lunes, 9 de octubre de 2017

Macomb, zona cero

Las elecciones de 1992 se juegan más que nunca en los suburbios de Detroit. Las dos primeras entregas de la saga de Robocop estrenadas en los últimos cinco años (aquí, un podcast impresionante y de escucha obligada sobre la película) han hecho que la Ciudad del Motor sea más conocida en el mundo entero por su alto índice de criminalidad que por haber sido la admirada capital de la clase media más fuerte del mundo a mediados del siglo XX. Una parte importante de su población blanca ha migrado en las últimas décadas a los suburbios: los ricos al condado de Oakland y los obreros al condado de Macomb, 13 kilómetros al norte de Detroit. Los medios llaman a ese segundo condado surburbano la "zona cero" de la campaña presidencial de 1992.


El nominado presidencial demócrata
Bill Clinton visita el condado en tres ocasiones en 1992, llenando una de las veces un pequeño campo de fútbol de Sterling Heights. El gobernador de Arkansas llega a preguntar a sus asesores si Macomb tiene más votos electorales que Florida. El Presidente George Bush, nominado presidencial republicano, visita dos veces el condado y envía a la Primera Dama Barbara Bush y al Vicepresidente Dan Quayle a un centro cultural italiano y a una fábrica de tanques, respectivamente.


"Macomb es una exageración, una caricatura de América, porque se identificó a ultranza con las novedades que barrieron la nación en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial", la idea de que una familia obrera podía vivir como una familia de clase media acomodada, escribirá el encuestador demócrata Stanley Greenberg en su libro Sueños de clase media.


Macomb tenía 100,000 habitantes en 1949; en 1980 eran 694,000. Los nuevos residentes eran
obreros blancos que encontraron la forma de trasladarse a los idílicos suburbios. En 1985, en casi el 40 por ciento de los hogares del condado había al menos un miembro que trabajaba en la industria del automóvil, y la media de ingresos por familia era de 24,000 dólares al año, varios miles de dólares más que la media nacional. Eran la envidia de los obreros de toda la nación. Pero las cosas estaban cambiando rápidamente, y con ellas la respuesta de sus habitantes en las elecciones presidenciales.


"En 1960, el condado de Macomb era el suburbio más demócrata de América, entregando a John Kennedy el 63 por ciento de los votos. Lyndon Johnson elevó la cuenta demócrata hasta el 74 por ciento cuatro años después", nos relata Greenberg. "Después todo se derrumbó. John Kennedy era un recuerdo lejano para 1984, cuando Ronald Reagan ganó un extraordinario 67 por ciento de los votos. Macomb era ahora el centro neurálgico nacional de los Demócratas de Reagan y la materia prima para un nuevo alineamiento electoral americano".


"Estas extraordinarias oscilaciones son las convulsiones de los trabajadores afiliados a sindicatos que pusieron sus corazones y sus esperanzas en el Partido Demócrata y sus líderes, que creyeron en América y en su sueño, que lo apostaron todo a su realidad"
, según Greenberg. "Es así como probaron suerte y compraron casas en Warren y Roseville. Pero en los años sesenta y setenta, los líderes que se suponía que tenían que luchar por ellos parecían más preocupados por los negros de Detroit y por los manifestantes de las universidades; parecían más preocupados por el aborto y la igualdad de derechos que por las hipotecas y el crimen. El resentimiento y la desilusión cristalizaron en una sensación de traición, y la gente del condado de Macomb se rebeló.


"Se convirtieron en Demócratas de Reagan, decían algunos, aunque eran más como refugiados de una guerra que pronto se sintieron cada vez más decepcionados con los campos de reasentamiento. Los republicanos les habían prometido un nuevo trato y un futuro mejor, esta vez bajo el tutelaje de los empresarios y los creadores de empleo. Pero a los ricos les fue muy bien mientras la clase media sufría para mantener sus empleos y sus casas en un mundo cambiante. Aumentó la decepción con el nuevo trato republicano, que también resultó ser una traición"
.


