14 de abril de 1976. La relación del candidato Jimmy Carter con el electorado afroamericano se ha vuelto equívoca después de que el ex gobernador de Georgia declarase recientemente que no ve "nada malo en mantener la pureza étnica" de algunos barrios y que no quiere imponer una integración racial forzosa mediante la acción del gobierno. El hombre que encabeza la carrera presidencial demócrata dijo algo muy sensato, pero utilizó un lenguaje ("pureza étnica") que levantó una enorme polvareda política que está siendo aprovechada por sus detractores.
"Ahora nadie tiene que pararlo; ya se ha parado él mismo", declara a The New York Times Percy Hutton, un líder negro de Manhattan aliado con el candidato-no candidato-candidato al acecho Hubert Humphrey.
Carter quiere derrotar a Henry Jackson en Pennsylvania el 27 de abril y apearlo definitivamente de la carrera. Pero muchos activistas negros creen ahora que Carter va a verse perjudicado en un estado que cuenta con un importante bloque de votantes negros concentrado en algunos distritos de Philadelphia.
"Creo que el impacto se notará en Pennsylvania, pero, honestamente, me sorprende la cantidad de gente que está dispuesta a tragarse esa amarga píldora sin echar la pota", dice Hutton.
"Me ofende mucho", coincide Thomas Todd, un conocido abogado de los derechos civiles. "No confío en él. Creo que no es sincero. Me consume verlo en iglesias negras apelando a los negros solo con su carisma y con esa actitud de, 'Algunos de mis mejores amigos son gente de color'".
"Bajo el revestimiento, en los asuntos, Carter es pronegro solo si los negros permanecen en su lugar. Creo que ha jugado con la comunidad negra", añade Todd. "Soy un admirador de Andy Young, pero me enfada verlo defendiendo a Jimmy Carter. Andy es quien debería estar presentándose a Presidente, no Jimmy Carter".
La polémica le llega en un momento muy inoportuno a Carter, justo después de haberse consolidado como la opción preferida de los negros en la primaria de Illinois, donde se hizo con el 96 por ciento del voto negro tras pronunciar varios discursos en iglesias de la zona sur de Chicago.
Es verdad que no cuenta con el apoyo explícito de demasiados líderes afroamericanos. En su equipo solo destacan dos políticos negros: el Congresista Andy Young, de Georgia, y el Alcalde de Detroit, Coleman Young. Pero tiene la ayuda de dos georgianos que son dos figuras de peso en esa comunidad: el activista por los derechos civiles John Lewis y el reverendo Martin Luther King senior, padre del asesinado líder del movimiento de los derechos civiles, que ha grabado anuncios de radio declarando su confianza en el que fue su gobernador.
"Entre todos los candidatos, Carter ha sido capaz de proyectarse como alguien capaz de comprender e identificarse con la gente negra", declara John Lewis al Times.
"¿Cuántos negros hay en Arizona y en el estado de Washington?", pregunta Lewis refiriéndose a los estados de Mo Udall y Henry Jackson, dos de los rivales de Carter en las primarias demócratas.
"Aunque ahora no sea pobre, creció con los negros pobres en el Sur. Solía estar rodeado de negros. En Atlanta tuvo que tratar con algunos de los negros más políticamente astutos y beligerantes de la nación", dice Lewis. "Su esfuerzo por derrotar a George Wallace se volvió simbólico, David contra Goliat. Sobresalió como algo bueno y decente que aparece en el Sur".
Carter agradece las palabras de apoyo de Lewis y sus asesores piensan: ¡qué mejor modo de librarse de la polémica sobre la "pureza étnica" que montando un mitin con Papá King en el centro de nuestra Atlanta!. Dicho y hecho. Carter se presenta con King ante un público de negros y blancos reunidos en un parque de la capital de Georgia, donde el reverendo dice que el comentario del candidato fue "un lapsus que todos saben que no representa su forma de pensar". King le da su bendición: "Yo tengo un corazón indulgente. Así que, gobernador, yo estoy con usted hasta el final".
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