28 de abril de 2017. Un Presidente de los Estados Unidos vuelve a participar en una conferencia de la Asociación Nacional del Rifle treinta y cuatro años después. "Hicisteis lo necesario por mí y yo voy a hacer lo necesario por vosotros. Me enorgulleció recibir el 'endorsement' más temprano en la historia de la organizacion. Y hoy también estoy orgulloso de ser el primer Presidente titular que se dirige al Foro de Liderazgo de la NRA desde nuestro maravilloso Ronald Reagan en 1983", dice Donald Trump ante los miles de propietarios de armas reunidos en Atlanta.
El Presidente número 45 es miembro de la NRA, como lo son dos de sus hijos. En una de sus primeras apariciones en New Hampshire antes de anunciar su candidatura presidencial, declaró que solía llevar pistola. Y en su primer mes en la Casa Blanca, revocó una regulación firmada por su antecesor que facilitaba el bloqueo de la venta de armas a personas con problemas mentales, una decisión muy polémica.
"El asalto de ocho años contra vuestras libertades de la Segunda Enmienda ha llegado a su fin", declara Trump en su primera conferencia de la NRA como Presidente. "Tenéis a un verdadero amigo y defensor en la Casa Blanca. Yo nunca jamás violaré el derecho del pueblo a poseer y portar armas".
"Las agencias federales ya no perseguirán a los propietarios de armas que cumplen con la ley", asegura. "El gobierno ya no estará intentando socavar vuestros derechos y libertades como americanos. En lugar de ello, trabajaremos con vosotros, a vuestro lado. Trabajaremos con la NRA para promover la propiedad responsable de armas, para proteger a nuestros maravillosos cazadores y su acceso a los muy hermosos exteriores".
Trump garantiza la acción de su gobierno para restaurar "algo que a los propietarios de armas les importa mucho. Se llama el imperio de la ley. Hemos dejado claro que nuestra administración siempre estará con los increíbles hombres y mujeres de la policía. De hecho, incontables miembros de la policía también son miembros de la NRA porque nuestra policía sabe que la propiedad responsable de armas salva vidas y que el derecho a la autodefensa es esencial en la seguridad pública.
"Nuestros policías y sheriffs también saben que cuando prohíbas las armas, solo los criminales estarán armados. Durante demasiado tiempo, Washington ha perseguido a los propietarios de armas que cumplen con la ley mientras ha hecho la vida más fácil a los criminales, los narcotraficantes y los miembros de bandas".
Hace mención especial al MS-13, una banda criminal transnacional de origen hispanoamericano, integrada sobre todo por inmigrantes ilegales salvadoreños, que durante la era Obama campó a sus anchas y se expandió a cuarenta estados de la Unión. "¿Conocéis el MS-13?", pregunta Trump. "Ya no están contentos, tíos. Ya no están contentos. Es un grupo malo. Caguémosles a palos, ¿vale? Librémonos de ellos".
El comandante en jefe agradece a la NRA no solo su apoyo a la Segunda Enmienda, "sino todo lo que hacéis para defender nuestra bandera y nuestra libertad".
"Con vuestro activismo, ayudasteis a salvaguardar las libertades de nuestros soldados, que han sangrado y han muerto por nosotros en el campo de batalla", dice. "La NRA protege en nuestros capitolios y asambleas legislativas las libertades que nuestros soldados han ganado para nosotros en esos increíbles campos de batalla".
Trump manifiesta que la NRA y su administración van de lo mismo: "El derecho de un pueblo soberano a gobernar sus propios asuntos, y a gobernarlos apropiadamente. No queremos ser regidos más por los burócratas de Washington, o de ningún otro país si vamos al caso. En América somos regidos por nuestros ciudadanos".
Se despide de un público enfervorizado con un "Nunca, nunca os abandonaré".
Como colofón a este repaso a la política presidencial sobre armas os dejo Charles Bronson anda suelto, un podcast de 133 minutazos dedicado al arquitecto convertido en justiciero civil, Paul Kersey. A Kersey le habría encantado encargarse él solo de las ratas del MS-13.
martes, 20 de febrero de 2018
lunes, 19 de febrero de 2018
"Teníamos la obligación de intentarlo"
17 de abril de 2013. El Presidente Barack Obama recibe como una patada en los huevos el bloqueo en el Senado de un proyecto bipartidista para ampliar la verificación de antecedentes en la compra de armas, patrocinado por los senadores Joe Manchin, demócrata de Virginia Occidental, y Pat Toomey, republicano de Pennsylvania, y respaldado por la Casa Blanca. El proyecto no alcanza el número de votos necesario (60) para continuar su tramitación en el Senado. 41 senadores republicanos y 5 demócratas votan en contra.
"Hoy es un día vergonzoso para Washington", dice el Presidente en una comparecencia en la rosaleda de la Casa Blanca, en presencia, entre otros, de Mark Barden, el padre de uno de los 26 niños y maestros asesinados con dos pistolas y un fusil unos meses antes en la escuela primaria de Sandy Hook.
Obama acusa a la Asociación Nacional del Rifle: "En lugar de apoyar este compromiso, el lobby de las armas y sus aliados mintieron deliberadamente sobre el proyecto de ley".
"Si la acción del Congreso podía haber salvado a una persona, un niño, unos pocos cientos, unos pocos miles... si podía haber evitado que esas personas pierdan sus vidas por la violencia por armas en el futuro mientras se preservan nuestros derechos de la Segunda Enmienda, teníamos la obligación de intentarlo", dice. "Y esta legislación cumplía los requisitos. Y demasiados senadores han fallado los suyos".
El Senado también tumba otra iniciativa, esta demócrata y partidista, para prohibir las armas de asalto y los cartuchos de gran capacidad. 60 senadores se oponen al proyecto; entre ellos, 15 demócratas.
A pesar del eficaz uso publicitario de 'la masacre de Sandy Hook', Obama no consigue tener credibilidad para encabezar ningún consenso sobre control de armas después de haber denigrado a los propietarios de armas durante la campaña electoral de 2008 (con un comentario que terminará siendo profético, por cierto). Tampoco ayudaron las tentativas contra la Segunda Enmienda de su arbitrario fiscal general, Eric Holder, que provocaron la revuelta de 65 congresistas demócratas en 2009 y le impidieron hacer nada en su primer mandato.
Al final, las continuas agresiones de la administración Obama y de los medios colaboracionistas a los hombres y mujeres decentes que poseen armas logran el efecto contrario: que los vendedores de armas hagan su agosto gracias al miedo de muchos ciudadanos al talante represor y totalitario del gobierno. 'Si van a impedirnos el acceso a las armas, ahora es el momento de avastecernos para estar preparados' es la reacción.
Antes de concluir su mandato, Obama terminará firmando acciones ejecutivas suaves para limitar la actividad de algunos vendedores de armas que operan en Internet y en exposiciones de armas, y aumentar los controles sobre personas que sufren enfermedades mentales.
"Hoy es un día vergonzoso para Washington", dice el Presidente en una comparecencia en la rosaleda de la Casa Blanca, en presencia, entre otros, de Mark Barden, el padre de uno de los 26 niños y maestros asesinados con dos pistolas y un fusil unos meses antes en la escuela primaria de Sandy Hook.
Obama acusa a la Asociación Nacional del Rifle: "En lugar de apoyar este compromiso, el lobby de las armas y sus aliados mintieron deliberadamente sobre el proyecto de ley".
"Si la acción del Congreso podía haber salvado a una persona, un niño, unos pocos cientos, unos pocos miles... si podía haber evitado que esas personas pierdan sus vidas por la violencia por armas en el futuro mientras se preservan nuestros derechos de la Segunda Enmienda, teníamos la obligación de intentarlo", dice. "Y esta legislación cumplía los requisitos. Y demasiados senadores han fallado los suyos".
El Senado también tumba otra iniciativa, esta demócrata y partidista, para prohibir las armas de asalto y los cartuchos de gran capacidad. 60 senadores se oponen al proyecto; entre ellos, 15 demócratas.
A pesar del eficaz uso publicitario de 'la masacre de Sandy Hook', Obama no consigue tener credibilidad para encabezar ningún consenso sobre control de armas después de haber denigrado a los propietarios de armas durante la campaña electoral de 2008 (con un comentario que terminará siendo profético, por cierto). Tampoco ayudaron las tentativas contra la Segunda Enmienda de su arbitrario fiscal general, Eric Holder, que provocaron la revuelta de 65 congresistas demócratas en 2009 y le impidieron hacer nada en su primer mandato.
Al final, las continuas agresiones de la administración Obama y de los medios colaboracionistas a los hombres y mujeres decentes que poseen armas logran el efecto contrario: que los vendedores de armas hagan su agosto gracias al miedo de muchos ciudadanos al talante represor y totalitario del gobierno. 'Si van a impedirnos el acceso a las armas, ahora es el momento de avastecernos para estar preparados' es la reacción.
Antes de concluir su mandato, Obama terminará firmando acciones ejecutivas suaves para limitar la actividad de algunos vendedores de armas que operan en Internet y en exposiciones de armas, y aumentar los controles sobre personas que sufren enfermedades mentales.
"Gracias por hacer América más segura"
16 de abril de 2007. En su conferencia anual, llamada Celebración de los Valores Americanos, que esta vez se celebra en St. Louis, la Asociación Nacional del Rifle proyecta un mensaje grabado del Presidente George W. Bush dando las "gracias por vuestro trabajo para hacer América más segura, gracias por vuestro compromiso con la libertad y gracias por vuestro duradero apoyo a los derechos de la Segunda Enmienda".
Bush no es miembro de la NRA ni ha asistido nunca a su conferencia como Presidente por pudor o por cálculo electoral o él sabrá porqué, pero siempre ha mimado a un grupo que fue capital en sus victorias electorales. La NRA invirtió cerca de 20 millones de dólares en las elecciones presidenciales de 2000, la mayor parte para movilizar a sus miembros y a otros estadounidenses simpatizantes con la causa de las armas y llevarlos a las urnas a votar por Bush. La victoria del republicano en Virginia Occidental, Arkansas y Tennessee (perdiendo uno solo de esos estados que votaron dos veces a Clinton habría perdido la Presidencia) se debió en gran medida a los anuncios de televisión lanzados por la NRA en las ocho semanas anteriores a las elecciones.
