28 de marzo de 1985. Ronald Reagan se convierte en el primer Presidente que hace una visita oficial a la Bolsa de Nueva York. En las cinco décadas anteriores, un representante de los ciudadanos que hubiera confraternizado abiertamente con los corredores de Wall Street se habría ganado la reprobación de la opinión pública. Pero las cosas han cambiado.
El año anterior, la economía creció un 7.3 por ciento, al ritmo más alto desde 1951, Wall Street alcanzó el récord de volumen negociado en una jornada y los estadounidenses vuelven a apostar con fuerza por diversificar sus ahorros e invertir en productos de inversión. Madonna canta que "el chico con el dinero en efectivo es siempre el verdadero señor porque vivimos en un mundo material y yo soy una chica material" en Material Girl; "Yo tengo el cerebro, tú tienes la imagen, ¡hagamos montones de dinero!", dice la letra de Opportunities de Pet Shop Boys; de la Europa Central llega el extraño You're My Heart, You're My Soul de Modern Talking a convertir el placer en fin supremo y sinónimo de Bien; Tears for Fears, en su Everybody Wants to Rule the World, pide ayuda para "aprovechar al máximo la libertad y el placer" porque "nada dura para siempre"; y Starship saca el súper éxito We Built This City que levanta rascacielos a base de rock 'n roll en la "ciudad junto a la bahía" (San Francisco), la "ciudad que toca rock" (Cleveland) y la "ciudad que nunca duerme" (Nueva York).
En el corazón del Distrito Financiero de Manhattan, Reagan da una charla de unos cinco minutos a los corredores del parqué antes de tocar la campana que anuncia el comienzo de la sesión. Los agentes intermediarios, especuladores, arbitrajistas y operadores de cobertura le dedican gritos atronadores de "¡Ronnie! ¡Ronnie! ¡Ronnie!".
El Presidente defiende que sus políticas de menos impuestos y menos regulación financiera están pensadas para "hacer retroceder a los osos a una hibernación permanente" y promete que "vamos a desatar al toro", símbolo tradicional de la fuerza y el poder del pueblo estadounidense frente a los poderes financieros.
"La economía americana es como un caballo de carreras que ha empezado a galopar en la parte delantera del pelotón", dice Reagan. "Otras naciones, limitadas por altos índices de impuestos y ahogadas por un gasto gubernamental desproporcionado, han sido lentas alcanzándonos. Y esto ha causado algunas deslocalizaciones dolorosas, en especial para las industrias exportadoras de América".
"Pero la respuesta difícilmente puede ser paralizar la economía americana para que descienda al nivel de las demás", sostiene Reagan. "La solución es que nuestros socios comerciales dejen de lado el peso muerto del gobierno y recorten sus propios tipos impositivos, el gasto y la regulación excesiva y se unan a nosotros abriendo sus mercados a la competición exterior para que así puedan alcanzarnos en nuestra carrera hacia el futuro".
Acompaña al Presidente su nuevo jefe de gabinete, Donald Regan, anterior secretario del Tesoro y antiguo presidente de Merrill Lynch, que en un momento dado se inclina con suficiencia hacia Reagan y le dice al oído, "Dése prisa", porque la hora de apertura del mercado se echa encima y las acciones, bonos, materias primas y derivados financieros no esperan ni siquiera a los Presidentes.
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