viernes, 15 de septiembre de 2017

Jugándoselo todo a la carta nuclear

Octubre de 1984. La campaña de Walter Mondale lanza un provocador anuncio de televisión que muestra imágenes de niños entremezcladas con el lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales mientras suena la canción sesentera Teach your children (Enseña a tus niños) del grupo Crosby, Stills, Nash & Young. El anuncio termina con  la imagen de un bosque sacudido por una explosión y el primer plano de una niña. Luego el globo terráqueo ocupa la pantalla y la marca electoral Mondale/Ferraro gira hasta hacerse visible.


Las relaciones entre EEUU y la URSS han sido gélidas en el primer mandato de Ronald Reagan. El Presidente lanzó el año pasado su Iniciativa de Defensa Estratégica (rebautizada por la prensa como La guerra de las galaxias) que amenaza con alterar la estabilidad de la teoría de la destrucción mutua asegurada al sugerir que es posible defenderse de un ataque nuclear. La televisión y el cine también han contribuido al pánico nuclear en el último año: la cadena ABC emitió en 1983 el aterrador telefilme El día después, y la Metro-Goldwyn-Mayer produjo la influyente película Juegos de guerra de John Badham (película completa, aquí) que planteaba una nueva fuente de temor: la seguridad de los equipos informáticos de los centros de control de lanzamiento de misiles.


En ese contexto, l
os demócratas juegan su última carta con el miedo a la aniquilación nuclear. El anuncio de Mondale pretende culpar a Reagan de una eventual guerra atómica por querer continuar la carrera armamentística con la URSS y abandonar los tratados nucleares firmados con los soviéticos por todos los Presidentes, demócratas y republicanos, desde John F. Kennedy. El spot se dirige a la generación de los Baby Boomers, treintañeros y cuarentones, que han dejado atrás sus años rebeldes en los que escuchaban a Crosby, Stills, Nash & Young para convertirse en responsables padres de familia que priorizan la seguridad de sus hijos.




Sin embargo, hay un par de cosas que fallan: el guión y el sonido. Para un espectador poco enterado no queda claro qué lleva al ataque nuclear y qué piensa hacer Mondale para evitarlo. Y faltan pistas sutiles en forma de imágenes sombrías o sonidos clave como cuerdas disonantes para producir ansiedad. Aunque permite acceder al grupo demográfico al que se dirige, una dulce concioncilla de folk no suscita ansiedad. Es más, rescata los estereotipos de los años 60, que ya no están de moda y no calan ni entre las generaciones más mayores ni entre las más jóvenes porque en el primer mandato de Reagan hemos asistido a una vuelta de la república al status quo de un tiempo anterior, los años 50, desechando, incluso ridiculizado, el legado de los 60 (hasta las películas se burlan del pasado hippie de los personajes baby boomers como si solo hubieran buscado el desfase y no luchar por una causa legítima; y si antes su desfase eran la revolución sexual y los alucinógenos, ahora lo es el dinero).

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