La asociación se implicó más que nunca porque sentía que la administración Clinton había declarado la guerra a los propietarios de armas y porque existía la posibilidad de tener en la Casa Blanca a un hombre que, como gobernador de Texas, promovió y firmó una ley que otorgaba a los texanos el derecho a llevar armas de fuego ocultas por primera vez en 125 años.
"Ningún otro grupo podría haber hecho lo que nosotros hicimos colectivamente en 2000", admitió James Jay Baker, un lobista de la NRA.
"Vosotros sois la razón de que Al Gore no esté en la Casa Blanca", dijo el vicepresidente de la asociación, Wayne LaPierre, en la primera conferencia de 2001.
"Habéis demostrado que unidos no podéis ser derrotados", dijo su presidente, el actor Charlton Heston "La voluntad de este cuerpo no puede ser ignorada por este país".
A aquella conferencia de 2001 acudió la Secretaria de Interior Gale Norton como representante de Bush. "Muchos de vosotros ayudasteis al Presidente Bush a ganar las elecciones; os damos las gracias", dijo Norton a los propietarios de armas. "Algunas personas dicen que no podemos apoyar las libertades de la Segunda Enmienda y proteger nuestras comunidades y nuestros derechos, pero amigos, el Presidente Bush está demostrando que se equivocan".
Como Presidente, Bush ha respondido a las expectativas, dejando que expirase en 2004 la Prohibición Federal de Armas de Asalto de Clinton y firmando en 2005 una ley que limita la capacidad de las víctimas de armas de fuego de denunciar a los fabricantes y vendedores de armas. Con la colaboración de la NRA, su administración lanzó el proyecto Barrios Seguros y "en los últimos seis años, los procesamientos federales de crímenes cometidos con armas se han duplicado en comparación con los seis años anteriores".
Bush no es miembro de la NRA ni ha asistido nunca a su conferencia como Presidente por pudor o por cálculo electoral o él sabrá porqué, pero siempre ha mimado a un grupo que fue capital en sus victorias electorales. La NRA invirtió cerca de 20 millones de dólares en las elecciones presidenciales de 2000, la mayor parte para movilizar a sus miembros y a otros estadounidenses simpatizantes con la causa de las armas y llevarlos a las urnas a votar por Bush. La victoria del republicano en Virginia Occidental, Arkansas y Tennessee (perdiendo uno solo de esos estados que votaron dos veces a Clinton habría perdido la Presidencia) se debió en gran medida a los anuncios de televisión lanzados por la NRA en las ocho semanas anteriores a las elecciones.
La asociación se implicó más que nunca porque sentía que la administración Clinton había declarado la guerra a los propietarios de armas y porque existía la posibilidad de tener en la Casa Blanca a un hombre que, como gobernador de Texas, promovió y firmó una ley que otorgaba a los texanos el derecho a llevar armas de fuego ocultas por primera vez en 125 años.
"Ningún otro grupo podría haber hecho lo que nosotros hicimos colectivamente en 2000", admitió James Jay Baker, un lobista de la NRA.
"Vosotros sois la razón de que Al Gore no esté en la Casa Blanca", dijo el vicepresidente de la asociación, Wayne LaPierre, en la primera conferencia de 2001.
"Habéis demostrado que unidos no podéis ser derrotados", dijo su presidente, el actor Charlton Heston "La voluntad de este cuerpo no puede ser ignorada por este país".
A aquella conferencia de 2001 acudió la Secretaria de Interior Gale Norton como representante de Bush. "Muchos de vosotros ayudasteis al Presidente Bush a ganar las elecciones; os damos las gracias", dijo Norton a los propietarios de armas. "Algunas personas dicen que no podemos apoyar las libertades de la Segunda Enmienda y proteger nuestras comunidades y nuestros derechos, pero amigos, el Presidente Bush está demostrando que se equivocan".
Como Presidente, Bush ha respondido a las expectativas, dejando que expirase en 2004 la Prohibición Federal de Armas de Asalto de Clinton y firmando en 2005 una ley que limita la capacidad de las víctimas de armas de fuego de denunciar a los fabricantes y vendedores de armas. Con la colaboración de la NRA, su administración lanzó el proyecto Barrios Seguros y "en los últimos seis años, los procesamientos federales de crímenes cometidos con armas se han duplicado en comparación con los seis años anteriores".
domingo, 18 de febrero de 2018
"No se requiere una Uzi para matar un ciervo"
Después de una década en la que los republicanos habían conseguido pintar a los demócratas como débiles frente al crimen, Bill Clinton tuvo el talento para darle la vuelta al argumento en 1992 convirtiendo el control de armas en un asunto de ley y orden. El demócrata arkansano derrotó al Presidente George H.W. Bush acusándole de debilidad frente al crimen por haber vetado los intentos del Congreso de regular la venta de armas, en especial en lo referente a la comprobación de antecedentes de los compradores. Clinton combinó esa postura con un apoyo firme a la pena de muerte que le ayudó a diferenciarse con éxito del anterior nominado demócrata, Michael Dukakis.
Como Presidente, la primera victoria legislativa de Clinton en materia de armas fue la firma el 30 de noviembre de 1993 de la Ley Brady. Bautizada así en honor al ex Secretario de Prensa de la Casa Blanca James Brady, quien resultó herido de gravedad en el atentado contra el Presidente Ronald Reagan en 1981, la ley establecía cinco días de espera para la revisión de antecedentes de los compradores de pistolas.
Considerada una medida moderada, contó con un apoyo casi unánime en el Senado y con el respaldo de Reagan, quien dos años antes había escrito un artículo en The New York Times que decía así: "Cuatro vidas fueron cambiadas para siempre, y todo por un arma económica -una pistola inferior de calibre 22- adquirida en una casa de empeños de Dallas por un joven que tenía un historial de trastornos mentales. Esta pesadilla podría nunca haber ocurrido si la legislación que ahora se encuentra ante el Congreso -el proyecto de ley Brady- hubiera sido ley en 1981".
Diez meses después, Clinton firmó la Prohibición Federal de Armas de Asalto para los diez años siguientes. Mucho más polémica, se aprobó con el voto de 61 senadores; solo siete senadores republicanos se unieron a todos los senadores demócratas menos dos votando a favor. Sus detractores alegaban que las armas de asalto solo se utilizaban en el 1 por ciento de todos los crímenes cometidos en los Estados Unidos y que la disposición era parte de un proyecto encubierto del gobierno para anular las libertades constitucionales de los ciudadanos.
La polémica revitalizó el activismo de los propietarios de armas y convirtió a la Asociación Nacional del Rifle en un actor político a tener en cuenta en adelante. En noviembre, los votantes desalojaron de sus escaños a varios de los demócratas que se habían implicado en la aprobación de la ley, incluido el mismísimo Speaker de la Cámara de Representantes Tom Foley.
No obstante, Clinton no renegó de la ley y la utilizó en un anuncio de televisión de su campaña de reelección dirigido a las madres suburbanas de clase media (otra vez combinada con un firme apoyo a la pena de muerte y al aumento de los recursos policiales).
"Una agente asesinada en acto de servicio. Un padre muerto a tiros en el trabajo. Una estudiante disparada en la escuela. Una madre asesinada a sangre fría. Víctimas asesinadas por mortíferas armas de asalto. Bill Clinton hizo algo que ningún Presidente ha sido capaz de lograr nunca. Aprobó y firmó la dura ley para prohibir las mortíferas armas de asalto", decía el anuncio.
"Las mortíferas armas de asalto fuera de nuestras calles. 100,000 nuevos policías en las calles. Ampliar la pena de muerte. Es así como protegemos a América", decía el Presidente mirando a cámara desde su escritorio del Despacho Oval.
Ya en su segundo mandato, como parte de una operación de relaciones públicas para dar respuesta a la reciente matanza en una escuela de Jonesboro, Arkansas, y para desviar la atención del Escándalo Lewinsky, el Presidente Clinton firmó en 1998 un decreto prohibiendo de forma permanente la importación de armas semiautomáticas que eludían una ley anterior vendiéndose como armas para uso deportivo.
"Pueden leer entre líneas todo lo que quieran nuestras leyes y reglamentos, y pueden continuar haciendo cambios menores, pero vamos a hacer todo lo posible para impedirles a ustedes [los comerciantes de armas] ganarse los dólares de forma impropia", dijo el Presidente en su mensaje desde la rosaleda de la Casa Blanca flanqueado por el Vicepresidente Al Gore, la Fiscal General Janet Reno, el Secretario del Tesoro Robert Rubin (la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas pertenece al Departamento del Tesoro) y varios agentes de policía.
La medida, la más estricta de todas las iniciativas de control de armas promovidas por Clinton, suponía el bloqueo de la entrada al país de un millón y medio de armas que ya tenían el permiso para entrar. Los modelos más afectados eran el fusil de asalto chino AK-47 y la metralleta israelí Uzi.
"No se requiere una Uzi para matar un ciervo", argumentó el Presidente. Pero los cazadores se sintieron directamente atacados por la administración porque ya había empezaba a joder con las armas que consideraban de "uso deportivo".
Como Presidente, la primera victoria legislativa de Clinton en materia de armas fue la firma el 30 de noviembre de 1993 de la Ley Brady. Bautizada así en honor al ex Secretario de Prensa de la Casa Blanca James Brady, quien resultó herido de gravedad en el atentado contra el Presidente Ronald Reagan en 1981, la ley establecía cinco días de espera para la revisión de antecedentes de los compradores de pistolas.
Considerada una medida moderada, contó con un apoyo casi unánime en el Senado y con el respaldo de Reagan, quien dos años antes había escrito un artículo en The New York Times que decía así: "Cuatro vidas fueron cambiadas para siempre, y todo por un arma económica -una pistola inferior de calibre 22- adquirida en una casa de empeños de Dallas por un joven que tenía un historial de trastornos mentales. Esta pesadilla podría nunca haber ocurrido si la legislación que ahora se encuentra ante el Congreso -el proyecto de ley Brady- hubiera sido ley en 1981".
Diez meses después, Clinton firmó la Prohibición Federal de Armas de Asalto para los diez años siguientes. Mucho más polémica, se aprobó con el voto de 61 senadores; solo siete senadores republicanos se unieron a todos los senadores demócratas menos dos votando a favor. Sus detractores alegaban que las armas de asalto solo se utilizaban en el 1 por ciento de todos los crímenes cometidos en los Estados Unidos y que la disposición era parte de un proyecto encubierto del gobierno para anular las libertades constitucionales de los ciudadanos.
