viernes, 29 de septiembre de 2017

"Ayudadme a decidir si debo continuar en la vida pública"

25 de julio de 1969. Ha pasado una semana desde que Ted Kennedy abandonó supuestamente la escena de un accidente dejando atrapada en el automóvil sumergido en el agua a la antigua secretaria de su hermano Bobby, Mary Jo Kopechne. El incidente de la isla de Chappaquiddick, un nombre retorcido difícil de olvidar, ha instalado firmemente en la mente del público ciertos prejuicios que ya existían sobre el pequeño de los hermanos Kennedy: malcriado, aficionado al vino, a las mujeres y a la conducción temeraria. Con sus planes presidenciales de futuro destruidos, el una vez prometedor político, de 37 años, en libertad condicional tras haber tardado nueve horas en informar de los hechos, pronuncia un discurso televisado para salvar como sea su escaño en el Senado.


Con traje oscuro y corbata oscura, ya sin el collarín que llevó en los primeros días, Kennedy reconoce su culpa. "Esta mañana he hecho una declaración de culpabilidad por los cargos de abandono de la escena de un accidente", dice. "Considero indefendible no haber informado del accidente inmediatamente".


Habla de obligación moral ("Me he sentido moralmente obligado", dice, "a declararme culpable") para abandonar el orgullo y postrarse en señal de reconocimiento de sus faltas y debilidades ante sus conciudadanos y de acatamiento de la increíble versión oficial de los hechos.


"No hay palabras por mi parte que puedan expresar el terrible dolor y sufrimiento que siento por este trágico incidente. Esta última semana ha sido agonizante para mí y para los miembros de mi familia. Y la pena que sentimos por la pérdida de una maravillosa amiga permanecerá con nosotros el resto de nuestras vidas.


"Estos eventos, la publicidad, las insinuaciones y los murmullos que los han rodeado y mi admisión de culpa esta mañana abren una pregunta en mi mente sobre si mi prestigio entre la gente de mi estado se ha visto tan dañado que debería dimitir de mi cargo en el Senado de los Estados Unidos. Si en algún momento, los ciudadanos de Massachusetts pierden la confianza en el carácter de su senador o en su capacidad, ya sea justificada o injustificadamente, opino que no podría cumplir adecuadamente con sus obligaciones y no debería continuar en el cargo.


"La gente de este estado, el estado que envió al Senado de los Estados Unidos a John Quincy Adams, Daniel Webster, Charles Sumner, Henry Cabot Lodge y John Kennedy, tiene derecho a estar representado por hombres que inspiren la máxima confianza. Por esta razón, entendería de sobra por qué algunos podrían pensar que lo correcto por mi parte sería dimitir. Para mí, esta será una decisión difícil de tomar.


"Han pasado siete años desde mi primera elección al Senado. Vosotros y yo compartimos muchos recuerdos. Algunos de ellos han sido gloriosos, otros han sido muy tristes. La oportunidad de trabajar con vosotros y servir a Massachusetts ha hecho que mi vida merezca la pena.


"Por lo tanto, esta noche os pido a vosotros, el pueblo de Massachusetts, que sopeséis esto conmigo. Busco vuestro consejo y opinión para afrontar esta decisión. Busco vuestras oraciones para tomarla. Esta es una decisión que finalmente tendré que tomar por mí mismo"
.




Chappaquiddick supone un cambio en la consideración y la delicadeza que siempre tuvo la gran prensa a la hora de tratar informaciones polémicas sobre los hermanos Kennedy. El discurso, tanto la narración de los hechos como el acto de contrición, recibe una mala respuesta incluso de The New York Times y The Washington Post, los dos periódicos que habían protegido el mito de la familia.


El Post se declara insatisfecho con el discurso en su editorial. El columnista Nicholas Von Hoffman, un demócrata entre demócratas, escribe que el discurso
requiere "trabajo y concentración para creértelo".


James Reston, del Times, acusa a Kennedy de esquivar a la prensa y
evitar un careo sobre su versión de los hechos.


La revista Time señala que la declaración de Kennedy
dejó las preguntas más importantes sin responder y generó otras nuevas. La revista Life manifiesta su completo descontento con su "teatro y simulación".


Jack Anderson, periodista de investigación y comentarista de ABC News, confiesa su cariño por el senador pero afirma que
no está contando la verdad de los hechos. ¿Qué intenta ocultar?, es la gran pregunta que se hace Anderson y nos hacemos todos. Tampoco se cree que el senador esté pensando en serio la posibilidad de abandonar su escaño.


Kennedy no tardará ni una semana en comunicar que no piensa abandonar el Senado. "He tomado la decisión de continuar en la vida pública después de la tragedia de Chappaquiddick", dice el 31 de julio. "Soy una persona muy diferente a la que era antes de esa tragedia. Y eso probablemente se refleja en mi visión de la vida, la gente, la fe en Dios. Soy una persona diferente".


Para pasar un rato entretenido, una película ligeramente inspirada en el incidente de Chappaquiddick: Impacto (1981) de Brian de Palma. Podéis verla completa aquí.

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