miércoles, 13 de septiembre de 2017

Excursión a la finca de Pamela Harriman

14 de junio de 1991. La multimillonaria Pamela Harriman, viuda del ex gobernador de Nueva York, ex secretario de Comercio, diplomático, hombre de negocios y ex candidato presidencial Averell Harriman, reúne en su casa de campo de Middleburg, Virginia a políticos y estrategas demócratas con una veintena de grandes donantes. El objetivo es diseñar una estrategia conjunta para las elecciones presidenciales de 1992.


Asiste un candidato presidencial ya declarado, el ex Senador por Massachusetts
Paul Tsongas, y varios potenciales candidatos para 1992 o 1996: el Senador Lloyd Bentsen, de Texas; el Senador Bill Bradley, de New Jersey; el Gobernador Bill Clinton, de Arkansas; el Speaker de la Cámara de Representantes, Tom Foley; el Congresista Dick Gephardt, de Missouri; el Senador Tom Harkin, de Iowa; el Senador Bob Kerrey, de Nebraska; el Senador George Mitchell, de Maine; y el Senador Jay Rockefeller, de Virginia Occidental, el preferido de Harriman.


Otros posibles candidatos, el Gobernador Mario Cuomo, de Nueva York; el Senador Al Gore, de Tennessee; el reverendo Jesse Jackson y el Gobernador Douglas Wilder, de Virginia, también estaban invitados pero no han podido asistir por diferentes motivos. En el caso de Gore su ausencia se interpreta como una confirmación de que ha decidido no presentarse en el 92; los otros ausentes parece que no ven apropiado mantener reuniones semisecretas con grandes donantes.


Para evitar suspicacias, los asistentes comparecen ante la prensa al término del cónclave y hablan de los resultados de las conversaciones.


"Es la primera vez en la historia del Partido Demócrata que los líderes de nuestro partido, esos que han pasado por el proceso anteriormente, como el Senador Lloyd Bentsen y el Congresista Dick Gephardt y otros, se han unido a otros que están pensando en buscar la nominación de nuestro partido en la campaña presidencial de 1992"
, dice el presidente del Comité Nacional Demócrata, Ron Brown.


La primera tarea es desmontar la impresión general de que el Presidente George Bush es imbatible después de la victoria en la Guerra del Golfo. "Para nosotros está claro que el Presidente Bush es muy vulnerable en 1992 porque esta administración no tiene en absoluto ninguna agenda doméstica", dice Brown. "No está hablando de las necesidades, las aspiraciones y los objetivos de los hombres y mujeres corrientes que trabajan y de las familias trabajadoras de nuestra nación".


Existe una contradicción en los sondeos que les hace ser optimistas. Según la encuesta más reciente de NYT/CBS News, el 75 por ciento de los estadounidenses aprueba la gestión de Bush, lo cual es muy malo para los demócratas; pero la misma encuesta revela que el 57 por ciento de los estadounidenses describe la situación económica como mala o muy mala, lo que es muy bueno para los demócratas.


Brown explica que han acordado
una estrategia preliminar para organizarse de cara a las elecciones generales sin importar quién sea el nominado, porque creen que en las elecciones de 1988 el partido no estuvo preparado para arropar al nominado con una organización sólida en las elecciones generales. No había en marcha una estrategia de campaña coordinada para después de la convención y descubrieron que los republicanos llevaban 12 o 18 meses planeando la suya. Por eso ahora, con la ayuda de la señora Harriman, han montado el Democrats' Victory Campaign '92 (Campaña para la Victoria Demócrata en el 92), un comité que no interferirá en las primarias y estará listo para apoyar al nominado demócrata a partir del verano del 92.


Una de las preguntas de los escépticos reporteros va dirigida a Clinton, a quien le gusta decir que él está más en contacto con los ciudadanos de a pie que los políticos de Washington, DC. "Gobernador Clinton, si se presenta a Presidente, ¿ganará con la estrategia secreta de la que siempre habla?", le preguntan.


"Cualquier político ordinario descubriría saliendo y hablando con la gente real que tienen problemas reales, preocupaciones reales que creo que no están siendo abordadas a nivel nacional. Y si podemos elaborar un mensaje que una a la gente en torno a estas preocupaciones, entonces los demócratas tenemos una oportunidad de ganar en el 92", dice Clinton.


El gobernador sureño anima a los demócratas a capitalizar la ansiedad de la clase media trabajadora por
la economía, la sanidad y la educación de sus hijos. "Les preocupa que sus escuelas no sean muy buenas y que cuando salgan de ellas no puedan permitirse enviarlos a la universidad", dice.


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