La polémica revitalizó el activismo de los propietarios de armas y convirtió a la Asociación Nacional del Rifle en un actor político a tener en cuenta en adelante. En noviembre, los votantes desalojaron de sus escaños a varios de los demócratas que se habían implicado en la aprobación de la ley, incluido el mismísimo Speaker de la Cámara de Representantes Tom Foley.
No obstante, Clinton no renegó de la ley y la utilizó en un anuncio de televisión de su campaña de reelección dirigido a las madres suburbanas de clase media (otra vez combinada con un firme apoyo a la pena de muerte y al aumento de los recursos policiales).
"Una agente asesinada en acto de servicio. Un padre muerto a tiros en el trabajo. Una estudiante disparada en la escuela. Una madre asesinada a sangre fría. Víctimas asesinadas por mortíferas armas de asalto. Bill Clinton hizo algo que ningún Presidente ha sido capaz de lograr nunca. Aprobó y firmó la dura ley para prohibir las mortíferas armas de asalto", decía el anuncio.
"Las mortíferas armas de asalto fuera de nuestras calles. 100,000 nuevos policías en las calles. Ampliar la pena de muerte. Es así como protegemos a América", decía el Presidente mirando a cámara desde su escritorio del Despacho Oval.
Ya en su segundo mandato, como parte de una operación de relaciones públicas para dar respuesta a la reciente matanza en una escuela de Jonesboro, Arkansas, y para desviar la atención del Escándalo Lewinsky, el Presidente Clinton firmó en 1998 un decreto prohibiendo de forma permanente la importación de armas semiautomáticas que eludían una ley anterior vendiéndose como armas para uso deportivo.
"Pueden leer entre líneas todo lo que quieran nuestras leyes y reglamentos, y pueden continuar haciendo cambios menores, pero vamos a hacer todo lo posible para impedirles a ustedes [los comerciantes de armas] ganarse los dólares de forma impropia", dijo el Presidente en su mensaje desde la rosaleda de la Casa Blanca flanqueado por el Vicepresidente Al Gore, la Fiscal General Janet Reno, el Secretario del Tesoro Robert Rubin (la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas pertenece al Departamento del Tesoro) y varios agentes de policía.
La medida, la más estricta de todas las iniciativas de control de armas promovidas por Clinton, suponía el bloqueo de la entrada al país de un millón y medio de armas que ya tenían el permiso para entrar. Los modelos más afectados eran el fusil de asalto chino AK-47 y la metralleta israelí Uzi.
"No se requiere una Uzi para matar un ciervo", argumentó el Presidente. Pero los cazadores se sintieron directamente atacados por la administración porque ya había empezaba a joder con las armas que consideraban de "uso deportivo".
"El hijo favorito de las armas"
20 de mayo de 1995. El Senador por Texas Phil Gramm, candidato a la nominación presidencial republicana de 1996, es el invitado estelar a la conferencia anual de la Asociación Nacional del Rifle en Phoenix.
Tras la dolorosa traición de George H.W. Bush, quien renunció a su afiliación a la NRA, declarando que la provocativa retórica de la organización proarmas para defenderse del acoso que estaba sufriendo tras el atentado de Oklahoma City había "ofendido profundamente mi sentido de la decencia y el honor", los hombres del rifle ven en Gramm el hombre ideal para retomar el proyecto de Ronald Reagan.
El republicano de Texas, demócrata hasta hace una década, no decepciona en su intervención ante miles de correligionarios de la NRA. "Soy propietario de armas, soy un tirador y soy un cazador. Poseo más escopetas de las que necesito pero no tantas como quisiera", dice, provocando aplausos y risas. "Mi mamá de 82 años tiene un revólver especial del calibre 38 y sabe cómo utilizarlo".
Gramm declara que es hora de volver a situar a un experto cazador en la Presidencia. "No hemos tenido a un cazador entregado y comprometido en la Casa Blanca desde Theodore Roosevelt", dice. "Os digo que ha pasado demasiado tiempo".
Espoleada por la aprobación de la Prohibición Federal de Armas de Asalto de 1994, que definió y restringió la fabricación y transferencia de armas semiautomáticas de asalto, la NRA fue la organización que más dinero se dejó en las midterms del 94, invirtiendo 3.4 millones de dólares a favor de la elección o reelección de candidatos (republicanos y demócratas, aunque cada vez más republicanos) comprometidos con la defensa de la Segunda Enmienda de la Constitución y la derogación de la ley firmada por el Presidente Bill Clinton. La asociación tuvo una responsabilidad directa en que el GOP lograse la mayoría en la Cámara de Representantes por primera vez en cuarenta años. Pero Gramm indica a los activistas que queda trabajo por hacer.
"Todavía estamos a unas elecciones de recuperar nuestra libertad y nuestro dinero", dice Gramm. "Y esas únicas elecciones son derrotar a Bill Clinton en 1996".
Gramm se sabe el político preferido de la NRA. Protagonizó la portada del número de marzo de la revista American Rifleman (El riflero americano) con el titular "Luchadores por la libertad, el 104º Congreso se reúne... y la NRA está allí para darles la bienvenida". A falta de estructuras electorales potentes en Iowa y New Hampshire, el senador conservador planea depender en gran medida de los socios de la NRA en esos estados para hacerlo bien en el primer caucus y la primera primaria; el jefe de su campaña en Iowa es Kayne Robinson, miembro del consejo ejecutivo nacional de la NRA, y en el estado de granito cuenta con el endorsement de Al Rubega, presidente de Propietarios de Armas de New Hampshire, y del ex Gobernador Melvin Thompson y el Senador Bob Smith, dos miembros destacados de la NRA.
The Washington Post describe a Gramm como "el hijo favorito de las armas". "Ningún candidato presidencial ha abrazado a la NRA más firmemente que Phil Gramm a lo largo de su carrera política. En las últimas dos décadas, ningún cargo electo ha recibido más dinero de la NRA que Gramm", señala el Post. "Gramm ha recibido 442,035 dólares de la NRA desde 1979. En comparación, Bob Dole, el favorito para la nominación presidencial republicana de 1996 y simpatizante de muchas causas de la NRA, ha recibido un total de solo 58,074 dólares de la NRA en todas sus campañas al Senado y a la Presidencia en el mismo periodo".
Cuenta el Post que la productiva alianza entre el político y la asociación "se remonta al menos a 1984, cuando el entonces Congresista Phil Gramm, un recién convertido al Partido Republicano, se presentó al Senado. La NRA abrió su propia oficina de 'Gramm para el Senado' en Texas y gastó 337,752 dólares a favor de la exitosa campaña de Gramm. Desde que ganó su escaño en el Senado, Gramm no ha decepcionado a la NRA. Ha presentado, patrocinado o votado en línea con la NRA 18 proyectos clave concernientes a asuntos sobre armas en la última década".
El apoyo de la NRA a las ambiciones presidenciales de Gramm "se hizo evidente en la convención republicana de 1992 en Houston, donde la NRA patrocinó una gala de recaudación de fondos "Rojo, Blanco y Botas" a favor de Gramm", dice el Post. "Después de que los asistentes a la fiesta contribuyeran 75 dólares por persona (500 dólares para VIPs), bebieron cerveza y vieron una película sobre la vida de Gramm titulada "Phil Gramm: un Nuevo Líder para una Nueva América", con la narración de Charlton Heston".
Tras la dolorosa traición de George H.W. Bush, quien renunció a su afiliación a la NRA, declarando que la provocativa retórica de la organización proarmas para defenderse del acoso que estaba sufriendo tras el atentado de Oklahoma City había "ofendido profundamente mi sentido de la decencia y el honor", los hombres del rifle ven en Gramm el hombre ideal para retomar el proyecto de Ronald Reagan.
El republicano de Texas, demócrata hasta hace una década, no decepciona en su intervención ante miles de correligionarios de la NRA. "Soy propietario de armas, soy un tirador y soy un cazador. Poseo más escopetas de las que necesito pero no tantas como quisiera", dice, provocando aplausos y risas. "Mi mamá de 82 años tiene un revólver especial del calibre 38 y sabe cómo utilizarlo".
Gramm declara que es hora de volver a situar a un experto cazador en la Presidencia. "No hemos tenido a un cazador entregado y comprometido en la Casa Blanca desde Theodore Roosevelt", dice. "Os digo que ha pasado demasiado tiempo".
Espoleada por la aprobación de la Prohibición Federal de Armas de Asalto de 1994, que definió y restringió la fabricación y transferencia de armas semiautomáticas de asalto, la NRA fue la organización que más dinero se dejó en las midterms del 94, invirtiendo 3.4 millones de dólares a favor de la elección o reelección de candidatos (republicanos y demócratas, aunque cada vez más republicanos) comprometidos con la defensa de la Segunda Enmienda de la Constitución y la derogación de la ley firmada por el Presidente Bill Clinton. La asociación tuvo una responsabilidad directa en que el GOP lograse la mayoría en la Cámara de Representantes por primera vez en cuarenta años. Pero Gramm indica a los activistas que queda trabajo por hacer.
"Todavía estamos a unas elecciones de recuperar nuestra libertad y nuestro dinero", dice Gramm. "Y esas únicas elecciones son derrotar a Bill Clinton en 1996".
Discurso completo, aquí.
Gramm se sabe el político preferido de la NRA. Protagonizó la portada del número de marzo de la revista American Rifleman (El riflero americano) con el titular "Luchadores por la libertad, el 104º Congreso se reúne... y la NRA está allí para darles la bienvenida". A falta de estructuras electorales potentes en Iowa y New Hampshire, el senador conservador planea depender en gran medida de los socios de la NRA en esos estados para hacerlo bien en el primer caucus y la primera primaria; el jefe de su campaña en Iowa es Kayne Robinson, miembro del consejo ejecutivo nacional de la NRA, y en el estado de granito cuenta con el endorsement de Al Rubega, presidente de Propietarios de Armas de New Hampshire, y del ex Gobernador Melvin Thompson y el Senador Bob Smith, dos miembros destacados de la NRA.
