miércoles, 6 de septiembre de 2017

Contra el egoísmo en época de bonanza

3 de septiembre de 1984. Es el Día del Trabajo. Walter Mondale y su compañera de fórmula Geraldine Ferraro aterrizan a última hora de la tarde en Long Beach, California después de cruzar el país de punta a punta -han empezado esta mañana en Nueva York y han hecho paradas en el Medio Oeste-. Son recibidos por el Alcalde de Los Angeles Tom Bradley, el Senador por California Alan Cranston y el principal rival de Mondale en las pasadas primarias demócratas, el Senador por Colorado Gary Hart.


El nominado presidencial demócrata inicia los dos últimos meses de campaña con una desventaja de 11 puntos respecto al Presidente Ronald Reagan -Reagan, 52 por ciento; Mondale, 41 por ciento en la encuesta de Gallup-. El demócrata de Minnesota se aferra a que hace cuatro años, el entonces Presidente Jimmy Carter tenía una ventaja de 6 puntos el Día del Trabajo y terminó perdiendo 44 estados el día de las elecciones; y a que hace ocho años, el Presidente Gerald Ford empezó con una desventaja de 16 puntos en septiembre y se quedó a solo dos estados de ganar las elecciones.


Pero el optimismo y la confianza imperan en la sociedad estadounidense en este 1984. El
boom económico del último año -cuatro trimestres consecutivos creciendo por encima del 10 por ciento, los dos últimos por encima del 12 por ciento- ha lanzado al Presidente imparable hacia la reelección. El mensaje de Mondale le resulta fastidioso a la clase media porque el ex Vicepresidente insiste en hablarles de las obligaciones contraídas con la franja más vulnerable de la sociedad.


"Muchos de nosotros somos dichosos de tener unos cuerpos y unas mentes saludables. Muchos de nosotros hemos sido bendecidos con algo de suerte. Pero hay millones de americanos que son pobres, que están desamparados, que son discapacitados, que están agobiados por los problemas más allá de su capacidad para manejarlos", dice Mondale en el aeropuerto de Long Beach. "Y cuando eso ocurre, ¿queremos una América que simplemente les da la espalda? ¿Nos hemos convertido en una especie de pueblo glacial e indiferente a las necesidades de los seres humanos? Esta pasada semana, hubo una historia en Nueva York sobre una decisión federal que ordena a la administracion Reagan restaurar las ayudas por discapacidad a miles de americanos desgraciados que están discapacitados física y mentalmente, emocionalmente distorsionados e incapaces de mantenerse por sí mismos. Fueron eliminados por una computadora, sin una vista, sin oportunidades de defender su caso, la mayoría de ellos incluso sin saber cómo presentar su caso si tuvieran una oportunidad. Somos un pueblo generoso, amable, solícito y justo. Los americanos nunca hemos honrado a los egoístas. Nunca hemos construido una estatua de alguien que nos haya pedido menos que lo mejor de nosotros. Necesitamos un Presidente que nos enseñe otra vez ese gran instinto americano fundamental por la justicia, la decencia y la preocupación por la vida americana".



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