6 de mayo, 1991. En medio de un tercer mandato presidencial consecutivo de los republicanos y con el Presidente George Bush en la cúspide de su popularidad después de la Guerra del Golfo, Bill Clinton, gobernador de Arkansas, 44 años, sube al estrado para pronunciar el discurso inicial de la convención anual del Democratic Leadership Council (DLC), un grupo formado seis años antes con la ayuda de la comunidad empresarial y Wall Street para abrir una vía 'centrista' dentro del Partido Demócrata.
Como respuesta a la debacle del newdealer Walter Mondale en las presidenciales de 1984, el DLC lleva un lustro proponiendo pasar página de la exaltación de la plenitud del poder del gobierno que ha dado forma al ideario del Partido Demócrata en los anteriores cincuenta años y apostar por un progresismo más propio de las primeras dos décadas del siglo XX, cuando de la mano de un Presidente republicano y otro demócrata, Teddy Roosevelt y Woodrow Wilson, se implementaron algunas reformas sociales con un propósito preventivo para impedir que las ideas revolucionarias prendieran entre los trabajadores y fortalecer así la posición de los grandes industriales.
A pocas manzanas del hotel de Cleveland donde Clinton se dirige a los demócratas centristas se desarrolla un teatro político que refleja el conflicto interno del partido: un ofendido Jesse Jackson, candidato presidencial en 1984 y 1988 y potencial candidato en 1992, se ha unido a los sindicatos para protestar contra el apoyo del DLC al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) que negocian EEUU, México y Canadá.
Clinton coincide con el ala populista del partido en condenar algunos vicios de los 80 como la "glorificación de la búsqueda de la codicia y el egoísmo", pero señala en su discurso que los políticos demócratas no han sabido identificarse con las vidas de las personas de clase media y hacer avanzar sus prioridades.
"Demasiadas de las personas que solían votarnos, la agobiada clase media de la que hablamos" , dice el gobernador de Arkansas, "no ha confiado en nosotros en elecciones nacionales para defender nuestros intereses nacionales en el exterior, o para incluir sus valores en nuestra política social en casa, o para coger el dinero de sus impuestos y gastarlo con disciplina".
"Tenemos que tener un mensaje que les afecte a todos, que tenga sentido para todos, que vaya más allá de las rancias ortodoxias de izquierda y derecha", declara Clinton. "Que resuene en las preocupaciones reales de los americanos corrientes, en sus esperanzas y sus miedos".
La idea es que "ahora nuestra nueva opción rechaza completamente las viejas categorías y las falsas alternativas que ellas imponen. Lo que os acabo de decir, ¿es liberal o conservador? La verdad es que es ambos y a la vez diferente".
Clinton les dice a los demócratas que las oportunidades "primero y principalmente" significan "un compromiso con el crecimiento económico"."Oportunidades para todos también significa que el gobierno debería ayudar a la clase media así como a los pobres cuando lo necesiten", dice. Pero no es suficiente, advierte, "si das oportunidades sin insistir en las responsabilidades".
Otros potenciales aspirantes presidenciales como Al Gore, Dick Gephardt, Paul Tsongas, Douglas Wilder y Jay Rockefeller también intervienen en el foro. Los Senadores Gore y Rockefeller, en ese orden, son las principales apuestas del DLC para las elecciones presidenciales de 1992 por ser los más conocidos a nivel nacional (Gore ya se presentó a las primarias demócratas del 88 haciéndose con 7 estados y 374 delegados). Pero puede que los grandes nombres prefieran esperar a unas elecciones más ganables en 1996. Clinton, presidente del grupo desde el año anterior y el orador que más ha gustado en Cleveland, parece mucho más decidido a presentarse.
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