The Washington Post describe a Gramm como "el hijo favorito de las armas". "Ningún candidato presidencial ha abrazado a la NRA más firmemente que Phil Gramm a lo largo de su carrera política. En las últimas dos décadas, ningún cargo electo ha recibido más dinero de la NRA que Gramm", señala el Post. "Gramm ha recibido 442,035 dólares de la NRA desde 1979. En comparación, Bob Dole, el favorito para la nominación presidencial republicana de 1996 y simpatizante de muchas causas de la NRA, ha recibido un total de solo 58,074 dólares de la NRA en todas sus campañas al Senado y a la Presidencia en el mismo periodo".
Cuenta el Post que la productiva alianza entre el político y la asociación "se remonta al menos a 1984, cuando el entonces Congresista Phil Gramm, un recién convertido al Partido Republicano, se presentó al Senado. La NRA abrió su propia oficina de 'Gramm para el Senado' en Texas y gastó 337,752 dólares a favor de la exitosa campaña de Gramm. Desde que ganó su escaño en el Senado, Gramm no ha decepcionado a la NRA. Ha presentado, patrocinado o votado en línea con la NRA 18 proyectos clave concernientes a asuntos sobre armas en la última década".
El apoyo de la NRA a las ambiciones presidenciales de Gramm "se hizo evidente en la convención republicana de 1992 en Houston, donde la NRA patrocinó una gala de recaudación de fondos "Rojo, Blanco y Botas" a favor de Gramm", dice el Post. "Después de que los asistentes a la fiesta contribuyeran 75 dólares por persona (500 dólares para VIPs), bebieron cerveza y vieron una película sobre la vida de Gramm titulada "Phil Gramm: un Nuevo Líder para una Nueva América", con la narración de Charlton Heston".
jueves, 15 de febrero de 2018
El Presidente y la NRA unen fuerzas
6 de mayo de 1983. El Presidente de los Estados Unidos pronuncia por primera vez un discurso en una convención de la Asociación Nacional del Rifle. Se trata de Ronald Reagan. Al igual que cuatro de sus antecesores en el cargo (Teddy Roosevelt, William Howard Taft, Dwight Eisenhower y John F. Kennedy), el californiano es miembro destacado de la organización que desde 1871 defiende el derecho de los ciudadanos estadounidenses a llevar armas. En 1980, el entonces nominado republicano fue el primer candidato presidencial de la historia en recibir el respaldo oficial de la NRA.
Con esos antecedentes, 3,500 apasionados de las armas, que representan a los más de dos millones y medio de afiliados de la organización, regalan una calurosa bienvenida al ilustre invitado a su banquete anual en Phoenix, Arizona. El 40º comandante en jefe promete seguir trabajando con los mejores amigos de la NRA en Washington (los senadores republicanos James McClure y Orrin Hatch y el congresista demócrata Harold Volkmer) para anular algunas cláusulas de la Ley de Control de Armas de 1968 (un objetivo largamente anhelado por la NRA) que "interfieren innecesariamente con los derechos de los legítimos propietarios de armas".
Reagan, víctima de un disparo dos años antes y pistolero en la gran pantalla tres décadas antes, tranquiliza a los defensores del derecho a portar armas declarando que "nunca desarmaremos a ningún americano que busque proteger a su familia del miedo y del daño", y reafirma la importancia de las libertades constitucionales como "derecho natural de los americanos".
"Os guían las palabras de Lincoln: "Los principios importantes pueden y deben ser inflexibles". Vuestra filosofía deposita su confianza en las personas. Así, insistís en responsabilizar a los individuos de sus acciones. La NRA cree en que las leyes de América se hicieron para ser acatadas y que nuestras libertades constitucionales son hoy tan importantes como hace doscientos años", dice Reagan. "Y por cierto, la Constitución no dice que el gobierno debería decretar el derecho a poseer y portar armas. La Constitución dice, "el derecho de las personas a poseer y portar armas no debe ser transgredido"", añade.
"Todos hemos oído la acusación de que apoyar los derechos de los propietarios de armas alienta la violencia... Pero, un momento. ¿No entienden que los crímenes más violentos no los cometen los ciudadanos decentes que respetan la ley?", protesta Reagan. "Los cometen los delincuentes profesionales. Las armas no fabrican criminales. Lo criminales expertos utilizan armas. Y la mejor ley de control de armas que podemos tener es enchironar a los criminales expertos y deshacernos de la llave".
El Presidente defiende los campos de tiro donde se imparten clases de puntería para civiles desde edades tempranas "porque desde la Revolución, uno de los grandes talentos de los soldados americanos ha sido su puntería. Y resultó que la desarrollaron disparando a blancos no estándar como latas y botellas siendo unos muchachos".
Reagan se declara feliz de poder informar de que "desde que asumí el cargo, la venta de rifles M-1 [el Fusil de los Estados Unidos] se ha incrementado significativamente entre los participantes e instructores de los programas de entrenamiento de tiro al blanco. Y he pedido al Departamento de Defensa que estudie cuidadosamente la manera de incrementar más las ventas".
Otra de las prioridades del Presidente es erradicar las restricciones a la caza deportiva y ensanchar el acceso a los animales de caza, que los integrantes de la NRA ven como una garantía de protección de un estilo de vida.
"Por desgracia, ha habido en Washington una cierta actitud elitista de que las amplias zonas de recursos naturales deben cerrarse para salvar al planeta de la humanidad. Bueno, nosotros tenemos una filosofía diferente, una basada en el respeto tanto al hombre como a la naturaleza. Nuestra administración cree en el concepto de responsabilidad personal, cuidando los recursos que tenemos para beneficio de la humanidad", dice Reagan.
"Permitidme ser claro sobre estas palabras: "responsabilidad personal en el cuidado de los recursos para beneficio de la especie humana". Nosotros favorecemos el desarrollo económico, pero no dentro de nuestros parques nacionales o dentro de nuestras zonas salvajes. No hemos propuesto ni propondremos nunca eso. Lo que decimos es que cuando la anterior administración cerró arbitrariamente decenas de millones de acres de tierra en Alaska, diciendo a los cazadores deportivos que permanezcan fuera, entonces sí, creemos que eso estuvo mal y estamos intentando enmendarlo".
En los treinta y tres minutos que dura el discurso, Reagan es interrumpido unas treinta veces por los aplausos. Al final, el Presidente recoge un carné especial de socio de manos del presidente de la organización.
Mientras, la Cannon y la Carolco, dos de nuestras productoras más queridas, difunden la filosofía del Presidente y de la NRA en VHS y Betamax. Pronto, Invasión USA se convertirá en el rey de los estantes de los videoclubes, mostrándonos que para salvar a un país de cualquier amenaza no se requiere más que un patriota armado únicamente con dos metralletas Uzi y un todoterreno. "Nadie pensó que pudiera ocurrir aquí... América no estaba preparada... Pero él sí". Él es Chuck Norris. (Os dejo un nuevo especial de la Cannon, esta vez de nuestros amigos de Destino Arrakis. ¡A disfrutar a tope, compañeros y compañeras! ¡Velad vuestras armas!)
Con esos antecedentes, 3,500 apasionados de las armas, que representan a los más de dos millones y medio de afiliados de la organización, regalan una calurosa bienvenida al ilustre invitado a su banquete anual en Phoenix, Arizona. El 40º comandante en jefe promete seguir trabajando con los mejores amigos de la NRA en Washington (los senadores republicanos James McClure y Orrin Hatch y el congresista demócrata Harold Volkmer) para anular algunas cláusulas de la Ley de Control de Armas de 1968 (un objetivo largamente anhelado por la NRA) que "interfieren innecesariamente con los derechos de los legítimos propietarios de armas".
Reagan, víctima de un disparo dos años antes y pistolero en la gran pantalla tres décadas antes, tranquiliza a los defensores del derecho a portar armas declarando que "nunca desarmaremos a ningún americano que busque proteger a su familia del miedo y del daño", y reafirma la importancia de las libertades constitucionales como "derecho natural de los americanos".
"Os guían las palabras de Lincoln: "Los principios importantes pueden y deben ser inflexibles". Vuestra filosofía deposita su confianza en las personas. Así, insistís en responsabilizar a los individuos de sus acciones. La NRA cree en que las leyes de América se hicieron para ser acatadas y que nuestras libertades constitucionales son hoy tan importantes como hace doscientos años", dice Reagan. "Y por cierto, la Constitución no dice que el gobierno debería decretar el derecho a poseer y portar armas. La Constitución dice, "el derecho de las personas a poseer y portar armas no debe ser transgredido"", añade.
"Todos hemos oído la acusación de que apoyar los derechos de los propietarios de armas alienta la violencia... Pero, un momento. ¿No entienden que los crímenes más violentos no los cometen los ciudadanos decentes que respetan la ley?", protesta Reagan. "Los cometen los delincuentes profesionales. Las armas no fabrican criminales. Lo criminales expertos utilizan armas. Y la mejor ley de control de armas que podemos tener es enchironar a los criminales expertos y deshacernos de la llave".
El Presidente defiende los campos de tiro donde se imparten clases de puntería para civiles desde edades tempranas "porque desde la Revolución, uno de los grandes talentos de los soldados americanos ha sido su puntería. Y resultó que la desarrollaron disparando a blancos no estándar como latas y botellas siendo unos muchachos".
Reagan se declara feliz de poder informar de que "desde que asumí el cargo, la venta de rifles M-1 [el Fusil de los Estados Unidos] se ha incrementado significativamente entre los participantes e instructores de los programas de entrenamiento de tiro al blanco. Y he pedido al Departamento de Defensa que estudie cuidadosamente la manera de incrementar más las ventas".
Otra de las prioridades del Presidente es erradicar las restricciones a la caza deportiva y ensanchar el acceso a los animales de caza, que los integrantes de la NRA ven como una garantía de protección de un estilo de vida.
"Por desgracia, ha habido en Washington una cierta actitud elitista de que las amplias zonas de recursos naturales deben cerrarse para salvar al planeta de la humanidad. Bueno, nosotros tenemos una filosofía diferente, una basada en el respeto tanto al hombre como a la naturaleza. Nuestra administración cree en el concepto de responsabilidad personal, cuidando los recursos que tenemos para beneficio de la humanidad", dice Reagan.
