Abril-mayo de 1976. Tras sus grandes victorias en las primarias republicanas de Wisconsin y Nueva York el 6 y 9 de abril, el Presidente Gerald Ford siente que está a punto de noquear a Ronald Reagan, aunque es cauteloso y se describe a sí mismo como el "underdog" en la siguiente primaria de peso: Texas.
En el estado de la estrella solitaria, el Presidente tiene el apoyo del Senador John Tower; de Ray Hutchison, presidente del Partido Republicano de Texas; y de Linda Cockrell, alcaldesa de San Antonio.
Pero el acercamiento de Ford a los votantes texanos no empieza con buen pie. Durante una recepción organizada por las Hijas de la República de Texas en San Antonio, el Presidente exhibe su ignorancia sobre los platos típicos de la región.
"Tenían bebidas y tamales. Muy pronto se hizo evidente que el Presidente Ford no estaba muy familiarizado con los tamales. Nos dimos cuenta de que parecía intentar comerse un tamal sin pelar el caparazón. Así que se le explicó que había que pelarlos", cuenta la Alcaldesa Cockrell.
La prensa se hace eco del incidente. El San Antonio Express-News publica al día siguiente la fotografía de un Presidente perplejo mordiendo un tamal sin pelar. La escena ahonda en la percepción de que Ford es un hombre torpe (un hombre que no puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo, según sus críticos).
El comandante en jefe maquilla la visita a Texas con una aparición en un partido de los Texas Rangers, donde lanza dos pelotas al receptor del equipo, Jim Sunberg, y presume de su afición a los deportes.
Mientras tanto, su adversario en las primarias republicanas, Ronald Reagan, para el que la primaria de Texas es una cuestión de vida o muerte, continúa haciendo de Henry Kissinger el saco de todos los golpes de los conservadores a la administración Ford.
En una gira por África hace unos días, Kissinger pronunció un discurso en el que afirmó el apoyo de EEUU a la justicia racial y criticó el régimen segregacionista de Ian Smith en Rodesia. El secretario de Estado está intentando presionar a Smith para que acepte una negociación que lleve a un gobierno de la mayoría negra en la antigua colonia británica.
En un acto de campaña en El Álamo, donde en el siglo XIX unos milicianos texanos resistieron trece días el asedio del ejército mexicano, Reagan describe las acciones de Kissinger en África como una receta para provocar un derramamiento de sangre en contra de la minoría blanca.
"Anunciando lo que llamó oposición americana implacable al gobierno de Rodesia y decretando que Rodesia debe alcanzar un gobierno de la mayoría en el plazo de dos años, es posible que el señor Kissinger haya socavado literalmente la posibilidad de un asentamiento ordenado", declara el ex gobernador de California.
"Pero es todavía más increíble", sigue diciendo Reagan, "su anuncio de que nuestros ciudadanos, los ciudadanos americanos que están en Rodesia, no serán protegidos por nuestro gobierno y que a los ciudadanos estadounidenses que residen en Rodesia se les aconsejará que se vayan. Esta debe ser la primera vez en nuestra historia que nuestro gobierno proclama oficialmente que sus ciudadanos no serán protegidos en un país extranjero".
La beligerancia de Reagan funcionará mejor que las visitas turísticas de Ford. Reagan ganará la primaria de Texas el 1 de mayo. Ford, en grave peligro, titulará el diario español ABC.
Después de Texas, a la que sigue otra victoria en Georgia, Reagan hace una parada en Louisiana en busca del apoyo de sus delegados no comprometidos con ningún candidato porque planea pelear por la nominación republicana hasta la convención de agosto.
"Llevo mucho tiempo intentando decir nuestras proyecciones de lo que podría ocurrir en esta campaña de primarias en la que el señor Ford y yo probablemente llegaremos hasta la convención, cada uno con un grupo de delegados comprometidos, y habrá un grupo de delegados no comprometidos", dice Reagan en un mitin en el aeropuerto de Shreveport.
"En la convención se tomará la decisión de quién se convertirá en el nominado del partido", dice Reagan convencido de sus posibilidades. "Tengo que deciros que el paisaje de los últimos días ha superado en mucho nuestras proyecciones. Me gustaría ver a la delegación de Louisiana comprometida porque creo que ahora es posible ir a la convención con suficientes delegados para ganar en una primera votación".
Posdata de Halloween
Seguramente este fin de semana volváis a mil novecientos ochenta y cuatro, el año más productivo de la historia más reciente de la república, y al mundo del revés de la Indiana de Michael Jackson y Dan Quayle con la segunda temporada de Stranger Things. Pero con motivo de que es el fin de semana previo a Halloween, me permito proveeros también de tres cosas que necesitaréis en esta recta final para la noche de muertos: ¡una película, una miniserie y un podcast!
La película que os recomiendo es En la boca del miedo (1995) de John Carpenter (ver aquí), que os hará viajar a New Hampshire de una manera muy diferente a como lo hacemos en campaña. La miniserie indicada es La tormenta del siglo (1999) de Craig R. Baxley con guión de Stephen King (parte 1, parte 2 y parte 3), que os llevará a las costas de uno de vuestros estados favoritos, Maine, y no precisamente en busca de un voto electoral suelto como el año pasado. Y el podcast alucinante es uno dedicado a Pesadilla en Elm Street (1984) de Wes Craven (escuchar o descargar el podcast aquí), que os transportará al ficticio suburbio de Springwood, en la siempre decisiva Ohio.
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