante la campaña, lo que es bueno para mi país es bueno para mi partido. Si nuestro partido alguna vez abandona este principio, el pueblo americano nos abandonará con razón y nos perderemos en la neblina de la historia sin merecernos la lealtad de nadie".

Alison Mitchell, de The New York Times, hace balance de la campaña de McCain: Parto y deceso del 'Expreso de la Franqueza', de riesgo en riesgo.

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