"Permitidme ser claro sobre estas palabras: "responsabilidad personal en el cuidado de los recursos para beneficio de la especie humana". Nosotros favorecemos el desarrollo económico, pero no dentro de nuestros parques nacionales o dentro de nuestras zonas salvajes. No hemos propuesto ni propondremos nunca eso. Lo que decimos es que cuando la anterior administración cerró arbitrariamente decenas de millones de acres de tierra en Alaska, diciendo a los cazadores deportivos que permanezcan fuera, entonces sí, creemos que eso estuvo mal y estamos intentando enmendarlo".
En los treinta y tres minutos que dura el discurso, Reagan es interrumpido unas treinta veces por los aplausos. Al final, el Presidente recoge un carné especial de socio de manos del presidente de la organización.
Mientras, la Cannon y la Carolco, dos de nuestras productoras más queridas, difunden la filosofía del Presidente y de la NRA en VHS y Betamax. Pronto, Invasión USA se convertirá en el rey de los estantes de los videoclubes, mostrándonos que para salvar a un país de cualquier amenaza no se requiere más que un patriota armado únicamente con dos metralletas Uzi y un todoterreno. "Nadie pensó que pudiera ocurrir aquí... América no estaba preparada... Pero él sí". Él es Chuck Norris. (Os dejo un nuevo especial de la Cannon, esta vez de nuestros amigos de Destino Arrakis. ¡A disfrutar a tope, compañeros y compañeras! ¡Velad vuestras armas!)
domingo, 11 de febrero de 2018
"Lo negativo era positivo"
Jimmy Carter, ex gobernador de Georgia, acepta la nominación presidencial demócrata en el Madison Square Garden de Nueva York, en julio de 1976. Demasiado para un muchacho de Plains. (Foto: NBC News)
Marathon: the Pursuit of the Presidency (Maratón: persiguiendo la Presidencia) de Jules Witcover nos ofrece el cuadro completo de las elecciones presidenciales de 1976. El antiguo reportero de The Washington Post y columnista de The Washington Star narra el tenso duelo entre Gerald Ford y Ronald Reagan por la nominación republicana y la irrupción de Jimmy Carter en un concurrido pelotón de candidatos demócratas antes de su elección como 39º Presidente de los Estados Unidos.
Un pasaje del libro que nos sitúa en una capital del Sur Profundo cuatro años antes de las elecciones:
"Así que una noche, a finales de septiembre de 1972, los cuatro [Hamilton Jordan, Peter Bourne, Gerald Rafshoon y Landon Butler] marcharon hasta la mansión del gobernador. "Gobernador", dijo Jordan, "venimos a decirle qué va a hacer con su futuro. No sabemos cómo decírselo aparte de decirle que creemos que usted puede ser Presidente". Bourne recuerda que Carter solo sonrió.
""No sabes lo difícil que fue hablarlo", recuerda Jordan ese momento. "Allí estábamos, en Atlanta, Georgia, en la mansión del gobernador en 1972. Ni siquiera habían tenido lugar las elecciones generales. Todos sabíamos que parecía un poco ridículo. Pero hablábamos en serio. Era difícil decirlo. Puedo recordar que no hice una exposición demasiado buena. Era realmente difícil hablar de ello. Era casi embarazoso. Pero fue evidente que él iba dos o tres pasos por delante de nosotros. Fue evidente que no era una idea original nuestra. No era una idea que tuviéramos que imponerle".
"Durante unas seis horas, los asesores y Carter hablaron sobre los pros y los contras de la idea, y el clima político del país. Desde el principio, pensaron en el atractivo de una campaña no convencional. Rafshoon recuerda a "Jimmy diciendo, '¿Cómo me presento? ¿Como un granjero que no ocupa un cargo? ¿Como un georgiano? ¿Véis algo negativo en ello?' Pero lo que la creencia popular percibía como negativo era positivo, porque todo lo que él tenía que hacer iba en contra de la creencia popular".
"Todos los hombres coincidieron en que la época ofrecía una oportunidad única para un hombre con los antecedentes de Carter. "Con la guerra de Vietnam finalizando", recuerda haber dicho Jordan, "había propensión a tener una mayor consideración por los problemas domésticos, la capacidad del gobierno americano para solucionar problemas estaba cuestionada y alguien de fuera de Washington y de fuera del Senado, un gobernador que había demostrado que el estado podía resolver con eficacia los problemas, podía ganar. Yo pensaba que una de las cosas que puso en evidencia la campaña de McGovern era la verdadera necesidad de un liderazgo moral en el país, de que alguien se levantara y le pidiera al pueblo americano que hiciese cosas que eran impopulares, una sensación de que si los políticos fuesen más francos con el electorado, el electorado respondería bien". McGovern "había entendido y proyectado este liderazgo moral", dice Jordan, "pero al mismo tiempo no parecía presidencial ni competente".
"Rafshoon recuerda que Carter no se comprometió después de esta primera reunión y pidió a Jordan que incluyera en un memorándum todos los puntos abordados durante la conversación. "No creo que dijera, 'Adelante'", dice Rafshoon. "Creo que lo internalizó todo. Pero nosotros lo sabíamos. Me acuerdo de Ham y yo saliendo y diciendo, 'El hijoputa lo quiere'".
"El propio Carter dice que ya había pensado en la posibilidad antes incluso de la reunión o del memorándum de Bourne, y lo había hablado con su mujer. "Al principio se nos hacía difícil hablar de la posibilidad. Era todo muy conjetural y vergonzoso. Nunca utilizamos la palabra 'Presidente' en los primeros tres o cuatro meses porque era un poco atrevido. Intentamos hacer un inventario con todo lo que existía relativo a una ventaja o un problema, incluidos los requerimientos financieros, el hecho de que no estaría ocupando ningún cargo, el hecho de que era de un estado pequeño, el hecho de que no estaba en Washington, el hecho de que no era conocido, el hecho de que no tenía una base de poder, etcétera. Enumeramos todos esos problemas e intentamos averiguar cómo podíamos minimizar el problema o convertirlo en una ventaja".
"Poco después de la reunión, Rafshoon envió a Carter un memorándum sobre cómo era percibido por otras personas. "Le hablé de lo negativo y lo positivo, y lo negativo era positivo; le di la vuelta", recuerda Rafshoon. "Hamilton preparó su memorándum y yo hice una presentación en rotafolio. Conseguimos que uno de nuestros artistas pasara a limpio los diferentes puntos".
"Tras más reuniones con sus co-conspiradores, Jordan redactó un documento de más de cincuenta páginas, fechado el 4 de noviembre de 1972, en el que hablaba vagamente de "una operación nacional" ("como presentarse a presidente nacional de 'March of Dimes'" dijo Jordan más tarde, todavía riéndose de su osadía). "Este memorándum", escribió Jordan a Carter a la temprana edad de veintisiete años, "es un intento de describir de forma lógica algunas ideas y recomendaciones concretas sobre su operación nacional". Vale la pena citarlo por la luz que arroja no solo sobre las premoniciones de Jordan sino sobre la motivación del círculo íntimo de Carter.
"El primer tema era George Wallace. "En mi opinión", escribió Jordan, "una operación electoral nacional seria por parte de George Wallace en 1976 preveniría [palabra modificada por Jordan en 1974 por "podría prevenir"] su candidatura. Con suerte, él no se presentará a Presidente en 1976 y su candidatura debería ser una operación que abarque y expanda el electorado de Wallace y la filosofía populista siendo una alternativa a George Wallace más cualificada y responsable. Como George Wallace es un luchador y un pendenciero, yo esperaría que George Wallace tenga el sueño, aunque no sea realista, de una completa recuperación [física] y una campaña presidencial exitosa. Un reciente artículo cuenta que el Presidente Nixon envió a Wallace una copia de la película 'Amanecer en Campobello', la historia de la exitosa lucha de Franklin Roosevelt por recuperarse de su discapacidad física y su subsiguiente elección a la Presidencia.
""Como la actitud mental y la motivación del Gobernador Wallace pueden jugar una parte importante en su recuperación física, sospecho que su personal, su familia y sus médicos no han tratado de apagar sus esperanzas por el futuro, aunque deben ser conscientes de que otra campaña presidencial es una posibilidad remota. En algún momento en el futuro, Wallace tendrá que aceptar sus limitaciones físicas en relación a su futuro político. Salvo que la información ofrecida por los medios haya estado completamente equivocada, George Wallace estará discapacitado o paralizado para el resto de su vida. Lo que destacaría en este punto es que aunque otra candidatura de Wallace sea improbable, y probablemente sería disuadido por su mujer y sus amigos, probablemente hoy George Wallace tenga toda la intención de presentarse y ganar en 1976 para demostrarse a sí mismo y reivindicar su filosofía".
"Jordan añade: "Supongo que George Wallace está un poco resentido con usted, ya que nos servimos de él eficaz y ventajosamente en nuestra campaña [a gobernador en 1970] pero nos negamos a nominarlo en la convención demócrata. Deberíamos hacer todos los esfuerzos posibles por cortejar a Wallace y ganarnos su amistad y confianza. Si no puede presentarse y no se presenta en 1976, dudo que se mantenga al margen. Tengo la esperanza de que usted pueda ganar su apoyo si él ve en su candidatura una extensión y continuación de sus esfuerzos anteriores. Puede que esto sea esperar demasiado, pero es una oportunidad que no puede ser ignorada".
"Ocuparse de Ted Kennedy era el siguiente punto prioritario. Kennedy podía ganar la nominación fácilmente, sugirió Jordan, pero lo tendría mucho más difícil en las elecciones generales. "Quizás el sentimiento más intenso en el país hoy en día", escribió, "es la desconfianza general en el gobienro y en los políticos a todos los niveles. El deseo y la sed de un fuerte liderazgo moral de esta nación no fueron satisfechos con la elección de Richard Nixon. Opino que este deseo crecerá con cuatro años más de administración Nixon. Por esta razón, creo que sería muy difícil para el Senador Kennedy ganar unas elecciones nacionales, ya que las preguntas no respondidas sobre Chappaquiddick son incompatibles con este deseo nacional de confianza y moralidad en el gobierno. El tiempo resuelve muchos problemas, pero el recuerdo del incidente de Chappaquiddick está todavía fresco en las mentes de una mayoría de americanos como indican encuestas recientes".
