Junio de 1960. Tras una entrevista con el Presidente Eisenhower en la Casa Blanca, el Gobernador de Nueva York Nelson Rockefeller, un republicano liberal que aceptaría ser reclutado por su partido como candidato presidencial, convoca una rueda de prensa en Manhattan donde desafía al Vicepresidente Richard Nixon, el gran favorito a hacerse con la nominación, a exponer sus ideas en público.
Rockefeller se queja de que Nixon pretende mantener en secreto su programa político hasta después de la convención. "Primero, encuentro inadmisible en estos tiempos que el candidato republicano más destacado a la nominación presidencial haya insistido decididamente en dar a conocer su programa y sus políticas no antes de su nominación por su partido sino después", dice el gobernador de Nueva York. "Segundo, encuentro razonable y urgentemente necesario que el nuevo portavoz del Partido Republicano declare con precisión ahora y no más adelante en qué creen y qué proponen para enfrentar los grandes asuntos delante de la nación".
El político neoyorquino, de 51 años, lleva un año mareando la perdiz para conseguir muy poco. El año pasado encargó una serie de encuestas para medir su viabilidad y recopiló la opinión de expertos para producir propuestas políticas que pudiera utilizar en una campaña presidencial. Su equipo de asesores creció tanto que se vio obligado a alojarlo en dos edificios de Nueva York. La operación constituyó la primera vez que un potencial aspirante presidencial formaba una especie de comité exploratorio. Rockefeller concentró la mayoría de sus esfuerzos en el desarrollo de un programa político en vez de en la recaudación de fondos porque siempre puede utilizar la fortuna de su familia para gastar más que cualquier otro candidato, republicano o demócrata.
Para su sorpresa, generó poco interés en las maquinarias estatales del partido del elefante; sus delegaciones ya se habían comprometido con el Vicepresidente porque éste había hecho campaña por sus candidatos locales y estatales a lo largo de los años. Después de meses de consideración y trabajo, Rockefeller anunció en diciembre de 1959 que no iba a desafiar a Nixon.
Sin embargo, el gobernador no ha estado quieto en los últimos meses. En abril dio discursos en Pennsylvania, Illinois y Dakota del Norte y no ha desautorizado una campaña iniciada por el periódico Denver Post de Colorado para reclutarlo como candidato. Tampoco ha dejado de denunciar en público que la posición de EEUU en el mundo es hoy más débil que hace quince años y ha seguido abogando por un incremento de 3,000 millones de dólares en el presupuesto militar. Ahora mismo no se descarta que, con la complicidad de la poderosa delegación de Nueva York, decida lanzarse como candidato en la convención republicana que tendrá lugar el mes que viene en Chicago, aunque los insiders republicanos consideran que más bien está jugando a posicionarse para las elecciones de 1964 en caso de que Nixon pierda en noviembre.
Un día después de las quejas del gobernador, durante una visita a Camden, New Jersey, Nixon comenta lo dicho por Rockefeller y sugiere que necesitan aclarar algunas cosas.
¿Estaría dispuesto a hacer un debate con Rockefeller?, le preguntan. No sería apropiado porque el gobernador no es un candidato declarado, responde Nixon. "Por otra parte", añade Nixon, "como jefe de la delegación más grande de la convención republicana, sin duda es un hombre con derecho a saber lo que defiende cualquier candidato a la Presidencia. Así que se me ocurre que tal vez una manera de resolver estos problemas, ya que él ha sacado el tema en público, es que el gobernador se reúna conmigo y me pregunte sobre todos los asuntos en los que crea que está en desacuerdo conmigo o sobre todos los asuntos en los que crea que mi posición no está clara".
El Vicepresidente no cree que el Presidente Eisenhower se oponga a su nominación en la convención. "He conversado con él esta mañana. No puedo revelar lo que me ha dicho, pero por lo menos no espero que esté contra mí en la convención", dice.
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