lunes, 23 de octubre de 2017

El día que Carter salvó los anhelos presidenciales de Bush

19 de noviembre de 1976. El director de la CIA George Bush visita al Presidente electo Jimmy Carter en su casa de Plains, Georgia. Dado que es imposible hacer aterrizar el avión del director de la CIA en el sucio aeródromo de Plains, Bush toma tierra en Fort Benning y de allí se traslada en helicóptero hasta la granja de Carter. Hubiera sido más fácil encontrarse en Atlanta que en un pequeño pueblo perdido, pero en EEUU el hogar de uno es sagrado.


Bush y Carter se conocen desde el 5 de julio, cuando Bush empezó a ofrecer sesiones informativas al entonces probable nominado presidencial demócrata. Es habitual exponer las terribles amenazas a la seguridad nacional a los nominados presidenciales para empezar a restringir sus planes más alocados antes de que asuman la Presidencia.


"Los asesores de Carter dicen que el Presidente electo está muy impresionado con el desempeño de Bush", comenta una reportera que cubre el encuentro.


Bush, nombrado por el Presidente Gerald Ford,
descarta pronunciarse sobre su continuidad al frente de la CIA en una administración Carter y se limita a explicar la importancia de poner al Presidente electo en un plano de igualdad respecto al Presidente titular en el dominio de los asuntos de Inteligencia.


"El Presidente Ford me ha dado instrucciones para proveer al Presidente electo Carter no solamente de cualquier cosa de Inteligencia que tengamos sino de la manera en que conseguimos esa Inteligencia. Así que hoy cubriremos ingredientes de una naturaleza altamente sensible"
, declara Bush a los reporteros agolpados en la entrada de la finca de Carter.




Cuatro décadas después nos preguntamos: ¿perseguía Bush permanecer al frente de la CIA en la nueva administración? ¿O prefería dejarlo porque ya tenía en mente concurrir a las elecciones presidenciales de 1980? No hay consenso entre los historiadores.


En la página web de la CIA se nos relata el encuentro de noviembre del 76 y comprendemos cómo la continuidad o no de Bush como director pudo alterar su posterior trayectoria política:


"Tres días después de las elecciones del 2 de noviembre, Bush telefoneó a Carter para felicitarle y ofrecerle su dimisión como director de la CIA. Bush dijo a Carter con franqueza que no tenía claro cuál era el protocolo en una situación así y preguntó si al Presidente electo le gustaría tener una carta de dimisión. Carter le dijo gentilmente que no era necesaria y agradeció a Bush su llamada.


"En la conversación telefónica, Bush propuso que se reunieran pronto para poder informar a Carter de ciertos "puntos exóticos y muy reservados relacionados con las fuentes y los métodos" de la CIA. Bush informó a Carter del tipo de apoyo que la CIA había dispensado a los Presidentes electos en el pasado en los periodos de transición presidencial, describiendo específicamente la oficina que habían montado para Nixon en Nueva York en 1968. En respuesta, el nuevo Presidente electo le dijo que tenía mucho interés en mantener esa reunión. Los dos resolvieron dejar su organización a Richard Lehman y Stuart Eizenstat, como se había hecho en las sesiones informativas previas a las elecciones.


"La única reunión posterior a las elecciones con Carter que Bush presidió se celebró
el 19 de noviembre. El encuentro fue otra sesión de varias horas en la que Bush estuvo asistido por media docena de oficiales de alto rango. La conversación más importante del día, sin embargo, tuvo lugar en los primeros 45 minutos, en los que Bush se encontró de forma privada con Carter y Mondale, acompañado solo por su asistente personal, Jennifer Fitzgerald. Este grupo de cuatro personas estuvo reunido en la poco usada pequeña sala de estar de la casa de Carter mientras el grupo más amplio de asesores de ambas partes esperó en el estudio de la casa, mucho más grande e informal.


"Bush informó a Carter de que quería hablar de un asunto personal y
reabrió la duda sobre el cargo de director de la CIA. El director de la agencia de Inteligencia le recordó a Carter las acusaciones de partidismo que hubo cuando Bush fue nominado para encabezar la CIA y que él, Bush, sentía que si dejaba el cargo al final de la Presidencia de Ford, podría perfectamente haber otra polvareda política. Se explicó mejor, exponiendo que si se creía que había hecho un trabajo decente, podría argumentarse que sustituirlo politizaría la agencia. Bush se ofreció voluntariamente a ayudar a silenciar esas críticas. Añadió que cualquier director de la CIA necesitaba tener acceso directo al Presidente y citó las ocasiones en que él mismo hizo uso de ese acceso con el Presidente Ford. Más tarde, Bush recordaba que "después de sopesar el problema partidista y el problema de confianza/acceso directo, sentí claramente que debía irme y que el Presidente electo debía poner a su propio hombre de confianza en la organización".


"Cualquiera que fuese la intención de Bush, el hecho de que reabriera la cuestión de su permanencia en el cargo sorprendió a Carter, quien pensaba que el asunto había quedado cerrado cuando Bush le había telefoneado dos semanas antes. En 1993, Carter dijo que
su impresión de ese diálogo en 1976 fue que "Bush quería permanecer como diretor de la CIA". Entre paréntesis e irrisoriamente, añadió: "Si yo hubiera aceptado eso, Bush nunca se habría convertido en Presidente. ¡Su carrera hubiera seguido un camino diferente!".

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