"No solo Chappaquiddick sino un "sentimiento anti-Kennedy" general ha perjudicado al senador, escribió Jordan. "Puede estar seguro de que en dos décadas de política americana, la familia Kennedy ha atropellado y alienado a mucha gente". Había otras razones que hacían plausible que Kennedy no se presentase, incluidas sus responsabilidades familiares, los problemas y la amenaza real contra su vida si lo hacía. Aún así, escribió Jordan, era prudente asumir que Kennedy sería candidato en 1976, "el que va en cabeza y fuerte favorito". Jordan mencionó esta posibilidad no para disuadir a Carter de presentarse sino para permitirle afrontarlo e incluso convertirlo en una ventaja. Si no podía derrotar a Kennedy, quizás podría convertirse en su compañero de fórmula.
""Opino que a Kennedy probablemente le gustaría ver a alguien del Sur que no sea Wallace montar una operación nacional. Él sabe que no puede depender inicialmente de ningún apoyo de los estados sureños a su nominación y preferiría lidiar con alguien como usted que con George Wallace. Tendría esperanzas de abarcar su candidatura poniéndole en el ticket o metiéndole en su administración, pero no se arriesgaría a hacer esto con Wallace. En todo caso, yo daría prioridad a mantener una reunión temprana con Kennedy y una conversación sobre el futuro del partido y su intención de jugar un papel activo en las elecciones de 1976".
"En este primer memorándum, Jordan observó que "es probable que una vez más, el nominado demócrata sea elegido en las primarias estatales; por esta razón, no es demasiado pronto para empezar a pensar en ellas". Hizo una lista con las posibles fechas de las primarias y señaló que "las primarias de New Hampshire y Florida le ofrecen una posibilidad única para demostrar sus capacidades y fortalezas como candidato en una fase inicial de la campaña". Mencionó New Hampshire como una trampa para los favoritos (Johnson en 1968, Muskie en 1972) y como un regalo caído del cielo para los tapados (McCarthy en 1968, McGovern en 1972); pequeña, rural, independiente, "dado el tipo de campaña que usted y su familia son capaces de conducir... sus antecedentes como granjero, empresario, militar, religioso, conservador serían bien recibidos allí. No es demasiado pronto para empezar a hacer algunos contactos con personas de allí, aprender algo sobre el estado y buscar la oportunidad apropiada para dar un discurso importante allí".
"Florida, un poco después, "le permite una excelente oportunidad de construir sobre una buena actuación en New Hampshire", escribió Jordan. Mencionó a dos personas (Bill France, director del circuito de carreras de Daytona Beach y uno de los más sólidos partidarios de Wallace, y Sylvan H. Meyer, el editor del Miami News) que deberían ser cortejadas.
"Jordan no minimizó el alcance de la atrevida tarea. Opinó que Carter había sido un pez pequeño en la convención nacional [de 1972] y citó el fracaso del Senador por Washington Henry M. Jackson a la hora de ganar el reconocimiento del público a pesar de su mayor prominencia. "El reconocimiento nacional y la aceptación por parte de la gente y el liderazgo del partido no se logran fácilmente y son el resultado de una operación meticulosa y concertada durante un prolongado periodo de tiempo".
"Sin embargo, a pesar de toda la necesidad de expandir su reconocimiento público, la principal necesidad era mantener de momento en secreto los planes nacionales de Carter. Para el futuro político de Carter era esencial evitar una reaparición de Lester Maddox en Georgia. Este restaurador abiertamente segregacionista se había presentado y había ganado el cargo de vicegobernador después de su único mandato como gobernador, y era una molestia para Carter. Para que Carter fuese tomado en serio en el escenario nacional, Maddox no tenía que recuperarse y sucederle en la mansión del gobernador, reduciendo a Carter a un mero interludio en el reinado de paletos en Georgia. Carter tenía preparado un sucesor: Bert Lance, quien era comisionado de carreteras del estado. Jordan recomendó que para evitar que pareciera que Carter, apoyando a Lance, estaba intentando proteger su base local para una campaña nacional, Lance debería dimitir de su cargo y establecer una trayectoria independiente. Hasta lograr eso, escribió, sería mejor no decir nada sobre la candidatura presidencial de Carter.
"No obstante, la tarea de dar a conocer a Carter a nivel nacional tenía que empezar. "Los reportajes en The New York Times y The Washington Post no ocurren solos sino que hay que planearlos y plantarlos minuciosamente", escribió Jordan. Presentó una lista de escritores conocidos a nivel nacional "que usted conoce o debe conocer", y aconsejó: "Puede encontrar excusas de sobra para contactar con ellos, escribirles una nota elogiosa por un artículo o una columna y pidiéndoles que vengan a verle cuando sea conveniente. Algunos como Tom Wicker o Katharine Graham son los suficientemente significativos como para pasar con ellos una noche o un fin de semana sin prisas". Otros de la lista eran James Reston y Max Frankel del New York Times, Jack Nelson de Los Angeles Times, Garry Wills, David Broder de The Washington Post; los columnistas William S. White, William Buckley, Bill Moyers, Robert Novak y Rowland Evans; y los escritores de revistas Marshall Frady, John Fischer y Willie Morris. En total, dieciocho nombres quedaron registrados en una hoja con cuarenta plazas numeradas, quedando el resto en blanco (una muestra del limitado conocimiento que tenía el director de la campaña de los pesos pesados de los medios de comunicación)"...
Se puede leer el libro aquí.
jueves, 8 de febrero de 2018
Rodeado de vascos en el Despacho Oval
22 de marzo de 1988. Una pequeña delegación del gobierno vasco integrada por el Lendakari José Antonio Ardanza, el Consejero de Cultura Joseba Arregui y el consigliere del Lendakari, José Luis Zubizarreta, es recibida en el Despacho Oval de la Casa Blanca por el Presidente Ronald Reagan.
Es el séptimo y último día del primer viaje oficial del jefe del gobierno vasco al Nuevo Continente con el objetivo de tomar contacto con las comunidades vascas en América. Ardanza viene de pronunciar un discurso ante la Asamblea Nacional Extraordinaria de Organizaciones Vascas de Norteamérica en California; antes suscribió convenios de colaboración cultural y educativa con el gobierno de Nevada y apareció tocado con un espectacular sombrero de cowboy montando a caballo (con precaución, eso sí) con el Gobernador de Idaho Cecil Andrus, un campeón de la causa vasca en los Estados Unidos.
La entrevista de más alto nivel se acordó a última hora por mediación del zuberotarra Paul Laxalt, senador por Nevada y aliado político del Presidente (Primer amigo, según el NYT; Embajador presidencial sin cartera, según el WaPo), que actúa de guía en el Ala Oeste con los cohibidos políticos jeltzales. También asisten a la reunión los prominentes vascoamericanos Pete Cenarrusa (secretario de Estado de Idaho) y Roy Eiguren (lobista).
El forastero originario del valle de los montes de Intxorta le regala al anciano mandatario estadounidense una makila que "simboliza la autoridad, el orden y el respeto" y está dotada de la doble función de apoyo y arma defensiva gracias al estoque escondido en su empuñadura de plata. Reagan bromea con que la antigua aguijada para bueyes le habría venido bien durante su visita al Capitolio esa mañana.
Ardanza utiliza el euskera para agradecer al Presidente del país del dólar la excepcional decisión de recibir al líder de un pueblo sin estado. El inquilino de Ajuria-Enea tiene un recuerdo para el primer Lendakari, José Antonio Agirre Lekube, que durante su exilio fue acogido en los Estados Unidos por el gobierno de Franklin Delano Roosevelt. El entrañable encuentro dura ocho minutos.
Es el séptimo y último día del primer viaje oficial del jefe del gobierno vasco al Nuevo Continente con el objetivo de tomar contacto con las comunidades vascas en América. Ardanza viene de pronunciar un discurso ante la Asamblea Nacional Extraordinaria de Organizaciones Vascas de Norteamérica en California; antes suscribió convenios de colaboración cultural y educativa con el gobierno de Nevada y apareció tocado con un espectacular sombrero de cowboy montando a caballo (con precaución, eso sí) con el Gobernador de Idaho Cecil Andrus, un campeón de la causa vasca en los Estados Unidos.
La entrevista de más alto nivel se acordó a última hora por mediación del zuberotarra Paul Laxalt, senador por Nevada y aliado político del Presidente (Primer amigo, según el NYT; Embajador presidencial sin cartera, según el WaPo), que actúa de guía en el Ala Oeste con los cohibidos políticos jeltzales. También asisten a la reunión los prominentes vascoamericanos Pete Cenarrusa (secretario de Estado de Idaho) y Roy Eiguren (lobista).
El forastero originario del valle de los montes de Intxorta le regala al anciano mandatario estadounidense una makila que "simboliza la autoridad, el orden y el respeto" y está dotada de la doble función de apoyo y arma defensiva gracias al estoque escondido en su empuñadura de plata. Reagan bromea con que la antigua aguijada para bueyes le habría venido bien durante su visita al Capitolio esa mañana.
Ardanza utiliza el euskera para agradecer al Presidente del país del dólar la excepcional decisión de recibir al líder de un pueblo sin estado. El inquilino de Ajuria-Enea tiene un recuerdo para el primer Lendakari, José Antonio Agirre Lekube, que durante su exilio fue acogido en los Estados Unidos por el gobierno de Franklin Delano Roosevelt. El entrañable encuentro dura ocho minutos.
miércoles, 7 de febrero de 2018
Un Presidente en Wall Street
28 de marzo de 1985. Ronald Reagan se convierte en el primer Presidente que hace una visita oficial a la Bolsa de Nueva York. En las cinco décadas anteriores, un representante de los ciudadanos que hubiera confraternizado abiertamente con los corredores de Wall Street se habría ganado la reprobación de la opinión pública. Pero las cosas han cambiado.
El año anterior, la economía creció un 7.3 por ciento, al ritmo más alto desde 1951, Wall Street alcanzó el récord de volumen negociado en una jornada y los estadounidenses vuelven a apostar con fuerza por diversificar sus ahorros e invertir en productos de inversión. Madonna canta que "el chico con el dinero en efectivo es siempre el verdadero señor porque vivimos en un mundo material y yo soy una chica material" en Material Girl; "Yo tengo el cerebro, tú tienes la imagen, ¡hagamos montones de dinero!", dice la letra de Opportunities de Pet Shop Boys; de la Europa Central llega el extraño You're My Heart, You're My Soul de Modern Talking a convertir el placer en fin supremo y sinónimo de Bien; Tears for Fears, en su Everybody Wants to Rule the World, pide ayuda para "aprovechar al máximo la libertad y el placer" porque "nada dura para siempre"; y Starship saca el súper éxito We Built This City que levanta rascacielos a base de rock 'n roll en la "ciudad junto a la bahía" (San Francisco), la "ciudad que toca rock" (Cleveland) y la "ciudad que nunca duerme" (Nueva York).
