sábado, 7 de octubre de 2017

Hollywood pone el humor y el espectáculo en California

24 de septiembre de 1932. Durante su gira de 14,000 kilómetros en tren a través del país, el nominado presidencial demócrata Franklin D. Roosevelt viaja a lo largo de la costa de California hasta Los Angeles. El Alcalde John C. Porter, un partidario de la Ley Seca, se niega a reunirse formalmente con él. Pero el gobernador de Nueva York, con el ganador de la primaria de California, el Speaker John Nance Garner, como compañero de fórmula, cuenta con aliados de peso en el estado dorado: los más destacados, el magnate de la prensa William Randolph Hearst, el empresario Joseph P. Kennedy (padre de un futuro Presidente y, no lo olvidemos, uno de los fundadores de los estudios de cine RKO) y el ex Secretario del Tesoro de EEUU William McAdoo, figura fundamental del Partido Demócrata de California.


Roosevelt pasa un día entero en la ciudad más grande de California, donde participa en un desfile desde la Estación Central hasta el Hotel Biltmore, una comida política, un discurso en el anfiteatro Hollywood Bowl y finalmente un gran evento de
entretenimiento en el estadio olímpico organizado por Jack Warner, el jefe de producción de la Warner Bros., que saca las carrozas de los espectáculos musicales y se hace acompañar por varias estrellas de su estudio, incluidos James Cagney, Bette Davis y Edward G. Robinson.


La Warner Bros. apuesta por películas de fondo realista (melodramas de superación y pelis de gángsters) de presupuesto bajo y por unos actores de un estilo interpretativo pragmático y de máxima teatralidad. El trabajo de Cagney en el papel principal de El enemigo público (1931) es el ejemplo más claro. Su estilo parlante de hombre de la calle lleva a una inmediata identificación del público con su personaje. Es así como la Warner se está ganando la reputación de estudio favorito de la clase obrera en los años más duros de la Gran Depresión; en los próximos años será la mayor herramienta de propaganda de las políticas del New Deal y jugará un papel crucial en la movilización de los estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial.


No obstante, ni Cagney, ni Davis, ni Robinson son la principal atracción del espectáculo pro-Roosevelt en el estadio olímpico de Los Angeles. Toda la atención se la lleva el actor y humorista
Will Rogers, de la Fox Film Corporation. El nieto de indios cherokee de Oklahoma, que ha pasado de apoyar a Calvin Coolidge en 1924 a ir con FDR ocho años después, utiliza un estilo de sátira política (en el 28 se presentó como candidato presidencial de mentiras) desde una posición de aparente neutralidad y seriedad que tendrá gran influencia en los futuros cómicos de la radio y la televisión de EEUU y de todo el mundo (desde Bob Hope hasta el Gran Wyoming pasando por Fred Allen).


"Gobernador, esta noche aquí
no se le permite hablar de política. No dejan a nadie hablar de política aquí porque este estadio fue consagrado a las artes, al deporte y a cualquier iniciativa de utilidad", bromea Rogers delante del candidato presidencial. "Y esta noche le damos la bienvenida aquí no como el candidato Roosevelt sino simplemente como nuestro vecino Roosevelt del otro lado de las Montañas Rocosas.


"Esta introducción tal vez no haya sido demasiado florida, pero recuerde que es usted solo un candidato. Vuelva como Presidente y seré justo para con usted. Porque definitivamente no voy a malgastar mi oratoria en un candidato"
.


El candidato y el público se ríen a carcajadas.


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