domingo, 18 de febrero de 2018

"No se requiere una Uzi para matar un ciervo"

Después de una década en la que los republicanos habían conseguido pintar a los demócratas como débiles frente al crimen, Bill Clinton tuvo el talento para darle la vuelta al argumento en 1992 convirtiendo el control de armas en un asunto de ley y orden. El demócrata arkansano derrotó al Presidente George H.W. Bush acusándole de debilidad frente al crimen por haber vetado los intentos del Congreso de regular la venta de armas, en especial en lo referente a la comprobación de antecedentes de los compradores. Clinton combinó esa postura con un apoyo firme a la pena de muerte que le ayudó a diferenciarse con éxito del anterior nominado demócrata, Michael Dukakis.

Como Presidente, la primera victoria legislativa de Clinton en materia de armas fue la firma el 30 de noviembre de 1993 de la Ley Brady. Bautizada así en honor al ex Secretario de Prensa de la Casa Blanca James Brady, quien resultó herido de gravedad en el atentado contra el Presidente Ronald Reagan en 1981, la ley establecía cinco días de espera para la revisión de antecedentes de los compradores de pistolas.

Considerada una medida moderada, contó con un apoyo casi unánime en el Senado y con el respaldo de Reagan, quien dos años antes había escrito un artículo en The New York Times que decía así: "Cuatro vidas fueron cambiadas para siempre, y todo por un arma económica -una pistola inferior de calibre 22- adquirida en una casa de empeños de Dallas por un joven que tenía un historial de trastornos mentales. Esta pesadilla podría nunca haber ocurrido si la legislación que ahora se encuentra ante el Congreso -el proyecto de ley Brady- hubiera sido ley en 1981".

Diez meses después, Clinton firmó la Prohibición Federal de Armas de Asalto para los diez años siguientes. Mucho más polémica, se aprobó con el voto de 61 senadores; solo siete senadores republicanos se unieron a todos los senadores demócratas menos dos votando a favor. Sus detractores alegaban que las armas de asalto solo se utilizaban en el 1 por ciento de todos los crímenes cometidos en los Estados Unidos y que la disposición era parte de un proyecto encubierto del gobierno para anular las libertades constitucionales de los ciudadanos.

La polémica revitalizó el activismo de los propietarios de armas y convirtió a la Asociación Nacional del Rifle en un actor político a tener en cuenta en adelante. En noviembre, los votantes desalojaron de sus escaños a varios de los demócratas que se habían implicado en la aprobación de la ley, incluido el mismísimo Speaker de la Cámara de Representantes Tom Foley.

No obstante, Clinton no renegó de la ley y la utilizó en un anuncio de televisión de su campaña de reelección dirigido a las madres suburbanas de clase media (otra vez combinada con un firme apoyo a la pena de muerte y al aumento de los recursos policiales).

"Una agente asesinada en acto de servicio. Un padre muerto a tiros en el trabajo. Una estudiante disparada en la escuela. Una madre asesinada a sangre fría. Víctimas asesinadas por mortíferas armas de asalto. Bill Clinton hizo algo que ningún Presidente ha sido capaz de lograr nunca. Aprobó y firmó la dura ley para prohibir las mortíferas armas de asalto", decía el anuncio.

"Las mortíferas armas de asalto fuera de nuestras calles. 100,000 nuevos policías en las calles. Ampliar la pena de muerte. Es así como protegemos a América", decía el Presidente mirando a cámara desde su escritorio del Despacho Oval.



Ya en su segundo mandato, como parte de una operación de relaciones públicas para dar respuesta a la reciente matanza en una escuela de Jonesboro, Arkansas, y para desviar la atención del Escándalo Lewinsky, el Presidente Clinton firmó en 1998 un decreto prohibiendo de forma permanente la importación de armas semiautomáticas que eludían una ley anterior vendiéndose como armas para uso deportivo.

"Pueden leer entre líneas todo lo que quieran nuestras leyes y reglamentos, y pueden continuar haciendo cambios menores, pero vamos a hacer todo lo posible para impedirles a ustedes [los comerciantes de armas] ganarse los dólares de forma impropia", dijo el Presidente en su mensaje desde la rosaleda de la Casa Blanca flanqueado por el Vicepresidente Al Gore, la Fiscal General Janet Reno, el Secretario del Tesoro Robert Rubin (la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas pertenece al Departamento del Tesoro) y varios agentes de policía.

La medida, la más estricta de todas las iniciativas de control de armas promovidas por Clinton, suponía el bloqueo de la entrada al país de un millón y medio de armas que ya tenían el permiso para entrar. Los modelos más afectados eran el fusil de asalto chino AK-47 y la metralleta israelí Uzi.

"No se requiere una Uzi para matar un ciervo", argumentó el Presidente. Pero los cazadores se sintieron directamente atacados por la administración porque ya había empezaba a joder con las armas que consideraban de "uso deportivo".

1 comentario:

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