En el corazón del Distrito Financiero de Manhattan, Reagan da una charla de unos cinco minutos a los corredores del parqué antes de tocar la campana que anuncia el comienzo de la sesión. Los agentes intermediarios, especuladores, arbitrajistas y operadores de cobertura le dedican gritos atronadores de "¡Ronnie! ¡Ronnie! ¡Ronnie!".
El Presidente defiende que sus políticas de menos impuestos y menos regulación financiera están pensadas para "hacer retroceder a los osos a una hibernación permanente" y promete que "vamos a desatar al toro", símbolo tradicional de la fuerza y el poder del pueblo estadounidense frente a los poderes financieros.
"La economía americana es como un caballo de carreras que ha empezado a galopar en la parte delantera del pelotón", dice Reagan. "Otras naciones, limitadas por altos índices de impuestos y ahogadas por un gasto gubernamental desproporcionado, han sido lentas alcanzándonos. Y esto ha causado algunas deslocalizaciones dolorosas, en especial para las industrias exportadoras de América".
"Pero la respuesta difícilmente puede ser paralizar la economía americana para que descienda al nivel de las demás", sostiene Reagan. "La solución es que nuestros socios comerciales dejen de lado el peso muerto del gobierno y recorten sus propios tipos impositivos, el gasto y la regulación excesiva y se unan a nosotros abriendo sus mercados a la competición exterior para que así puedan alcanzarnos en nuestra carrera hacia el futuro".
Acompaña al Presidente su nuevo jefe de gabinete, Donald Regan, anterior secretario del Tesoro y antiguo presidente de Merrill Lynch, que en un momento dado se inclina con suficiencia hacia Reagan y le dice al oído, "Dése prisa", porque la hora de apertura del mercado se echa encima y las acciones, bonos, materias primas y derivados financieros no esperan ni siquiera a los Presidentes.
El año anterior, la economía creció un 7.3 por ciento, al ritmo más alto desde 1951, Wall Street alcanzó el récord de volumen negociado en una jornada y los estadounidenses vuelven a apostar con fuerza por diversificar sus ahorros e invertir en productos de inversión. Madonna canta que "el chico con el dinero en efectivo es siempre el verdadero señor porque vivimos en un mundo material y yo soy una chica material" en Material Girl; "Yo tengo el cerebro, tú tienes la imagen, ¡hagamos montones de dinero!", dice la letra de Opportunities de Pet Shop Boys; de la Europa Central llega el extraño You're My Heart, You're My Soul de Modern Talking a convertir el placer en fin supremo y sinónimo de Bien; Tears for Fears, en su Everybody Wants to Rule the World, pide ayuda para "aprovechar al máximo la libertad y el placer" porque "nada dura para siempre"; y Starship saca el súper éxito We Built This City que levanta rascacielos a base de rock 'n roll en la "ciudad junto a la bahía" (San Francisco), la "ciudad que toca rock" (Cleveland) y la "ciudad que nunca duerme" (Nueva York).
En el corazón del Distrito Financiero de Manhattan, Reagan da una charla de unos cinco minutos a los corredores del parqué antes de tocar la campana que anuncia el comienzo de la sesión. Los agentes intermediarios, especuladores, arbitrajistas y operadores de cobertura le dedican gritos atronadores de "¡Ronnie! ¡Ronnie! ¡Ronnie!".
El Presidente defiende que sus políticas de menos impuestos y menos regulación financiera están pensadas para "hacer retroceder a los osos a una hibernación permanente" y promete que "vamos a desatar al toro", símbolo tradicional de la fuerza y el poder del pueblo estadounidense frente a los poderes financieros.
"La economía americana es como un caballo de carreras que ha empezado a galopar en la parte delantera del pelotón", dice Reagan. "Otras naciones, limitadas por altos índices de impuestos y ahogadas por un gasto gubernamental desproporcionado, han sido lentas alcanzándonos. Y esto ha causado algunas deslocalizaciones dolorosas, en especial para las industrias exportadoras de América".
"Pero la respuesta difícilmente puede ser paralizar la economía americana para que descienda al nivel de las demás", sostiene Reagan. "La solución es que nuestros socios comerciales dejen de lado el peso muerto del gobierno y recorten sus propios tipos impositivos, el gasto y la regulación excesiva y se unan a nosotros abriendo sus mercados a la competición exterior para que así puedan alcanzarnos en nuestra carrera hacia el futuro".
Acompaña al Presidente su nuevo jefe de gabinete, Donald Regan, anterior secretario del Tesoro y antiguo presidente de Merrill Lynch, que en un momento dado se inclina con suficiencia hacia Reagan y le dice al oído, "Dése prisa", porque la hora de apertura del mercado se echa encima y las acciones, bonos, materias primas y derivados financieros no esperan ni siquiera a los Presidentes.
domingo, 4 de febrero de 2018
"La primera campaña moderna por la nominación"
Un deslumbrante cartel electoral de William McKinley de 1896 con el lema "Prosperidad en casa, prestigio fuera". El gobernador de Ohio y nominado presidencial republicano aparece portando una bandera encima de una moneda de oro sostenida por hombres de negocios y obreros. Al fondo, barcos y fábricas simbolizan, respectivamente, "el comercio" y "la civilización". Los rayos de sol aportan el optimismo.
En The Triumph of William McKinley: Why the Election of 1896 Still Matters (El triunfo de William McKinley: por qué las elecciones de 1896 todavía importan), Karl Rove da un repaso a la que está considerada como la primera campaña electoral moderna (Rove la define sobre todo como "la primera campaña moderna de primarias" o por la nominación de un partido).
Con la ayuda de Mark Hanna, un magnate del hierro y cacique político de Ohio, William McKinley, un apóstol del proteccionismo, alcanzó unas cifras recaudatorias inauditas y creó una coalición de grandes empresarios y obreros de ciudades en expansión que apuntaló la gran era republicana (los republicanos ganaron siete de las nueve elecciones presidenciales que siguieron hasta la Gran Depresión).
Un pasaje del libro:
"Hanna estaba sorprendido por lo que vio en la convención de Minneapolis [de 1892]. "La demanda de la gente por McKinley", escribió, "fue incluso más franca" que cuatro años antes. Buscar activamente la nominación en 1892 habría perjudicado a McKinley, pero la próxima vez, pensó Hanna, "la demanda popular por su candidatura superaría toda oposición".
"A pesar de los pensamientos embriagadores de Hanna, la demanda espontánea casi nunca es suficiente en política. Ganar unas elecciones a la Presidencia requiere generalmente una campaña adecuadamente dirigida y basada en una estrategia meditada. Sabían por experiencia personal lo caóticas que podían ser las convenciones políticas. Instintivamente, los dos se ocuparon de los retos que suponía presentarse a Presidente y tomaron en cuenta lo que era necesario para ganar.
"No hay cartas de uno a otro, no hay notas de consultores o directores de campaña, y no hay registros de ninguna reunión para proponer ideas donde se debatiera de todo. Pero podemos ver las líneas de la estrategia de McKinley para ganar la nominación en lo que hicieron, en lo que dijeron y en cómo se acercaron a otros en los años que siguieron a la convención de 1892.
"La primera tarea, la más esencial, era unir a los republicanos de Ohio. Una delegación de Ohio dividida había acabado con las posibilidades de John Sherman en 1888, así que una delegación de su estado natal dividida socavaba el argumento de cualquier candidato de que tenía el amplio apoyo necesario para ganar la Presidencia. McKinley debía tener un fuerte respaldo de su estado natal. Él y Hanna también sabían que en el nido de víboras que era la política republicana del estado de los castaños, había un rival ambicioso. Aunque Joseph Foraker pasó 1893 y 1894 ejerciendo la abogacía, todavía ansiaba la Presidencia y podía destruir las opciones del Mayor [McKinley había alcanzado el rango de Mayor en la Guerra Civil].
"Tanto Hanna como McKinley sentían que la nominación y las elecciones generales girarían en torno a los asuntos de bolsillo. Por lo tanto, la campaña tenía que poner el énfasis en la protección e ignorar la moneda. Los resentimientos de la vieja Guerra Civil ya no juntaban a los republicanos del Norte tan eficazmente como antes. El proteccionismo unía a los republicanos, dividía a los demócratas del Norte y atraía el voto obrero, un bloque oscilante que ninguno de los partidos dominaba. McKinley era el líder indiscutible del partido en el asunto de los aranceles, pero se necesitaba que el proteccionismo tuviese un mayor protagonismo que en el pasado en el mensaje del Partido Republicano. Por el contrario, el asunto de la moneda enfrentaba a los republicanos del Medio Oeste y del Oeste aferrados a la plata y a los republicanos del Este aferrados al patrón oro, así que suponía el riesgo de dividir al partido. McKinley quería evitar eso.
"McKinley sabía que no ganaría la nominación como un candidato regional; tenía que hacer una campaña nacional. Tenía que empezar con Ohio y después ganar todos los delegados republicanos sureños que pudiera (los sureños representaban una cuarta parte del total de los delegados de la convención). Tenía que recoger apoyos en el Medio Oeste, el Oeste e incluso el Atlántico Medio y el Noreste. Illinois, con la cuarta delegación más grande, era clave, ya que Ohio (la tercera más grande) era presumiblemente de McKinley, mientras que Nueva York (la primera) y Pennsylvania (la segunda) estaban controladas por los jefes del partido y por eso eran más difíciles de ganar.
"No renunciando a ningún estado o región, McKinley se estaba metiendo en terreno peligroso. Para hacer una campaña nacional, tenía que desafiar a los jefes del aparato, reclutando para su causa a los rivales internos de estos en los estados. Inicialmente, McKinley era reacio a ir a por los delegados de Nueva York y Pennsylvania, pero Hanna le empujó a hacerlo. Esto también era difícil, pero sumamente lucrativo si lo sorteaba con éxito.
"Por otro lado, los candidatos que se presentaban como hijos favoritos no asustaban a McKinley. Pensaba que los activistas republicanos calarían la farsa de los candidatos que utilizaban a sus amigos de sus estados para obtener premios sin tener opciones de ganar.