En el 92 se calcula que el voto republicano podría caer entre 20 y 25 puntos del valor máximo alcanzado por Reagan en el 84. Las encuestas contemplan un escenario en el que Macomb quedaría políticamente muy fraccionado con Bush y Clinton rondando el 40 por ciento cada uno y con el independiente
Ross Perot superando el 20 por ciento. En ese campo de batalla yacerán "las ruinas del New Deal y de la América de Ronald Reagan y todas las incertidumbres de una nueva era".


El 29 de octubre del 92, Bush, arropado por el Gobernador John Engler, se planta en el gimnasio de un instituto de Warren, una robusta ciudad obrera de Macomb, donde cuestiona la aptitud del aspirante Clinton y de su compañero de fórmula, Al Gore. "Mi perra Millie sabe más de política exterior que esos dos idiotas", dice.


El Presidente llama a Gore "el hombre Ozono". "Este hombre es extremadamente excéntrico en lo medioambiental", dice Bush sobre Gore. El debate medioambiental no es muy popular en Macomb porque es visto como una amenaza a su forma de ganarse la vida.


Bush acusa a Clinton de "dar rodeos" a las cosas importantes. "No puedes ser Presidente si pretendes ser todas las cosas para toda la gente", dice. "No puedes tener muchos 'peros' en el Despacho Oval".


"Barbara y yo hemos intentado mantener la confianza del público. Y el carácter. Clinton dice que no es el carácter del Presidente sino el carácter de la Presidencia. Se equivoca. Están entrelazados", añade.


Gilbert J. Dinello, un legislador demócrata que apoya a Bush, agita a la multitud llamando a Clinton mentiroso y
hombre que "gime, llora y deserta" del Ejército.


Eso del "carácter" es algo muy valorado por los que trabajan duro y viven en Macomb, que son el tipo de gente que generalmente siempre cumple y no les sienta nada bien que otros no cumplan. Las encuestas reflejan que los votantes no terminan de estar cómodos con el carácter de Clinton, y los asesores de Bush creen que necesitan hacer todo lo posible por
mantener la conversación de los últimos días de campaña en el carácter del candidato demócrata y no en la economía. Quieren que los votantes que dudan del carácter de Clinton terminen votando a Bush. Si eso no es ya posible, se conformarían con conseguir que voten a Perot antes que a Clinton.


"Obviamente, hay un número importante de votantes que son anti-Bush pero no son muy pro-Clinton, y que han estado cambiando de Clinton a Perot en los últimos seis meses"
, comenta en The New York Times David Rohde, politólogo de la Universidad de Michigan. "Para ellos, la economía es el asunto más importante y están enfadados con los dos partidos, tienen miedo a una subida de impuestos y les preocupa la deuda. George Bush es en gran medida irrelevante en todo esto. Lo que ha ocurrido es que la gente que es anti-Bush ha encontrado una nueva alternativa viable.


"Es muy difícil creer que esa gente vaya a votar al Presidente después de todo este tiempo, así que la pregunta es: ¿Puede Perot seguir subiendo hasta el punto de repartirse con Clinton a partes iguales el voto anti-Bush y permitir así al Presidente arrancar una victoria ajustada?".


Pero Clinton está muy bien asesorado y sabe hacia dónde apuntar. Mientras Bush hace campaña en Macomb, el candidato demócrata está a 16 kilómetros, en el centro de Detroit, dirigiéndose a un público racialmente diverso pero hablándoles a los trabajadores blancos de Macomb: "Aunque el señor Bush irá hoy al condado de Macomb y les dirá a esas personas que yo no soy como ellas... yo tengo mucho más en común con la gente del condado de Macomb que George Bush".


Bush hace campaña en Warren, la principal ciudad de Macomb



El mismo día, Clinton hace campaña en el Cobo Hall de Detroit, desde donde se dirige a la gente de Macomb

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