jueves, 14 de septiembre de 2017

Un encontronazo con los propietarios de armas en Oregon

25 de mayo de 1968. El Senador Bobby Kennedy hace campaña por la nominación presidencial demócrata en Oregon acompañado del astronauta John Glenn, el primer hombre en orbitar la Tierra, y Terry Baker, ex quarterback de los Los Angeles Rams y los Oregon State Beavers.


El astronauta, un héroe nacional, es el encargado de introducir al candidato en sus eventos electorales. "Obviamente, estoy apoyando al Senador Kennedy. Somos buenos amigos", declara Glenn, quien planea presentarse al Senado en 1970 por su estado, Ohio.


"Oregon es importante porque tenemos que venir a donde está la gente"
, dice Kennedy en un mitin en las calles de Portland, la principal ciudad del estado. "Hemos venido aquí a vosotros, hemos hablado sobre cuáles son nuestras ideas. Vosotros tomáis la decisión de a cuál de los varios candidatos deseáis apoyar. Y por eso hay tanta atención puesta en el estado de Oregon en este momento; porque el poder está en la gente. Hay muchos estados que tendrán más votos que vosotros en la ciudad de Chicago en la convención demócrata de agosto. Pero no hay un estado que sea más importante a la hora de decidir quién va a ser el candidato demócrata".


El joven senador por Nueva York y ex fiscal general de EEUU busca crear y fortalecer relaciones con sus potenciales votantes visitando sus lugares de ocio y practicando una de sus aficiones, el
patinaje sobre hielo, en la pista de hielo del Lloyd Center de Portland.




En Roseburg, una pequeña ciudad del sur del estado, menos afín a los Kennedy, unas 1,500 personas se concentran delante del palacio de justicia del condado de Douglas para ver y escuchar al candidato. Pero no todos han ido a mostrarle su apoyo; se ven muchas pancartas de protesta con el lema "Protege tu derecho a portar armas".


Kennedy -cuyo hermano mayor, el Presidente John. F. Kennedy, fue asesinado oficialmente con un arma comprada por correo- apoya
una propuesta para prohibir la venta de armas por correo a personas con antecedentes, enfermos mentales y menores de edad, y se ve obligado a defender su postura ante las protestas de decenas de oregonianos.


"En la actualidad, una persona demente, un hombre con un largo historial criminal por haber matado a una docena de personas puede ir y comprar un rifle"
, dice en Roseburg. "¿Tiene algún sentido poner rifles y pistolas en manos de personas que tienen un largo historial criminal, que son dementes, que son mentalmente incompetentes o que son tan jóvenes que no saben cómo manejar rifles o pistolas?", pregunta.


Bobby denuncia que algunos grupos, como la Sociedad John Birch, están falsificando sus argumentos, haciendo que sea percibido "como alguien que va a venir -el gobierno federal que va a venir- y os va a quitar vuestras armas u os va a quitar vuestros rifles".


"Nada de eso va a pasar", promete. "Cualquiera puede tenerlas como podéis tener un coche. He oído que en esta comunidad es descrito como, 'Es así como empezó la Alemania nazi'. Pero lo único que estamos diciendo es que no haya armas en manos de... cualquiera puede tener una pistola, cualquiera puede tener un rifle. Pero una persona con antecedentes criminales o que está en una institución mental o que es mentalmente incompetente no debería tener rifles o pistolas. ¿Hay alguien que piense que esas personas deberían tener rifles o pistolas? Eso es todo lo que la legislación hace, no impide a nadie tener un rifle o una pistola. Así que el 'Prepárate para proteger tu derecho a portar armas' es solo engañar al pueblo americano".


"Todo lo que hace esta legislación", repite Kennedy, "es mantener las armas alejadas de los criminales, los dementes y las personas que sean demasiado jóvenes. Con toda la violencia y los asesinatos que tenemos en los Estados Unidos, creo que estaréis de acuerdo en que debemos mantener las armas de fuego fuera del alcance de personas que no son quién para portar armas".




El intercambio de Kennedy con los defensores de las armas es un reflejo de las dificultades que encontrará en Oregon. El estado del castor es un territorio de orgullosos propietarios de armas. Y su principal rival en la primaria del día 28, Eugene McCarthy, es un incondicional de la Segunda Enmienda. El senador por Minnesota lleva días mofándose del deseo de Kennedy de regular la venta de armas y describiendo al patricio de la Costa Este como "un niño rico mimado que no puede correr esta carrera electoral sin el dinero de papá y sin su astronauta [Glenn]".


A eso ha de sumar otros dos inconvenientes: el primero, que menos de un uno por ciento de la población de Oregon es afroamericano y hay pocos católicos; el segundo, que es un bastión sindical y las críticas de Kennedy a los líderes del sindicato de los Teamsters han sentado mal a los trabajadores blue collar.


En definitiva,
RFK no puede encontrar puntos de apoyo claros en Oregon. Todos viven demasiado cómodos en esa tierra de hermosas puestas de sol. Las bandas criminales, los disturbios en los cámpuses universitarios, la agitación racial en las grandes ciudades, la guerra de Vietnam son problemas lejanos para la mayoría.

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