"McKinley y Hanna entendían que era un error intercambiar promesas de asistencia, poder o puestos en el ganinete a cambio de delegados. Una vez que empiezas a hacer ofertas políticas como esas, no puedes parar. Jefes de los aparatos como Platt y Quay se habían quemado antes con acuerdos verbales y podían insistir en obtener compromisos escritos, que si eran revelados podían quemar a cualquier candidato que los hiciera. McKinley quería llegar a la Presidencia "sin hipotecas", ganar la nominación porque los delegados pensaban que era el hombre adecuado y tenía el programa adecuado, no porque había hecho los tratos adecuados.
"El Mayor no pretendía ser un adversario de "la Suma", como eran conocidos los líderes republicanos de las eficientes y disciplinadas organizaciones del partido unidas por el clientelismo, el poder y el dinero. Entendía que esos convenios formaban parte del paisaje político de la Edad Dorada [período comprendido entre la Guerra Civil y la Primera Guerra Mundial]. Sin embargo, durante la campaña, McKinley comprendió que los jefes se oponían a él porque no estaba dispuesto a cargar su campaña al cumplimiento de una obligación con ellos. Así que, con el tiempo, McKinley decidió convertir su oposición a los jefes en una ventaja, haciendo campaña contra ellos y sus métodos como un republicano reformador.
"Para Hanna y McKinley, estar bien organizados era probablemente algo codificado en su ADN. No crearon la operación desordenada típica de la mayoría de las campañas de primarias. Tabajaron para crear una organización altamente disciplinada que les llevó a desplegar agentes por todo el país para hacer el trabajo preliminar de identificar a los partidarios de McKinley en los estados. La mayoría eran asociados de Ohio -incluidos Charles W.F. Dick, un abogado de Akron y ex presidente del Partido Republicano del estado; William M. Hahn; y Joseph P. Smith, el bibliotecario estatal. William McKinley Osborne [primo del candidato] era otro agente, al igual que John Hay. Hay, que había sido el secretario personal de Abraham Lincoln y número dos del Departamento de Estado con Garfield, se había casado con una chica de Cleveland y se había encargado de la compañía familiar tras el suicidio del padre de ella. Enormemente rico, ahora vivía en la plaza Lafayette de Washington y estaba conectado con los chismes de la capital. Estos hombres y otros ayudaron a reclutar en cada estado líderes que ayudarían a elegir a los hombres de McKinley como delegados a las convenciones republicanas locales, de distrito y estatales, y después a la convención nacional. Esto era el equivalente a la temporada de primarias presidenciales en la Edad Dorada, cuando no había elecciones primarias abiertas a los miembros del partido o los votantes, sino una serie de múltiples etapas de convenciones locales, de distrito y estatales.
"Era imposible dirigir todas las operaciones estatales y territoriales desde Canton [la capital de Ohio], así que los hombres que estaban en los estados quedaron a cargo y fueron los responsables de trazar un plan que recibiese la aprobación de McKinley y Hanna y llevarlo a cabo con las modificaciones necesarias.
"McKinley y Hanna empezaron a organizarse temprano. No había un Presidente republicano titular. El campo estaba totalmente abierto. Los candidatos y los jefes normalmente esperaban hasta el año electoral para preparar una operación a la carrera, pero desde el punto de vista de McKinley, esperar tanto dejaba demasiadas cosas al azar y cedía terreno a esos jefes de partido que ya tenían a punto sus maquinarias"...
Se puede leer el libro aquí.
jueves, 1 de febrero de 2018
De "Mack el amable" al "secretario de las mierdas"
(Foto: Sharon Farmer/AFP)
The Gatekeepers: How the White House Chiefs of Staff Define Every Presidency (Los guardianes: cómo los jefes de personal de la Casa Blanca definen cada Presidencia), un libro de Chris Whipple, nos acerca a una veintena de jefes de gabinete de la Casa Blanca y nos detalla los servicios prestados por estos hombres a ocho Presidentes.
En la foto de arriba vemos al Presidente Bill Clinton apurando sus últimas horas de trabajo en el Despacho Oval ante la atenta mirada de su cuarto y último jefe de gabinete, John Podesta, en la mañana del 20 de enero de 2001. Antes y después de acceder al puesto de jefe de gabinete o jefe de personal, a Podesta le tocó ser el "secretario de las mierdas" encargado de dar respuesta al Escándalo Lewinsky.
Un pasaje del libro nos lleva a aquellos días:
"El lugarteniente de [el jefe de gabinete] Erskine Bowles, John Podesta, fue el primero en recibir las informaciones, alarmantes por su sordidez y espantosamente específicas: una joven becaria de la Casa Blanca aseguraba haber tenido sexo con el Presidente, y el fiscal especial Kenneth Starr tenía evidencias para demostrarlo. Nadie sabía a dónde podía conducir su investigación. "Recibí la primera llamada telefónica de un reportero del Washington Post, a quien habían avisado de que esto iba a salir", recuerda Podesta. "Y esas primeras veinticuatro horas había indudablemente una sensación zozobrante de '¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? No tenemos ni idea de lo que está pasando aquí'. Y ese tipo de pérdida de control puede fastidiarte. Te sientes como si estuvieras cayendo y no hubiera fondo".
"Podesta pidió al consejero legal Lanny Davis que lo mirase. Davis volvió a llamar más tarde. Como relató en unas memorias:
""John, el Post saca una historia con tres hechos clave confirmados y quieren nuestra opinión", empecé.
""¿De qué se trata?"
""Primero, han confirmado que una becaria de la Casa Blanca llamada Monica Lewinsky asegura haver mantenido una aventura con el Presidente, y esto lo corroboran las grabaciones entre la señorita Lewinsky y una amiga".
"Se escuchó una inspiración.
""Segundo, han confirmado que Ken Starr consiguió las grabaciones, fue a la fiscal general y ha recibido la autorización de un panel de tres jueces para investigar el papel del Presidente, que posiblemente incluye perjurio, instigación a cometer perjurio y obstrucción a la justicia".
"Se escuchó otra inspiración más fuerte.
""Finalmente, han confirmado que como resultado de las sospechas sobre esta aventura alguien de la Casa Blanca hizo que la señorita Lewinsky fuese trasladada a un empleo en el Pentágono".
"Un largo silencio seguido de otra inspiración más silenciosa y luego... un suspiro.
""Será mejor que bajes aquí inmediatamente", dijo Podesta en voz baja.
"Para Podesta, el escándalo de Monica Lewinsky era Realpolitik, nada personal. "No aprobaba lo que hizo el Presidente, pero no era de eso de lo que se trataba", dice. "No se trataba de si tenía una relación con una joven; se trataba de que sus oponentes estaban intentando impedir que hiciera lo que quería hacer porque ellos querían hacer las cosas de forma diferente".
"Pero para Bowles, las noticias sobre la conducta de Clinton fueron devastadoras. "Estaba tan afectado que no asistía a las reuniones sobre esto", dice Peter Baker, el reportero que llamó a Podesta aquella noche y autor de 'The Breach', una crónica sobre el 'impeachment' de Clinton. "En un momento dado, Erskine simplemente estalló: 'No quiero saber una maldita cosa sobre ello. ¡No me habléis de ello!'" Bowles estaba tan asqueado por la aventura que literalmente enfermó. Durante una reunión, soltó, "Creo que voy a echar la pota". Huyó de la sala y nunca volvió.
"Bill Clinton salió adelante compartimentando, gobernando y gestionando el escándalo alternativamente. En 'Mi Vida', el Presidente escribió: "Me vi obligado como nunca antes a vivir dos vidas paralelas, salvo que esta vez la parte más oscura de mi vida interior estaba a plena vista". Pregunté a Bowles sobre esas vidas paralelas. "Bueno, nadie lo compartimenta todo, vale", dice. "Tiene un gran efecto en ti. Sin duda, yo sabía cuándo era más difícil y cuándo no para él. Mi trabajo era conocer a mi cliente, comprenderlo, y también asegurarme de que no perdiera su atención en su agenda. Pero tenía que asegurarme de dejarle el tiempo suficiente para ocuparse de ese otro asunto".
"Hasta el día de hoy, Bowles apenas puede hablar sobre "ese otro asunto". En aquel momento, lo superó trazando una estrategia de contención, levantando un muro con el escándalo para que otros se ocupasen de ello. "Fue difícil para el Presidente y fue difícil para el personal de la Casa Blanca", dice. "Y tuve que resolver cómo ejecutar sus objetivos mientras lidiaba aparte con esa otra crisis. Tomé la decisión -la historia juzgará si fue la correcta o no- de aislarlo en células particulares de la Casa Blanca con personas que se ocuparían de eso y solamente de eso".
"El adjunto de Bowles, Podesta, se hizo cargo de gestionar las "células" Lewinsky -dotadas de abogados, gente de comunicación y otros- mientras Bowles mantenía a Clinton concentrado en gobernar. "John supervisó toda esa operación. Pensé que tenía un talento increíble en áreas en las que yo era increíblemente poco talentoso", dice Bowles. "A mí no me gustaba ocuparme de las investigaciones; lo odiaba. Y John era genial en eso". Podesta -quien se refería a sí mismo como "el secretario de las mierdas"- fue el responsable de intentar impedir el 'impeachment' y la condena del Presidente de los Estados Unidos".
Clinton había iniciado su etapa en la Casa Blanca en 1993 nombrando como jefe de gabinete a un hombre totalmente diferente a Podesta; Mack McLarty, alias "Mack el amable".
Con el bueno de Mack, un amigo de la infancia del Presidente (la pandilla de Arkansas), al frente del Ala Oeste, los primeros días de Clinton en el Despacho Oval eran como "la escena del camarote de los Hermanos Marx en 'Una noche en la ópera'", escribe Whipple. "Las reuniones de diez minutos se alargaban horas, dejándose caer casi cualquiera que quisiera participar. El personal se despatarraba en los sofás y en el suelo. Las cajas de café y donuts se amontonaban".
Whipple concluye que el jefe de gabinete debe ser "el guardián (o portero) que decide quién ve al Presidente" y tiene que "estar casi siempre en la sala para evitar las tácticas evasivas de personas que buscan impulsar sus propios planes" ante el Presidente.
Se puede leer el libro aquí.
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