1 de noviembre de 1976. El Presidente Gerald Ford llega a su ciudad, Grand Rapids, la noche anterior al día de las elecciones. En las últimas 48 horas ha hecho cinco mítines en Nueva York, tres en Ohio y dos en Michigan (en Detroit y Livonia) además de una intervención en la radio antes de llegar a Grand Rapids.
"No creo que pueda expresar suficientemente con palabras esta noche el agradecimiento de Betty y el mío propio por esta tremenda bienvenida al hogar que tanto queremos, Grand Rapids", dice el Presidente intentando contener la emoción en un mitin nocturno de bienvenida.
"Mientras descendíamos por la Avenida Monroe, demócratas, independientes y republicanos... la gente con la que Betty y yo hemos vivido, a la que Betty y yo queremos, a la que yo intenté ayudar a lo largo de los años cuando tuve el honor de representar a este gran distrito en el Congreso... y gracias por la oportunidad".
Ford tiene problemas para terminar su declaración porque "está cansado hasta lo más hondo, más cansado que en ninguno de los partidos de fútbol que jugó para el South High o la Universidad de Michigan", escribe el reportero del Journal Gazette. "Solo la adrenalina de una posible victoria inesperada le permite continuar. Betty Ford tiene que rearmarlo con un beso. Él sigue, pero a duras penas".
La victoria es posible para el Presidente. A mediados de julio, Ford estaba 33 puntos por detrás del demócrata Jimmy Carter en la encuesta de Gallup. A 1 de noviembre, tanto Gallup como Harris califican las elecciones como "demasiado igualadas para pronosticar un ganador".
El nominado presidencial demócrata Jimmy Carter hace campaña en California y Michigan, dos estados más necesarios para Ford que para él, en la víspera de las elecciones.
El ex gobernador de Georgia se pone un casco para inspeccionar las obras en los ferrocarriles de Sacramento y dar un discurso a los trabajadores, ofrece un mitin callejero en el centro de Los Angeles y vuela a Flint para un último acto electoral conjunto con su compañero de fórmula Walter Mondale.
No obstante el día no es como el candidato hubiera deseado, ya que se ve obligado a responder a una polémica racial ocurrida el día anterior en una iglesia baptista de Plains, Georgia de la que es diácono. La iglesia cerró sus puertas y no celebró la misa dominical para no tener que admitir a cuatro negros. Ahora algunos grupos de activistas negros exigen a Carter que renuncie a seguir siendo miembro de la iglesia.
"No puedo renunciar a la raza humana porque exista discriminación. No puedo renunciar a la ciudadanía americana porque todavía exista discriminación. Y no tengo la intención de renunciar a mi propia iglesia porque exista discriminación", dice Carter en una rueda de prensa improvisada en Sacramento.
"Creo que la mejor estrategia es permanecer en la iglesia y tratar de cambiar las actitudes que aborrezco. Si fuese un club de campo, lo dejaría. De hecho no soy miembro de clubs de campo ni de ningún otro club privado que discrimine por la raza. Pero esta no es mi iglesia, es la iglesia de Dios y no puedo renunciar a mi devoción de toda la vida por un remanente de discriminación que ha sido paliado en gran medida en los últimos diez años. Espero que sea eliminado completamente en las próximas semanas".
Coretta King, la viuda de Martin Luther King, vuela con Carter desde Sacramento a Los Angeles en "lo que parece una maniobra para compensar el daño electoral con los negros y, posiblemente, los blancos liberales", en palabras de Charles Mohr en The New York Times.
Mohr describe "preocupación en su séquito" por la tendencia negativa de las encuestas en la recta final de la campaña. "Su ánimo parece apagado y terriblemente serio, presumiblemente por los presagios de los sondeos de opinión y de los experimentados observadores políticos de que las elecciones de mañana están tan igualadas que podría pasar cualquier cosa".
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